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Comunidad o barbarie

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«Us As A Logo», Geoff McFetridge. championdontstop.com

Terminará el verano y el monstruo seguirá estando ahí.

Una bestia que se enriquece del desastre colectivo.

Utilizaron el Chile de Pinochet y los gobiernos de militares sudamericanos asesinos; la Rusia de los corruptos jerarcas; la China de los nuevos comunistas millonarios; los gobiernos neoliberales laboristas, «socialistas», demócrata-republicanos; las guerras permanentes de Israel; los militares genocidas africanos; el tsunami de Asia; los huracanes…

Y utilizarán el virus.

Que a nadie le quepa duda.

El mayor bicho existente en nuestra sociedad, el capitalismo, utilizará al virus para continuar generando desigualdad, hambre y sufrimiento.

Privatizando, subcontratando, desregulando, endeudando…

Saqueando.

El desastre no cambia a la minoría que nos controla, al contrario, les estimula y facilita su objetivo de instaurar un sistema mundial autoritario y desigual.

En esta época de asintomáticos peligrosos y distancia social es necesario refundar la comunidad, el apoyo mutuo, lo comunitario.

Nunca nada justo fue fácil.

Comunidad o barbarie.

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Pueblo vasallo y minoría emancipadora

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La monarquía heredera del sistema dictatorial franquista indica un pueblo con elevadas dosis de vasallaje, que encuentra apropiado que su jefe de estado no sea elegido democráticamente. En estas circunstancias, tiene lógica la defensa de gran parte de la representación política de la salida del país de un ex jefe de estado elegido por un dictador y acusado de corrupción.

Sí, estoy diciendo que por estos lares no se cree en la democracia, en el poder del pueblo para tomar sus decisiones. Por eso no se entiende que haya pueblos del Estado que quieran ser soberanos, que luchen por autodeterminarse, que aspiren a una mejor o mayor democracia (estén o no acertados o equivocados en las vías por la que la persiguen).

Estoy diciendo que gusta mandar y/o ser mandado. De ahí la dificultad de generar economía autogestionada; de ahí el apego al trabajo dependiente; de ahí la sumisión y gusto por tener un empleo subordinado, asumir órdenes, cobrar y a casa. O lo mismo-contrario, ser el rey-empresario que da órdenes a recursos humanos en búsqueda de unos objetivos individuales tan egoístas como anti-democráticos.

Miedo a la democracia, miedo a la libertad, a la autonomía; de ahí la monarquía; de ahí la monarquía corrupta; de ahí el autoritarismo empresarial; de ahí la imposibilidad de libertad y democracia en pueblos como el mío donde el acceso a la subsistencia depende de una minoría autoritaria; de ahí el franquismo y machismo de tanto «demócrata».

Hay pueblos-sociedades en las que las mayorías necesitan y creen en la jerarquía. Esos pueblos apenas creen en la igualdad. Por eso son pueblos vasallos.

Las mejoras en esas sociedades dependen de la perseverancia e inteligencia de las minorías que aspiran a la autogestión política y económica, que reniegan del vasallaje y desean la democracia.

Larga vida a esas minorías emancipadoras y que algún día se vuelvan mayorías.
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Creación a la intemperie

A propósito de la obra de teatro «Solo queda caer», de Raúl Cortés.

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La cultura tiene poder. La crítica, la sátira a través del teatro, la literatura, la pintura ha sido siempre poderosa ante el poder. Tiene capacidad de contrapoder. Por eso algunas mentes bien dotadas se preocuparon cuando se crearon los Ministerios de Cultura; la concejalías; las consejerías… Herramientas de control del contrapoder que supone la creación artística crítica.

El poder va ganando. Por goleada. Apenas existe creación artística crítica. Las consejerías, las concejalías, las burocracias han desarrollado a la perfección su encomienda. Ante eso las prácticas socioeconómicas transformadoras deben y tienen mucho que decir. La economía social transformadora debe ser motor para generar una creación cultural «a la intemperie» del poder y al resguardo de la gente a la que va dirigida.

Para ello es necesaria la autogestión, y esta es posible siempre que se esté dispuesto a renunciar al lucro por la creación, al valor de cambio por el valor de uso, y, sobre todo, a crear comunidades donde productores y consumidores se confundan y el espectador sea tan protagonista como el actor, el usuario como el productor o el receptor como el emisor. Es necesaria hacer complementaria la tiranía de la creación con una organización democrática amplia, que vaya más allá del colectivo «productor» y englobe a colectivo «consumidor». Hablamos de entidades cooperativas de «prosumidores», de organizar comunidades de creación artísticas y transformadoras.

El grado de autonomía de la creación artística a la intemperie dependerá de su independencia del poder. Claro. Dicha autonomía estará, a su vez, en función de la capacidad de autogestión económica colectiva. Y para eso también es necesaria la creación, la imaginación, la búsqueda de utopías: económicas, sí; artísticas, claro; políticas, sobre todo.

 

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Venas abiertas

Pablo Picasso - El Rapto de la Sabina (Detalle), 1963

Frugales

Frugal es un adjetivo cuyo significado es: «que se alimenta de comidas sencillas y poco abundantes.» Ni hay economía capitalista frugal, ni sus gobiernos lo pueden ser. Necesitan abundantes recursos extraídos por complejos mecanismos de explotación y destrucción.

Cada día más, las economías capitalistas aumentan sus necesidades de recursos. Más energía, más materiales, más, más. Y cuanto más financiera, cuanto más alejada de la tierra, cuanto más «innovadora», cuanto más tecnológica, más complejos son los mecanismos que requieren esas economías para expoliar, explotar y destruir otros territorios, pueblos y economías.

Las economías capitalistas enriquecidas no tienen nada de frugales. Más bien todo lo contrario, acaparan capitales, materiales, energía de otras economías empobrecidas a las que someten por las buenas o por las malas. Andalucía, con dos bases militares estadounidenses en su territorio, participa activamente cuando el sometimiento es por las malas.

Controles

Titular de periódico: «Los líderes europeos debaten una propuesta con menos subsidios y con más control sobre el dinero del fondo de recuperación.»

Los «líderes europeos» hablan de control del dinero. Temazo relevante digno de ser invisibilizado. Tema tan importante que apenas se debate sobre el control democrático de la autoridad monetaria del euro, el Banco Central Europeo. Moneda que no votamos y que fue introducida por estos lares por ese gran «líder» español, europeo y global cuyo nombre es Rodrigo Rato. El famoso «control de nuca» al que fue sometido puede ser una buena metáfora de lo que hacen con las economías sureñas esos «líderes europeos».

El control del dinero es un tema tan importante que el poder ejerce un férreo control sobre las palabras relacionadas con el asunto. Así, al dinero que va a las empresas lo llaman inyección de capital. Este tipo de inyecciones son buenas. Punto. El dinero que va a un gobierno o persona, por contra, pasa a llamarse subvención, subsidio, «paguita». Las personas que lo reciben son «pasivas» y los gobiernos «deudores», «morosos», «pigs»…

El verdadero control democrático del dinero espanta a quienes ponen y quitan a esos líderes; los mismos que controlan a los periódicos y sus titulares; los mismos que nos dicen las palabras a usar y sus interesados significados. Apenas hay distancia entre el control del dinero y el control de las palabras.

Venas abiertas

Esos “frugales” saquean sin control a Andalucía. Por eso vivimos en una tierra rica habitada por personas pobres. El país rico de un pueblo pobre.

Un pueblo tan pobre que no se reconoce. Igual es eso: que es pobre porque no se reconoce; que para que mejore hay que gritar que existe; que hay una economía andaluza, un pueblo andaluz; que es necesaria una democracia andaluza.

Somos y nos saquean. Cada día, cada minuto. Ahora. Vivimos en un sistema social, político y económico en el que nos roban democráticamente. Y sin embargo nos dicen, decimos, que nos subsidian. Ese es el Poder: sin apenas usar la violencia física, establecer lo que debes pensar.

Andalucía tiene sus venas abiertas. Para cerrarlas debe, como mínimo, existir. Esa es la base de una alternativa para Andalucía: autorreconocernos como pueblo saqueado para evitarlo y evitar que participemos en saqueos de otros pueblos. Desde el necesitar poco y sentir mucho; desde la frugalidad que valora mucho más el tiempo que las cosas para de ese modo alcanzar el control de nuestras vidas desde el respeto de las demás.

Publicado en Portal de Andalucía.

 

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Frugales

Frugal: «que se alimenta de comidas sencillas y poco abundantes.» Ni hay economía capitalista frugal, ni sus gobiernos lo pueden ser. Necesitan abundantes recursos extraídos por complejos mecanismos de explotación y destrucción.

Cada día más, las economías capitalistas aumentan sus necesidades de recursos. Más energía, más materiales, más, más. Y cuanto más financiera, cuanto más alejada de la tierra, cuanto más «innovadora», cuanto más tecnológica, más complejos son los mecanismos que requieren esas economías para expoliar, explotar y destruir otros territorios, pueblos y economías.

Las economías capitalistas del norte (o el sur) de Europa no tienen nada de frugales. Todo lo contrario.

Entre mala gente, ninguna palabra es inocente.

 

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En el camino a Morón

Romance de Juan García. Moreno Galván escribió un homenaje cantado por Menese contra la frialdad y la injusticia.

El camino de La Puebla a Morón sirvió ayer a Hegoa, 19 años, para visitar a su tío, 17 años preso.

Era la primera vez que venía a Andalucía. Cuando salió del avión que la trajo de Bilbao recibió un bofetón de calor. Sin embargo, los 40 grados no sirvieron para evitar que Hegoa viniera a una Andalucía insolidaria, fría, malage. Una Andalucía helada incapaz de dar calor a personas que hacen miles de kilómetros para estar una hora o dos con su familiar. Para intentar que no se rompan, para evitar que la «democracia» española los inserte en una muerte en vida.

Esa calor helada fue la misma que sufrió Juan García. Juan García lloró. Ella no. Un sonrisa indicaba más fuerza que alegría, más dignidad que felicidad. Fuerza y dignidad tan necesarias siempre ante la tristeza e indignidad del Poder.

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Controles

Titular de periódico: «Los líderes europeos debaten una propuesta con menos subsidios y con más control sobre el dinero del fondo de recuperación.»

Los «líderes europeos» hablan de control del dinero. Temazo. Tema tan importante que apenas se debate sobre el control democrático de la autoridad monetaria, el Banco Central Europeo, el que se encarga de la emisión del dinero.

Tema tan importante que el poder ejerce un férreo control sobre las palabras relacionadas con el asunto. Así, al dinero que va a las empresas lo llaman inyección de capital. Este tipo de inyecciones son buenas. Punto. El dinero que va a un gobierno o persona, por contra, pasa a llamarse subvención, subsidio, «paguita». Las personas que lo reciben son «pasivas» y los gobiernos «deudores», «morosos», «pigs»…

El verdadero control democrático del dinero espanta a quienes ponen y quitan a esos líderes; los mismos que controlan a los periódicos y sus titulares; los mismos que nos dicen las palabras a usar y sus interesados significados.

Apenas hay distancia entre el control del dinero y el control de las palabras.

 

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Legitimación por lo peor

Juan Carlos de Borbón era mejor que el General Franco. Uno ha robado. Siempre es mejor que otro que robó y mató.

Era mejor el Borbón que los militares del 23F. Y así, salvando a la joven democracia colaboró con dictaduras que le permitieron vivir la vida. Veíamos las fotos de nuestro rey con lo sátrapas de Oriente medio y pensábamos: el nuestro es mejor.

Felipe el apañao es mejor que Juan Carlos, su padre. El pobre está siendo muy perjudicado por quien le ha dado en herencia lo que es. Claramente hemos mejorado. El niño es mejor que el padre.

Pedro Sánchez es mejor que Felipe González; y Pablo Iglesias que Pablo Casado. Y claro, todos son mejores que Abascal y los de Vox.

Y así, vamos avanzando porque, claro, para atrás no se puede ir, hasta algo inmundo nos parece bueno. O al menos normal.

Porque efectivamente: siempre hay algo peor, y, de lo menos malo a lo malo pero bueno, qué le vamos a hacer, empeoramos avanzando, porgresamos para atrás.

El progreso, la modernidad, la economía capitalista puede ser eso: algo que nos parece bueno porque siempre hay algo peor. El progreso, así, es un ¡mira que si no vienen los malos!

Decía un chiste que había un tío dándose martillazos en sus partes en una vía del tren. Le preguntaron que por qué lo hacía y él respondió: porque cuando dejo de hacerlo siento alivio.

Pues eso.

 

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Venas abiertas

Andalucía está siendo saqueada. Por eso es una tierra rica habitada por personas pobres. El país rico de un pueblo pobre. Un pueblo tan pobre que no se reconoce.

Igual es eso; que es pobre porque no se reconoce; que para que mejore hay que gritar que existe; que hay una economía andaluza, un pueblo andaluz; que es necesaria una democracia andaluza.

Somos y nos saquean. Cada día, cada minuto. Ahora. Vivimos en un sistema social, político y económico en el que nos roban democráticamente.

Para cerrar las venas abiertas de Andalucía, Andalucía debe, como mínimo, existir.

Ese es la base mi soberanismo, nacionalismo, andalucismo: autorreconocernos como pueblo saqueado para evitarlo y evitar que participemos en saqueos de otros pueblos.

 

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Ratas de trinchera: Andalucía, capitalismo y desastre

Naomi Klein denomina «capitalismo del desastre» a los ataques organizados contra las instituciones y bienes públicos que vienen después de acontecimientos de carácter catastróficos, declarándolos al mismo tiempo como atractivas oportunidades de mercado.

Milton Friedman es el gran gurú de estas ideas. Se trata de esperar a que se produzca una crisis de primer orden o estado de shock, y luego vender al mejor postor la parte del pastel que dependa de lo público a los agentes privados, mientras la ciudadanía aún se recupera del trauma, para que rápidamente las «reformas» se hagan permanentes. Así lo explica Friedman: «solo una crisis da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que ésa ha de ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se vuelve políticamente inevitable.» Es decir, una vez desatada la crisis es esencial actuar con rapidez para imponer los cambios rápida e irreversiblemente.

Rogelio Velasco, Consejero de Economía de la Junta de Andalucía, y sus cargos de confianza son buenos alumnos del economista de Pinochet. No en vano ha sido consultor del Banco Mundial en Washington D.C., y ha ocupado diversos puestos en Telefónica, como Director de Finanzas, Director de Inversiones de Venture Capital y Jefe de la Unidad de Contenidos Corporativos. Tal y como decía Friedman, una vez desatada la crisis esta gente ha actuado rápido. Y así, cuando la gente moría en hospitales de Málaga o Granada, gente el señor Velasco pensaba en gentes como sus ex compañeros de Telefónica; cuando en los centros de ciudades como Sevilla las redes de apoyo mutuo evitaban el hambre de mucha gente, gentes pagadas con dindero público pensaban en alegrar la vida a gente que les han pagado antes a ellos (y lo harán giratoriamente en el futuro); mientras en ciudades y pueblos de Cádiz o Córdoba, concejales y concejalas, unos cobrando y otros sin cobrar, unos con mascarrillas otros sin la posibilidad de adquirirlas, se jugaban su salud por sus vecinas y vecinos, cargos políticos de la Junta estaban poniendo en venta el litoral andaluz, o preparando medidas para impulsar la educación privada (hay pocas localidades andaluzas donde no se vaya a sufrir recortes de líneas educativas públicas a partir de septiembre).

Para continuar con las metáforas bélicas, tan utilizadas por el poder en estas semanas, recuerdo que en «Homenaje a Cataluña», George Orwell describe cómo las ratas y ratones engordan en las trincheras de una guerra de posiciones. La basura y excrementos se aglomeran en cientos y cientos de kilos. Pues bien, en momentos como éste, los dirigentes de la Junta, cual ratas de trinchera, quieren aprovechar el desastre para engordar los beneficios de aquellos que seguro sabrán agradecérselo.

Economía capitalista y desastre. Tal para cual.