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Entrevista de JD Vidal Gallardo (I)

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Otra izquierda, andaluza

Versión publicada en Portal de Andalucía

Hace más de una década, entre 2008 y 2009, bastante gente de Morón de la Frontera terminamos decidiendo que no podíamos hacer política en Izquierda Unida. Equivocados o no, seguimos adelante y dio sus frutos. Ni con ellos, ni atendiendo a sus críticas y ataques, creamos a la Asamblea Moronera Alternativa (AMA-Morón). Mirando adelante, sin atender a los codazos de jefes sin legitimidad, construimos una herramienta para la gente.

Hay mucha gente buena y válida en IU, en Unidas Podemos. Muchísima. Personas militantes dignas de respeto y admiración. Lo cual no quita que piense que hoy, en Andalucía, es preciso dejar a esas organizaciones al margen. Tal y como hicimos en Morón. En Andalucía podemos asistir, en este otoño de tantas cosas, al momento de catarsis en el que un gran número de personas sea consciente de la necesidad de avanzar políticamente  desde abajo, desde los pueblos y barrios, lo más alejado de Madrid y sus servidores en Sevilla.

El misterio de Oteiza

Es hora de ser capaz de crear un movimiento sociopolítico amplio de izquierda andaluza. Algunos ingredientes que serán necesarios en mi opinión: la unión, el cumplir y el reparto, además de generosidad, egos lo justitos (o menos) y mucha inteligencia.

Dice Jorge Oteiza, mucho más que un escultor vasco: “el misterio es lo que escapa a la sabiduría, pero bien se comprende que depende de ella.” Dice la voz popular, “lo fácil no tiene misterio”. Vivimos días de misterios, de transformaciones tan difíciles como necesarias, de mentiras complejas. Para transformar hay que conocer, y, ambos pasos, o se hacen en común, colectivamente, o no se darán.

Necesitamos algo más que sabiduría, pero siempre dependiendo de ella; en continua fuga de la ignorancia, tan valorada, impulsada y usada por el poder para seguir siendo poderoso. En fin, alcanzar la sabiduría suficiente para saber que sólo con sabiduría no basta. Requerimos misterios que desentrañar, mentiras que desvelar, sueños que alcanzar; que la realidad no nos impida nunca soñar; que no confundamos el embuste con el misterio, lo fácil con lo justo y necesario. Necesitamos otra izquierda, andaluza.

Aunque diga Blas Infante

Dice la maestra Silvia Federici: «El horizonte que nos propone el actual discurso y política de los comunes no consiste en la promesa de un retorno imposible al pasado, sino en la posibilidad de recuperar el poder de decidir colectivamente nuestro destino en esta tierra». Yo, como andaluz, no quiero en tantas y tantas cosas “volver a ser lo que fuimos”, como dice el himno de Blas Infante. El de Juan Carlos Aragón (pasodoble «Aunque diga Blas Infante«) ante eso dice: “los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos, lo que fuimos antiguamente pobrecitos y vasallos, siervos de terratenientes y de chulos a caballo.” En fin, por ahí no.

Para mí, esa otra izquierda, andaluza, debe dar contenido a ese “recuperar el poder de decidir colectivamente nuestro destino”. Igual no es apropiado el verbo recuperar, sino asumir. Igual no se trata de volver a ser lo que fuimos, sino de avanzar hacia una sociedad comunal; donde lo colectivo sea principio de vida; donde se multipliquen la creación de formas inapropiables de medios de producción, limitando el trabajo asalariado (del que fuimos pioneros), produciendo para el uso de nuestras necesidades y no para aumentar las riquezas de unos miserables. Una sociedad que, igual aquí sí tenía razón Blas Infante, vuelva a generar esas personas «de luz» que den alma a las demás para buscar sueños y desvelar misterios. Es momento de poner en común a todas esas personas que hoy también existen y que ante el embuste y el robo continúan en la infinita lucha por la justicia.

Eso para mí es el nuevo soberanismo al que debe aspirar otra izquierda, andaluza. Igual soberanismo es sinónimo de “autonomía”, esta última pensada en los términos de transformación de la gente luchadora de la década de 1970, y no de sumisión de la posterior socio-lista y sus colaboradores necesarios. Sí, igual estamos hablando de autonomía zapatista más que nacionalismo del siglo XIX. Igual hay que seguir desvelando misterios con nuevas pensamientos para viejas palabras.

Es el momento

Ese movimiento debería tener un ámbito o herramienta institucional que sólo sea un instrumento para el impulso de organizaciones laborales, sociales, económicas o culturales. Estas últimas son las que verdaderamente pueden generar la fuerza, proporcionar soluciones y ser capaces de impulsar autonomías-soberanías personales y colectivas en una sociedad dependiente, marginada y explotada desde hace siglos.

Es el momento. Necesitamos otra izquierda, andaluza, que luche por el objetivo básico de avanzar en la posibilidad de decidir colectivamente nuestro destino. Es decir, una izquierda democrática. Tan simple como complicado en el actual sistema político (español) y económico (capitalismo).

En fin, que ojalá se vaya de verdad y se ponga, de una vez por todas, las necesidades y vida de la gente por delante. Que se ponga alma y luz. Porque no hay España y Capitalismo eternos, ni cuerpos que los resistan.

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Entrevista en programa de radio: Nosotras las personas

En Radio Pimienta, Radio Social y Comunitaria del Norte de Tenerife.

http://audio.urcm.net/Nosotras-las-Personas-2020-11-17

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Otra izquierda, andaluza

La cuestión, casi siempre, no es si nos entendemos. La cuestión es si nos explicamos. En términos económicos, es una cuestión de oferta, del emisor, no de demanda, del receptor.

Voy a ver si me explico. Dice la maestra Federici: «El horizonte que nos propone el actual discurso y política de los comunes no consiste en la promesa de un retorno imposible al pasado, sino en la posibilidad de recuperar el poder de decidir colectivamente nuestro destino en esta tierra». Yo, como andaluz, no quiero «volver a ser lo que fuimos», como dice el himno de Blas Infante. El de Juan Carlos Aragón (pasodoble «Aunque diga Blas Infante») ante eso dice: «los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos, lo que fuimos antiguamente pobrecitos y vasallos, siervos de terratenientes y de chulos a caballo.» En fin, que no.

Para mí, la izquierda andaluza debe dar contenido a ese «recuperar el poder de decidir colectivamente nuestro destino». Igual no es apropiado el verbo recuperar, sino asumir. Igual no se trata de volver a ser lo que fuimos, sino de avanzar hacia una sociedad comunal; donde lo colectivo se principio de vida; donde se multiple la creación de formas inapropiables de medios de producción, limitando el trabajo asalariado (del que fuimos pioneros), produciendo para el uso de nuestras necesidades y no para aumentar las riquezas de unos miserables.

Eso para mí es el nuevo soberanismo al que debe aspirar otra izquierda, andaluza. Igual soberanismo es sinónimo de «autonomía», esta última pensada en los términos de transformación de la gente luchadora de la década de 1970, y no de sumisión de la posterior socio-lista y sus colaboradores necesarios.

Es el momento. Necesitamos otra izquierda, andaluza, que luche por el objetivo básico de avanzar en la posibilidad de decidir colectivamente nuestro destino. Es decir, una izquierda democrática. Tan simple como complicado en el actual sistema político (español) y económico (capitalismo).

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El último

Alberto Garzón, miembro del Partido Comunista de España, de Izquierda Unida, de Unidos Podemos, del Gobierno de España y de otras cosas más ha sido el último. Sí, el último en justificar cualquier cosa por el empleo.

El último de una larga lista. Una lista que se ampliará con otros izquierdistas, derechistas, centristas, que pasarán por alto que desde las bases de Morón y Rota se asisten a mantanzas de personas, de clase obrera.

Garzón es el último en dejar claro que hay violencias que no se condenan, incluso se justifican. Sí, las violencias que dan empleo, o, mejor dicho, las violencias que generan beneficios empresariales que requieren, a pesar de los gestores empresariales, de «recursos humanos». Esas violencias no se condenan, incluso se colabora con su continuidad por el supuesto bien de las clases dominadas. No es el primero, ni mucho menos, y habrá muchos más que obviarán las raíces del problema y se unirána a la mesa en la que comen los causantes.

Imagino que Garzón esperará un tiempo antes de poner la palabra internacionalismo en su boca. Quizás, olvide el cinismo que le otorga y permite sus cargos para no atacar en una temporada a quienes luchan por la autodeterminación de los pueblos alegando el internacionalismo obrero. Avalar el uso estadounidense de las bases de Rota y Morón es apoyar un internacionalismo de sangre, capital y fuego.

Aquí, en Andalucía, llevamos siglos oyendo a economistas y políticos (Garzón cumple las dos cualidades) decir que sobra mucha gente. En Andalucía, las tierras, la propiedad y el poder lleva mucho tiempo en muy pocas manos y el resto, el que no tiene más que su capacidad de trabajar para otro, de ser explotado, sobra. En términos económicos capitalistas, hay excedente de mano de obra y, por tanto, cualquier empleo debe ser protegido. Garzón, al proteger cualquier empleo, es el último en legitimar las circunstancias y factores que dan como resultado esa situación. Es el último en dejar de plantear el mal reparto, el latifundio, la dependencia y marginación de la economía andaluza como fuente de sufrimiento, emigración y vasallaje. Mirar donde debe para vivir como quiere.

Unos autodenominados «socialistas» concedieron la medalla al mérito al trabajo a una duquesa; otros que se hacen llamar «comunistas» terminan avalando el empleo que genera el ejército más sanguinario de la historia de la humanidad; y otros, o los mismos, apoyan la destrucción de nuestros ríos, nuestras sierras, nuestra tierra, por migajas que no terminarán con el desempleo, con la precariedad, con la emigración forzada. Ellos sí terminan con el socialismo, el comunismo y tantas y tantas buenas ideas y tradiciones que deberían servir para transformar nuestra tierra.

El empleo generado en nuestra tierra, las actividades que utilizan nuestros cuerpos para sus beneficios, han sido y son utilizadas en demasiadas ocasiones como herramienta de sumisión, chantaje y legitimación de las violencias. Unas directamente causadas por ejércitos de destrucción masiva con bases en nuestra tierra, otras causadas por la desigualdad y la injusticia. Militares y caciques, políticos y licenciados, todas figuras imprescindibles para nuestra secular situación de mierda.

En la legitimación de esta historia algunos tendrán trabajo giratorio garantizado, pocos; otros vergüenza perpetua, menos; y otros memoria para que nada ocurra en vano, menos aún. Pero alguno habrá. Por nuestros muertos.

Aportación del gran Gruñido GRRR

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Misterios

Dice Jorge Oteiza, mucho más que un escultor vasco, «el misterio es lo que escapa a la sabiduría, pero bien se comprende que depende de ella.» Dice la voz popular, «lo fácil no tiene misterio».

Vivimos días de misterios, de transformaciones tan difíciles como necesarias, de mentiras complejas. Para transformar hay que conocer, y, ambas pasos o se hacen en común, colectivamente, o no se darán.

Necesitamos algo más que sabiduría, pero siempre dependiendo de ella; en continua fuga de la ignorancia, tan valorada, impulsada y usada por el poder para seguir siendo poderoso. En fin, alcanzar la sabiduría suficiente para saber que sólo con sabiduría no basta.

Requerimos misterios que desentrañar, mentiras que desvelar, sueños que alcanzar; que la realidad no nos impida nunca soñar; que no confundamos el embuste con el misterio, lo fácil con lo justo y necesario.

Y que viva Oteiza y lo popular, osea, los misterios.

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Nuevo ciclo

Es verdad, para conocer siempre hay que recordar. En noviembre de 2013, hace por tanto siete años, me enviaron unas preguntas para participar en una encuesta-sondeo sobre la situación socioeconómica.

Estas fueron las preguntas y las respuestas que le di:

«¿Cómo definirías en un par de frases la situación actual del Estado español…?»

-En lo económico. «Si entendemos “lo económico” como crecimiento económico lo normal es que la situación no empeore. Puede que haya tasas de crecimiento positivas que hagan que se estabilice la situación macroeconómica, mientras que mejoren las tasas de beneficios empresariales gracias a la reducción de costes que ha supuesto las estrategias de devaluación interna. La desigualdad social se amplía por lo que el aumento de la demanda sólo vendrá de fuera, del comercio exterior.«

-En lo político. «Es interesante ver qué ocurre con la cuestión catalana. Por lo demás el régimen va a buscar la estabilidad pasando de una alternancia a dos (PP/PSOE, contando de vez en cuando con CiU y PNV) a un alternacia a cuatro (PP-UPyD/PSOE-IU). En Andalucía estamos viendo como IU (PCE) puede ser un instrumento muy útil para sostener el actual régimen político del Estado español.»  

-En la percepción social. «Tranquilidad y sumisión “aterradora”. En Andalucía estamos en una situación social brutal y apenas hay protesta. Por tanto, la percepción social es que “la cosa está mal”, “no sé cuándo va a mejorar”, “mejor no protestar” pues “no se puede morder la mano que te dá de comer” y de fondo vivimos en una sociedad profundamente conservadora. «

Poco después de dar esas oponiones nacería Podemos. Posteriomente UPyD dejó paso a Ciudadanos y un tiempo después nació VOX. En Andalucía, el municipalismo y un Podemos muy Anticapitalistas dejó bastante al margen al PCE-IU. Susana Díaz perdió unas elecciones en las que el PSOE dejó la Junta de Andalucía. Hoy, la supuesta derecha ocupa los sillones de la Junta, mientras un virus hace que el poder apueste, como siempre, por no dejar de pasar la oportunidad de obtener mayores beneficios de una crisis. Y en todo esto, PCE-IU-Unidas Podemos vuelven a la casilla de salida de hace siete años, con nueva gente y viejas estrategias.

Hoy, noviembre de 2020, «la desigualdad social se amplía«, «en Andalucía estamos viendo como IU (PCE) puede ser un instrumento muy útil para sostener el actual régimen político del Estado español», y, sí, sobre todo en Andalucía, hay una «tranquilidad y sumisión aterradora«.

A pesar de todo, nada es lo mismo. Hoy pienso que, una vez en las izquierdas institucionales el personal se ha quitado las caretas, las posibilidades de transformación en beneficio de las clases dominadas son mayores. El ciclo 15-M murió. Nace un nuevo ciclo.