Juan Carlos de Borbón era mejor que el General Franco. Uno ha robado. Siempre es mejor que otro que robó y mató.
Era mejor el Borbón que los militares del 23F. Y así, salvando a la joven democracia colaboró con dictaduras que le permitieron vivir la vida. Veíamos las fotos de nuestro rey con lo sátrapas de Oriente medio y pensábamos: el nuestro es mejor.
Felipe el apañao es mejor que Juan Carlos, su padre. El pobre está siendo muy perjudicado por quien le ha dado en herencia lo que es. Claramente hemos mejorado. El niño es mejor que el padre.
Pedro Sánchez es mejor que Felipe González; y Pablo Iglesias que Pablo Casado. Y claro, todos son mejores que Abascal y los de Vox.
Y así, vamos avanzando porque, claro, para atrás no se puede ir, hasta algo inmundo nos parece bueno. O al menos normal.
Porque efectivamente: siempre hay algo peor, y, de lo menos malo a lo malo pero bueno, qué le vamos a hacer, empeoramos avanzando, porgresamos para atrás.
El progreso, la modernidad, la economía capitalista puede ser eso: algo que nos parece bueno porque siempre hay algo peor. El progreso, así, es un ¡mira que si no vienen los malos!
Decía un chiste que había un tío dándose martillazos en sus partes en una vía del tren. Le preguntaron que por qué lo hacía y él respondió: porque cuando dejo de hacerlo siento alivio.
Pues eso.