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Talentos

Hubo un tiempo en que se habló de espíritu emprendedor.
También de empleabilidad.
Innovación.
Ahora lo necesario es el talento. 
El capitalismo es el culpable de la falta de rentas, de la desigualdad. Todas las personas tenemos talento. No todas la capacidad para salir adelante en esta sociedad injusta y económicamente siniestra.
Demasiada gente tiene el talento de justificar la mentira sin pensar en sus consecuencias.
Talentos miserables que ocultan las verdaderas causas de sufrimiento económico contemporáneo; talentos pagados que desvalorizan los talentos vitales que no sirven para aumentar los beneficios de los verdugos.

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Lindes locales

Fábricas

En mi pueblo ha abundado la industria. Un pueblo del medio rural con industria. Tan raro que en el pueblo se decía que lo principal siempre ha sido la agricultura. Tan raro que ni se sabía.
Y eso que el día de los inocentes de un día de principios de los ochenta se desalojó el pueblo por un accidente en una fábrica.
La industria era protagonista en una Andalucía, la rural, sin apenas fábricas. En esa industria, en esas fábricas se construyeron ideales de justicia, igualdad, orgullo obrero, dignidad feminista.
Las «camacheras», trabajadoras de fábricas de aceitunas, iban a bares o fumaban cuando en los pueblos de al lado las mujeres apenas podían salir a la calle sin el permiso del marido.
Los trabajadores de la fábrica de cemento hablaban de sindicato, hijos en escuelas o universidades o derechos laborales cuando en el campo el señorito tenía vía libre para todo lo que quisiera.
Pueblo raro en un mar de explotación. Hoy, en esas mismas fábricas se cría el retroceso, la competitividad, la autoexplotación y la admiración al explotador. Días raros en los que no nos sirven derechos pasados, dignidades historiadas o supuesta clase obrera transformadora.
Muchas de esas mujeres quieren ser como las mujeres que las explotan; muchos de esos hombres votan a «Ciudadanos» a falta de falange; demasiados piensan que el pueblo empieza y termina dentro de su casa y de su fábrica. Entre medio nada por lo que preocuparse.
Lo que eran fábricas de dignidades hoy lo son de insolidaridad. Fábricas de un futuro en el que esta gente, paradójicamente, serán las más perjudicadas.
Su presente es el fruto de un pasado de lucha; su futuro será el fruto de las actuales semillas de sumisión.

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Desigualdad y esperanza

La Comisión Europea ha realizado por primera vez un análisis socioeconómico de los 28 países. Sitúa a España en la séptima posición por la cola. Solo Rumanía y Bulgaria tienen una mayor desigualdad que España. Además es uno de los estados en alerta por el abandono temprano de los estudios, por la caída de su renta disponible o por su tasa de pobreza.
Cuando se habla del conjunto del estado se obvia que Comunidades Autónomas tan difamadas como País Vasco o Cataluña tienen niveles muy superiores en estas indicaciones a Andalucía. Eso significa que Andalucía está mucho peor de lo que se indica. Que ya es decir.
Y ante eso la idea de mucha gente es que sería normal que la ciudadanía se revelara y propiciara un cambio. No tiene por qué ocurrir eso. La sociedades más desiguales tienen un tejido social más desarticulado que las más igualitarias. El fascismo germina muy bien en los barrios «deprimidos» o sociedades extremadamente desiguales. Quizás por eso las posibilidades de cambios positivos para las mayorías se ven más próximas en Euskalherria o Catalunya que Andalucía, aunque la situación socioeconomica por aquí es mucho peor.
La pescadilla que se como la cola vamos. Y además sin discursos, propuestas populares o alternativas institucionales robustas.
En fin, desiguales hasta en la esperanza pero con la esperanza de poder cambiar.

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Mirar las gañanías

Hay, o había, espero que lo primero, una serie de valores en las clases populares y jornaleras andaluzas de las que aprender.
En nuestra labor cooperativa nos guiamos por la Unión, el Cumplir y el Reparto.
Hoy pienso que la gente que -con más o menos buena fe, con mejores o peores intenciones- habla en representación de estas clases -de nuestra gente- debería guiarse mucho más por estos valores. Lo que está pasando alrededor de las movilizaciones del 4D es un síntoma de la falta de puesta en práctica de estos valores (tanto por los representantes como por los representados; no creo en la división comúnmente aceptada de líderes malos y seguidores buenos; demasiado simple y quedabién). Parece que no queremos estar unidos, nos cuesta mucho trabajo cumplir y apenas valoramos el poder transformador del reparto.
Sin la acritud ni maldad que abunda en este medio, yo digo, de verdad que sin acritud ni mal rollo, que me encantaría que aprendiéramos y nos fijáramos mucho más en la gente que vivía en la gañanías y sobrevivían gracias, en parte, a estos valores.
La Andalucía del PSOE en la que vivimos va pareciéndose en muchas cuestiones a una de estas gañanías. Por ello, hoy más que ayer y menos que mañana, necesitamos mirar atrás y coger «rebujía» mamando de nuestros propios valores.

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Municipalismo

Saltan las alarmas. La recentralización necesaria para la continuidad de la actual democracia autoritaria está cada vez más cerca. Recentralización de «lo autonómico». «Lo municipal» hace tiempo que pasó a ser un simple alguacil de los dictados de un Poder no elegido (que se sepa nadie ha elegido austericidio, ni subordinación de pago de intereses a políticas sociales).
Y eso que todos somos municipalistas; admiramos a los políticos que dan la cara ante la ciudadanía; la política de los problemas reales; ojana, todo ojana (cuento, mentira, trola, engaño).
Gran error de las fuerzas transformadoras que dicen defender «al abajo» y que la democracia se construye «desde abajo». Gran error, digo, no luchar por la autonomía municipal, por la transformación política desde lo local. No he oido, igual no he estado suficientemente atento, ninguna campaña o iniciativa legislativa de las «fuerzas del cambio» para transformar esta situación, para hacer que exista una verdadera autonomía municipal, capacidad de decisión desde lo local. Igual ahora, que han tocado Madrid, hacen algo. Madrid es Madrid.
Los «juegos de tronos» impiden ver que desde lo chico es la única manera de destruir hoy al monstruo. Desde lo chico y con horizontalidad y cooperación. Claro. Para atacar y transformar al «centro» es necesario la cooperación y coordinación entre las múltiples «periferias».
Demasiada gente usó pero no asumió gran parte de los mejores discursos del 15M. Así nos va.

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Nacionalismo y soberanías

Entiendo que nacionalismo no es lo mismo que soberanismo (o que independentismo).
El nacionalismo español es el mayoritario por donde vivo. En gente menos que en poder, pero aún así ganan por goleada. Es un nacionalismo especialmente revanchista, autoritario, vengativo, muy excluyente y nada cooperador o dialogante. A lo mejor parecido a los demás pero, como he dicho, hablo del que me ha tocado aguantar.
Es un nacionalismo que ha privilegiado a las elites. En Andalucía cuanto más próximo estés al poder vinculado a la tierra, al PSOE o PP, al dueño de la fábrica del pueblo, más posibilidades hay de que te den con la rojaygualda en la cara. O, claro, es lógico que los privilegiados que viven en casas dadas por el franquismo cuelguen banderas. Hay muchas en los «pabellones militares» de pueblo: casas dadas privilegiadamente a las familias de los militares.
También es muy normal que en Madrid haya mucho vivaespaña. En esas tierras siempre han basado su economía en la localización del poder; nunca han producido nada; tan sólo se han aprovechado de ser la villa y corte, de estar allí los ministerios, museos, centros nacionales de todo, sedes financieras, etc.
Eso es para mí el nacionalismo, una ideología que favorece a las élites y a quienes agitan sus banderas.
La soberanía la entiendo de otra manera. Luchar por la soberanía del pueblo es algo muy parecido a la democracia (poder del pueblo). Buscar la soberanía económica de mi tierra es poner las bases para negársela al soberano impuesto por el poder (el rey, el cortijero, el alcaldebienmandao).
La búsqueda de la soberanía la entiendo de abajo hacia arriba. Por eso lo relaciono con el municipalismo (libertario) y, por eso, prefiero que el poder esté en la comunidad autónoma que en una villa y corte. Cuanto más cerca esté el presupuesto, más capacidad de control puede alcanzar el pueblo del mismo.
Es curioso. El nacionalismo español ha contribuido a la situación de pérdida de soberanía real existente a día de hoy en favor del poder económico global. Nos mandan desde el Banco Central Europeo, los mercados financieros. Eso lo permiten porque ese nacionalismo sabe que su interés, sus privilegios, se basan en agacharse ante el de arriba y humillar al de abajo.
Nada que ver con el soberanismo de mi gente amiga catalana; gente de abajo que coopera con el igual y combate las desigualdades y el poder injusto. Creo en su camino, en la construcción de Democracia, de soberanía de los abajos.