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Socialismo capitalista

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Es momento de paradojas, ironías, cuestiones que pueden parecer increibles y que te hace pensar si el confinamiento, o la copitas de más que uno se toma en este estado de irrealidad permanente, pueden estar haciendo mayor efecto del deseado (quien dice copitas dice kilómetros en una bici estática, que cualquiera saber qué perturba más la mente, y el cuerpo).

Un ejemplo. Para David Harvey, pensando en Estados Unidos, «las únicas medidas políticas que van a funcionar son bastante más socialistas que cualquier cosa que pudiera proponer Bernie Sanders, y esos programas de rescate tendrán que iniciarse bajo la égida de Donald Trump. Este último, si es sabio, cancelará las elecciones sobre la base de una emergencia y declarará el principio de una presidencia imperial para salvar al capital y al mundo de la ‘revuelta y la revolución’.»

Toma ya. Igual David también se está pasando con las copitas. Pero no. La realidad más próxima nos confirma que no es así. De hecho, hemos oído hace poco a Luis de Guindos hablar de Renta Básica o, mejor dicho, su traducción guindera: renta mínima de emergencia (o algo así, llevo años intentando no aprender el guindorés). Lo que Luis quiere decir, lo puedo tutear porque son muchos años ya de conocerle, es «rentaparaqueconsumansinoelcapitalsevaalcarajo».

Igual podemos ir esperando el retorno de A. Merkel a su pasado y enseñanzas en la RDA. O igual no. A saber. La incertidumbre es una idea estupenda para poder justificar cualquier cambio de opinión.

El neoliberalismo nunca ha significado menos Estado, sino la reorientación del Estado para favorecer al capital. En estos momentos parece que se va a hacer un uso total del mismo para sostener a la economía capitalista, a costa de la insostenibilidad social y ecológica que eso supone. Lo que viene a ser una huida hacia adelante en toda regla, un quemar las naves cueste lo que cueste (entiéndase por naves las vidas de las mayorías que no toman las decisiones, claro).

Y no creo que sirva un nuevo New Deal (esta vez Green), sino que tendrdá que ser algo más gordo. Tal como explica Yanis Varoufakis (el único economista que ha estado en saraos de verdad y merece ser escuchado): «El New Deal no puso fin a la Gran Depresión, sino que fue necesaria una carnicería a escala industrial (la Segunda Guerra Mundial) y una inversión pública en matanzas masivas de tamaño similar, para sacar del desplome a la economía mundial.» Las matanzas en este caso parece que le van a salir gratis a la economía capitalista. Su capacidad de adaptación es infinta.

Y con todo esto, mira por donde, el personal encerrado en sus casas y disponiendo como armas de desahogo masivo unas letales cacerolas. Letales cacerolas para hacer frente al socialismo capitalista. Cuántas contradicciones.

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Economía del revés: Chirbes y el mercado

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Dice el Maestro Rafael Chirbes: «No hay riqueza inocente.»

Años cuarenta del siglo XX. El bisabuelo de Borja era lo que hoy llamamos un emprendedor. Compraba barato productos difíciles de conseguir y los vendía caros. Demanda grande, oferta pequeño, altos precios y beneficios. El mercado manda. Ha sido maestro de importantes hombres de negocios del sector de la agricultura y alimentación.

El abuelo no se quedó atrás. Amplió negocios comprando y vendiendo, tanto a particulares como a amigos políticos, en dictadura y democracia, de diferentes partidos y administraciones. Aumentó tanto la caja como el patriotismo familiar. Negocios turísticos, inmobiliarios, construcción…

El padre de Borja amplió, nuevo, horizontes. Vio que lo que más beneficio generaba en las últimas décadas del siglo XX y principios del XXI era comprar y vender dinero. Llegó a ser vicepresidente de una importante caja de ahorros. El puesto se lo dio un amigo de la infancia que alcanzó altos puestos al servicio de España.

Y Borja, el emprendedor del siglo XXI, no se conformó con su puesto de consejero de varias empresas del IBEX. Aprovechó la oportunidad que le dio el Coronavirus para servir a su país y, claro, como el mercado es justo, ganar dinero. Aprovechó contactos en China para intermediar la compra de productos que necesitaban a vida o muerte en su querida patria. Salvó muchas vidas y ganó mucho dinero.

Los rojos vendepatrias le llamaban especulador, como a su bisabuelo, abuelo y padre. Para la economía capitalista es un agente del mercado, útil para asignar eficientemente los recursos.

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Economía del revés: Galeano y el valor

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La economía capitalista premia a quien no lo merece. Parte de la tremenda necedad de confundir valor con precio. Eso sí, necedad interesada.

Esta economía necia se guía por el valor de cambio. Así, recibe más dinero no quien es más útil para la mejora de la vida de la gente, sino quien es más funcional para la acumulación de capital.

En épocas de crisis se pone de manifiesto lo injusto y bárbaro del mecanismo. Vemos, para quien lo quiera ver, que los trabajos y tares impresdindibles, las que realmente tienen un enorme valor para la vida, apenas tienen valor de cambio capitalista.

Trabajos y labores de cuidados, limpieza, agricultura, transporte, comercio de primera necesidad, sanidad, investigación… Todos trabajos ínfimamente remunerados por la economía capitalista, mayoritariamente realizados por mujeres.

En la economía del mundo del revés, ese que tan bien describiera el Maestro Galeano, recibe más renta las tareas más alejadas de la vida, aquellas que hoy, en época de pandemia, bien pueden dejar de desarrollarse.

No volvamos a la economía del revés. Que el virus, sinónimo hoy de muerte, sirva para impulsar una economía para la vida.

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Virus y economías transformadoras

La crisis sirve para ratificar una opinión largamente mantenida y reflexionada: es preciso cambiar las bases de la economía actual.

¿Cuáles son?

1. La consideración como único trabajo el asalariado, es decir, aquél funcional para la acumulación de capital. La crisis muestra la verdad: los trabajos de cuidados, los trabajos voluntarios, otros muchos trabajos no asalariados están sacando adelante la vida durante esta crisis. Siempre el trabajo de las mujeres han soportado la vida, y sus crisis.

2. Producir aquello que tiene un valor de cambio. La crisis demuestra la barbaridad que es esto. Las vacunas tienen menor valor de cambio que fármacos para la erección masculina. Es preciso cambiar al valor de uso, tenga o no tenga dinero la persona que lo desea-necesita (desesita).

3. La propiedad privada de los medios de producción y vida. La crisis deja claro que lo público, lo comunitario es aquello que sirve para satisfacer las desesidades de la gente.

En el fondo es preciso cambiar el objetivo: la acumulación de capital debe ser sustituida por el mantenimiento y enriquecimiento de la Vida.

Eso requiere terminar con la economía capitalista.

Con virus y sin virus.

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El Silo

Soberanías y Economía social transformadora

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Como un almacén de grano, en esta sección denominada «El Silo» podrás encontrar alimentos, en este caso para nutrir tu curiosidad. El alimento se presenta en forma resumida, como invitación a leer libros que nos parecen del máximo interés. Por tanto, aquí podrás encontrar artículos más extensos o resúmenes de libros que al autor de este blog les han alimentado de forma muy satifactoria y piensa que puede seguir haciéndolo a las hordas de personas hambrientas de conocimiento económico-político.

Esta primera entrada es un capítulo obra del autor de este bog de un libro colectivo denominado «Soberanías. Una propuesta contra el capitalismo«.

Para acceder: ElSilo_1_Soberanias_y_Economia_social_tranformadora.

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Ni Calviño, ni Keynes, ni nadie

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Retrato de John Maynard Keynes realizado por su amante Duncan Grant. 1917-1918

«Estábamos bien, vino el virus y nos pusimos mal. Cuando acabemos con el virus volveremos a estar bien. Para acabar con el virus vamos a gastar una millonada, algo excepcional en la historia…» Esa es la idea que machaconamente nos trasladan desde el gobierno, con Nadia Calviño como precursora.

Pues bien es mentira. Se trata de un estrategia de gestión. En palabras de Amador Fernández-Savater: «la idea de la gestión es la ‘regulación’ de lo que pasa para ‘volver a la normalidad’. Lo que pasa es un hecho aislado y sin historia, se puede conjurar y neutralizar. Las respuestas a la crisis en cuestión se dan en el mismo marco de lo existente. Un ‘poder de salvación’ administra nuestro miedo y nos promete la supervivencia a cambio de obediencia.» Es gestión de la mentira porque la economía capitalista estaba enferma, con defensas bajas, harta de medicamentos (política monetaria expansiva) que no solucionaba sus problemas, es decir, acumular capital (crecimiento económico).

Y la vuelta a Keynes y la política fiscal expansiva tampoco va a solucionar mucho. Así lo explica M. Roberts:

«La clave para restaurar el crecimiento económico es la inversión y eso depende de la rentabilidad. En una economía predominantemente capitalista, aumentar la rentabilidad del capital tiene un impacto mucho mayor en el crecimiento que el gasto público. De hecho, más gasto público basado en más deuda o impuestos puede amenazar la rentabilidad del capital. Lo que bloquea el gasto público puede no ser una deuda pública alta y creciente sino que el bloqueo a la inversión empresarial bien puede deberse a una deuda corporativa alta y creciente cuando la rentabilidad del capital es baja y está cayendo.

La flexibilización monetaria ha fallado. La flexibilización fiscal, si se adopta, también fracasará. Una recesión acaba con las empresas capitalistas más débiles y despide a los trabajadores improductivos. Luego, los costes de producción caen y las compañías que sobreviven a la recesión tienen una mayor rentabilidad como incentivo para reinvertir. El capitalismo solo puede salir de una recesión a través de la recesión misma.»

Carmen Castro García no hace mirar hacia otro lado: «Hay una oportunidad única de dar sentido al discurso de las personas primero y al de cuidados y sostenibilidad de la vida en el corazón de la agenda política y económica. ¿Seremos capaces de aprovecharla?»

Para ello debemos aspirar a la transformación, a, como nos dice Amador Fernández-Savater, «hacer aparecer nuevos juegos de preguntas y respuestas, nuevas maneras de pensar y actuar, nuevas lógicas para pensar-hacer sobre los problemas (crisis económicas, crisis migratorias, crisis ecológicas, femicidios) desde otro marco. (…) Transformar significa habitar la excepción. Habitar la situación, no dejarse simplemente gestionar. (…) Habitar, estar presentes, no ser sólo espectadores o consumidores o víctimas de las decisiones de otros, sino sentir, pensar y crear a partir de lo que pasa, darle valor, compartirlo, hacer con ello mundo y vida.»

El cómo se salga de esa recesión dependerá de nuestras ganas de sumisión o transformación, de esperar la gestión que hace el poder o de ir generando otra economía alejada de la capitalista.

Fuentes:

http://www.sinpermiso.info/textos/la-hora-de-las-politicas-fiscales?fbclid=IwAR12ZNYK4wOVTyMtRAhEHYnbhD26Qpq4QrE_c5JsJA_X0cOFfDinZ46KHjw

https://blogs.publico.es/dominiopublico/31272/a-que-nos-confronta-el-coronavirus-escudos-protectores-ante-el-colapso-economico/?fbclid=IwAR2yPmKpmxYoDuApuZ67RnACiSMWV5KuXPgP3zJhYfWtZWNgUYHZkMOYEWA

https://www.filosofiapirata.net/habitar-la-excepcion-pensamientos-sin-cuarentena-i/?fbclid=IwAR0hSZN6rISGDglvvBdKkfn8uTDYft0VuV5uI5Tpz3Fdhq8-wxkrmtALdAU

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Soberanía del capital y comunitarismo

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Obra de Juan Genovés

Cuando escribo nos encontramos a la espera de las medidas económicas que el gobierno español va a poner en marcha para frenar la crisis precipitada por el coronavirus. Desde los movimientos sociales se presiona para que las medidas ayuden a las mayorías sociales; para que sean útiles a las clases y grupos sociales más desfavorecidos.

El núcleo duro del área económica del «gobierno de progreso» español está compuesto por personas con ideología neoliberal. Ana Patricia Botín avaló y se felicitó por el nombramiento como ministra de economía de Nadia Calviño. Desde Fuentes Quintana y Miguel Boyer, hasta Calviño, pasando por Solchaga, Solbes, Rato o De Guindos,  los ministerios de economía del gobierno español han estado al servicio del capital.

En ese marco de políticas neoliberales cedimos la moneda y, así, perdimos la capacidad de realizar política monetaria. Con ella perdimos la política cambiaria: las devaluaciones de la moneda han sido una herramienta de política económica durante siglos. Además, no tenemos capacidad de realizar política fiscal. Si el Estado se endeuda, lo que ha realizado en los últimos años con más facilidad que cualquier empresa o familia, será chantajeado por el capital financiero (vuelve la «prima de riesgo», el bate de beisbol de la mafia financiera), precisamente aquél que controla la moneda, los tipos de cambio, la política fiscal (la deuda), es decir, la política económica.

Las políticas económicas neoliberales impulsan la cesión de la soberanía económica al capital financiero. El caso español ha sido ejemplar. Ahora, en estos momentos de crisis, un escaso número de personas, con capacidad de decisión sobre enormes fondos de capital, decidirán cuánto dedican a mantener con vida la fuerza de trabajo y cuánto a mantener sus tasas de ganancia. Cuánta legimitación requiere la acumulación.

En la actual economía capitalista, gobiernos como el español dependen de cuánto está dispuesto a ceder el capital financiero al mantenimiento de la vida. La soberanía popular, la democracia, está raptada por la soberanía del capital. «Gobiernos de progreso» asumirán como suyas decisiones surbordinadas a otras previamente tomadas en despachos del capital («por los mercados»); asumirán la subordinación de la vida a la acumulación de capital. Eso tiene un coste enorme en vidas (hoy). Y tendrá un coste enorme por el impulso que tomará el fascismo y su repercusión en nuestras vidas (futuras).

El neoliberalismo, la acumulación de poder, la «distancia y disciplina social» nos ha traído hasta aquí: una crisis sistémica precipitada por un virus. Frente a esto podríamos avanzar hacia la distribución del poder, del capital, de los trabajos («El reparto); hacia la cooperación que acorte distancias («La unión»); hacia el asunción de responsabilidades colectivas e individuales no disciplinarias («El cumplir»).

Iniciemos el comunitarismo.

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Gobierno de progreso para ricos

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Miren Etxezarreta:

«El señor Escrivá, Ministro de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones, ha dejado ver algunos de los planes que tiene para las pensiones públicas. Y la verdad es que da bastante miedo pues, continuando en las líneas de sus planteamientos anteriores, consisten en un ataque muy refinado para debilitarlas en varios aspectos y orientarlas hacia un modelo donde las pensiones privadas sean dominantes, en línea con las orientaciones del Banco Mundial.»

Manuel Delgado Cabeza:

«Cuando lxs agricultorxs han salido a la calle, desde el Gobierno se ha elaborado un Decreto de modificación de la Ley de la Cadena Alimentaria. El mismo día en que se aprobó el Decreto, el ministro Planas declaró que a partir de ahora “el precio de venta nunca podrá ser inferior a los costes de producción”. Ese fue el titular, pero lo que agregó a continuación anulaba lo anterior: ‘que libremente se han determinado entre vendedor y comprador’. Suponer que el precio ‘se pacta’ ‘libremente’ no puede ser producto de la ignorancia. Que los precios ‘se pactan’ a partir de unas relaciones de poder absolutamente asimétricas se llega a reconocer en los Antecedentes del Decreto. Un informe técnico hecho por la COAG sobre el Decreto puede leerse: ‘se está legitimando que se pueda estar percibiendo un precio por debajo de los costes y de hecho se está pidiendo al agricultor o ganadero que lo legitime con su firma en el contrato, aceptando las posibles presiones de su comprador’.»

Fernando Pessoa:

«Todo lo que se ve es otra cosa».

Tras demasiadas décadas de engaños, los gobiernos «socialistas» continúan a lo suyo: poner en marcha políticas de derechas gracias a votantes de izquierdas.

Nuestro peor virus.

 

Fuentes:

– https://portaldeandalucia.org/opinion/medidas-concretas-para-que-nada-cambie/?fbclid=IwAR3rl2FVA5Ovyw8MoyVXqX3ZKiW3bXMrjPRQSZsXUhGRfb8sUuxm-28zfIM

– https://blogs.publico.es/dominiopublico/31156/sutil-y-artificioso-un-nuevo-ataque-a-las-pensiones-publicas/

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Economía plebeya

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Esta entrada tiene como origen la lectura del magnífico artículo de Amador Fernández-Sabater «Eliminar todo lo que vagabundea».  https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/757628b7-c5b3-41e9-be84-1b24a3f122cb/eliminar-todo-lo-que-vagabundea

La posibilidad plebeya de otra economía

Michel Foucault, en sintonía con Glucksmann, propone la figura de “la plebe” para dar cuenta de “lo otro”. La noción de plebe nos permite pensar de forma radicalmente distinta tanto la lucha como lo que lucha. Así, la Economía social con vocación transformadora sería una economía plebeya en tanto que piensa tanto la lucha como lo que lucha de modo muy diferente a como lo hace el resto de movimientos y organización políticas y socioeconómicas.

En primer lugar, la plebe no es un grupo social, ni una colección de individuos determinada, ni un sector objetivable, sino más bien una falla que atraviesa las identidades dadas en zigzag. El poder y la resistencia no se deducen simplemente desde el marcaje de un cuerpo por una posición social o una identidad, sino que pasan por un tipo de actitud, disposición o actividad. Es decir: no sólo existe “lo que uno es”, burgués o proletario, blanco o negro, hombre o mujer, sino “cómo se es lo que se es”. En ese cómo reside la posibilidad plebeya.

La plebe no existe como esencia o sustancia sino sólo como acción, manifestación, acontecimiento. No existe “la” plebe, pero “hay plebe”. La plebe es algo que pasa, y si no pasa no existe. La subversión no es una identidad, sino una práctica. ¿Qué tipo de práctica? Un movimiento de desobediencia, una energía centrífuga. La economía plebeya es con respecto al poder capitalista una réplica creadora que distribuye nuevamente las cosas. La resistencia de economía social considerada como plebeya no opone al poder del capital una fuerza de contención sino una dinámica, una acción, un contra-movimiento.

Por último, la economía plebeya es un “punto de vista”: una perspectiva a través de la cual mirar el mundo. Mirar desde los agujeros, las fallas y las fisuras de la economía capitalista nos permite la descripción del funcionamiento de los dispositivos que nos tienen atrapados.

El orgullo de una vida soberana

Vagabundo es todo aquel que se fuga de los campos ya establecidos y abre nuevos caminos posibles. “El vagabundo nace del orgullo”. Ese orgullo es la afirmación de una vida soberana que no acepta el sacrificio del trabajo asalariado dependiente, que no intercambia el tiempo de existencia por dinero, que no es medio o herramienta de un fin ajeno.

La televisión diaboliza a los vagabundos, a todo aquel que escapa a las leyes del trabajo “normal” y la normalidad, como monstruos, como criminales, como el mal. La policía se encarga de vigilarlos y detenerlos. Hay que impedir el contagio con la gente “honesta”, “buena” y “trabajadora”, segregar al vagabundo del resto de la sociedad.

Como explica Alana Moraes para el caso brasileño, los “vagabundos” que Bolsonaro promete eliminar son personas y colectivos que disfrutan de tiempo libre, organizan fiestas y encuentros, mantienen una relación afirmativa con el cuerpo y el placer, hacen un uso no propietario de la riqueza. No sacrifican la vida a la lógica de beneficio. El orgullo de la vida soberana.

Los vagabundos son todos los que se desvían de las normas de orden y productividad. Todo lo que atenta contra la patria y la empresa, la patria-empresa, la patria como empresa. A partir de ese orgullo y “desvío” es de donde pueden surgir agentes de economía plebeya, de economía social con vocación subversiva. Fuentes de vidas soberanas frente a la economía capitalista.

Una alternativa al fascismo posmoderno y al racismo de mercado

El fascismo clásico fue el ideal de plegar el mundo al poder del Estado. Había que eliminar para ello todo lo que “no encajaba” en la ley estatal: judíos, homosexuales, locos… El fascismo posmoderno es la tentativa de plegar el mundo a la lógica de mercado.

Mientras que Glucksmann hablaba de un “racismo de Estado”, hoy podríamos hablar de un “racismo de mercado”, siempre que tengamos en cuenta que el Estado en el neoliberalismo sigue bien operativo pero subordinado a las lógicas de empresa. Si lo que se atacaba en “lo que no encajaba en la ley estatal” era una cierta autonomía de la existencia con respecto al Estado, lo que se ataca hoy es la autonomía de la vida con respecto al mercado capitalista.

El fascismo posmoderno sería una exasperación de lo neoliberal, en el sentido de subordinar el deseo a la realización y el consumo de mercancías. El fascismo neoliberal, según Sztulwark, sería el “odio” contra todo lo que se sustrae a los mandatos de valorización capitalista.

En la tentativa neoliberal de identificar el mundo y la vida con los imperativos de máximo rendimiento y productividad, los cuerpos se agrietan. Algo se rompe, algo se quiebra, algo grita “no puedo más”. Y de ese malestar surgen tres posibilidades:

1) Ser apagado y gobernado mediante terapias, pastillas… perdiendo la capacidad de inquietarnos y hacernos preguntas sobre el sentido de la vida que llevamos;
2) Ser redirigido contra los “culpables” de lo que pasa, las personas orgullosas de sus formas de vida no-productivas, convirtiéndose en resentimiento y rabia reactiva;
3) Ser escuchado y acogido, transformándose así en la energía que necesitamos para la creación de nuevas formas de vida.

Esas nuevas formas de vida en las que la Vida no se subordina a la acumulación capitalista, en las que el valor de uso no se subordina al valor de cambio, en las que los trabajos de cuidados, reproductivos no se subordinan a los asalariados dependientes, esas formas de vida conformadas por todo aquello que vagabundea. Así, vagabundos y plebeyos darían lugar a la economía social transformadora que debe ser alternativa al fascismo posmoderno y al racismo de mercado.

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Virus y sociedad capitalista

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1. El coronavirus es uno de otros posibles patógenos aún más mortales que parecen van a surgir en el futuro. El origen parece ser la transmisión del virus de los animales a los humanos a causa de la búsqueda de beneficios empresariales mediante la agricultura industrial intensiva y la extensión de los mercados de carne de animales salvajes exóticos.

2. No nos engañemos, las enfermedades y muertes causadas por el virus no preocupan a los estrategas del capital. Igual que no es preocupante las miles de muertes por hambre y enfermedades evitables cada año. Incluso M. Roberts ha oído «argumentar en las suites ejecutivas del capital financiero que si mueren muchas personas viejas e improductivas, ¡eso podría aumentar la productividad porque los jóvenes y los que son productivos sobrevivirán en mayor número!» Lógica capitalista de manual. Muy positivo para la «sostenibilidad» de las pensiones, entre otras cosas, es la insostenibilidad de la vida de las personas de más edad. La preocupación se centra en el daño potencial a los mercados bursátiles, las ganancias y la economía capitalista. Lo que de verdad preocupa a los dueños del mundo capital es si esta epidemia podría ser el desencadenante de una gran recesión o depresión, la primera desde la Gran Recesión de 2008-2009.

3. Aunque la naturaleza puede estar involucrada en la epidemia de virus, la cantidad de muertes depende de la acción humana: la estructura social de la economía; el nivel de infraestructura y recursos médicos y las políticas de los gobiernos. Por eso se teme un descontrol total en economías donde el Estado apenas presta servicios públicos, como EEUU (sí hay un enorme gasto público, pero militar).

4. La solución de este problema pone en cuestión un dogma incontestable de la economía y sociedad capitalista: la bondad de la competitividad y la búsqueda del beneficio económico. Dean Baker lo expresa así: «Hay gente en todo el mundo trabajando lo más rápido posible para desarrollar una vacuna. La mala noticia es que todos están compitiendo entre sí, no colaborando.»

5. La crisis sanitaria actual es un momento ideal para atacar la economía capitalista: confrontar el dogma del mercado, el trabajo entendido únicamente como el asalariado, la competitividad, el valor de cambio, la propiedad privada, el objetivo de la ganancia. Pero resulta que antes ya se había inoculado un virus mortífero y reaccionario: la actitud acrítica frente al virus capitalista.

 

Fuentes:

– http://www.sinpermiso.info/textos/coronavirus-deuda-y-recesion

– https://ctxt.es/es/20200302/Politica/31263/donald-trump-patentes-vacuna-coronavirus-dean-baker.htm#.XmakLwfOF20.twitter

El artículo ha sido traducido al euskara en la revista Argia:

https://www.argia.eus/albistea/birusa-eta-gizarte-kapitalista?fbclid=IwAR2rW58-TDCAsBO2WW3C5LZa6LUpnopP8qBhLTS3RicmCqZtq0LOfOjhnPQ