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Flamenconomía/Tema 3

Sobre el trabajo (y las que no trabajan)

Helios Gómez

Desaprender

Ludwig von Mises (un liberal consecuente) dijo una vez: “A nadie se le ha ocurrido que ausencia de salario sería una expresión más correcta que ausencia de trabajo, pues, de lo que carece la persona sin empleo, no es del trabajo, sino de la remuneración del trabajo”.

Sin embargo, el libro de tercero de primaria de la editorial Santillana (por poner un mal ejemplo), define trabajo así:

“Trabajo: Cualquier actividad que realizan los seres humanos para obtener un dinero a cambio, es decir, un sueldo.”

Y define población inactiva así:

“Está formada por personas que no pueden trabajar o que no cobra un sueldo por sus actividades. Dentro de este grupo están los niños, los jubilados, los estudiantes y las amas de casa.”

Sólo trabajan, los que tienen un sueldo. Las amas de casa son inactivas. Pensamiento muy primario para la enseñanza de primaria.

Le digo a mi hija que lo estudie o que no.

Aprobar es desaprender cuando priman los dogmas o la propaganda, o los dos, o es lo mismo.

No es lo mismo

No, no es lo mismo trabajo que empleo.

Tampoco lo es paro y desempleo.

Las esparragueras de mi pueblo trabajan, no están paradas, están desempleadas. Fuera de casa, como esparragueras, o aceituneras, y dentro de casa. Como supuestas “amas” de la fábrica más importante de la economía capitalista. Fabrica, o como se diga, mano de obra.

Desempleo no es paro, lo diga Agamenón o su porquero.

Las amas de casa trabajan, satisfacen necesidades, cuidan. Trabajan, con o sin sueldo.

Para la economía de los capitalistas, solo trabaja quien tiene un empleo, quien es empleado para obtener ganancias.

Sólo es población activa quien se ofrece a colaborar en la generación de beneficios.

Sólo crea trabajo el empresario, el emprendedor, los mesías del capital.

La subsistencia requiere un salario, sólo los dioses empresariales lo pueden suministrar.

Y así, la libertad para ser explotado se convierte en un derecho, el derecho al trabajo.

Y así, sólo quien contrata puede otorgar la vida social, puede permitir que no abandones tu pueblo. Es el dios que te da el derecho a vivir donde quieras. Tu lugar en el mundo lo marca una localización de ganancias.

Y así, confundiendo trabajo con empleo, el propietariado obtiene el poder de decidir quién merece vivir aquí, o allí.

Desgraciaíto de aquel/ que come el pan de manita ajena./Siempre mirando a la cara,/si la pone mala o buena.

Nadie condenó la violencia, cuando nos echaron de la tierra, los que ahora pueden salvarnos del destierro.

Son los héroes sociales, los nuevos emprendedores que conquistan la capacidad de poder salvarnos, los únicos en hacernos útiles.

Confundir trabajo con empleo, paro con desempleo, favorece a Agamenón, nunca a su porquero.

Por eso, no puede convencernos.

Minas

“El trabajo de los pobres es la mina de los ricos”, dijo John Bellers.

Ahora, hay minas sin mineros: la especulación financiera, la robotización; y surge, de nuevo, aquello de que lo peor no es ser explotado, sino que no te quieran explotar.

Las minas de los ricos, minan nuestro futuro. Las minerías de cobre, de coltán, de datos.

Y a pesar de todo se pide “trabajo garantizado”, “pleno empleo”, la “máxima ocupación”.

El problema comenzó, cuando en vez de pedir renta, empezamos a pedir trabajo (asalariado).

Su ideología se convirtió en la nuestra y, desde entonces, tenemos el objetivo conjunto del pleno empleo.

“Lo peor de la condena, es cogerle el gusto a las cadenas.”, como escribió Isabel Escudero y nos canta Rocío Márquez.

¡Viva el trabajo, vivan las caenas!

Locuras

Estudia lo que más salida tenga, les decimos a los que más queremos.

Conviértete en una mercancía que tenga demanda.

Que el mercado laboral te favorezca, que alguien quiera comprar tu tiempo, tu fuerza, tu alma.

“La gran transformación” consistió en convertirnos en mercancías. En hacer que la vida pasara a ser objeto de mercadeo.

La mujer que rompe el plato/ sin ser hora de comer/ por muy bonita que sea/no le sale mercader.

Busca tu talento. Ponte en valor (de cambio) para que otro te use. Mejora tu empleabilidad, hazte único, única, y así disminuirá la oferta de lo que eres, será mayor la demanda y aumentará tu precio, tu salario, tu libertad.

La gran transformación de hoy es desmercantilizar la vida. Ni la gente ni la naturaleza somos mercancías.

Quizás así obtengamos lo que nos merecemos.

Quizás así, dejemos de avanzar en la locura.

Me dice la gente/ me lo van diciendo/ que ando medio loco de tanto pensar/ lo que me pasa es que no puedo más/ porque a mí nadie me ha dao/ lo que me tienen que dar.

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