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Esta generación andaluza

Hablemos “con acento”, de vez en cuando, de las cosas de comer que si no después no hay para cerveza, a poder ser artesana andaluza.

Trampas y Next generation

“Next generación”, es decir, próxima generación. Así denominan a los fondos europeos que deberán combatir la crisis económica actual. Los neoliberales quieren fondos estatales; quieren la intervención pública. Nunca han querido lo contrario, pese a la propaganda. La política neoliberal no consiste en menos Estado, sino en poner al Estado al servicio del capital. O sea, menos gasto público para gastos sociales y mejora de la vida de la gente (tenga o no dinero), por un lado, y, por otro, todo el gasto público posible para mejorar las condiciones de obtención de beneficios (mejora de la vida de la gente que tiene dinero). Por eso el neoliberalismo está causando los mayores niveles de desigualdad de la historia. Los fondos europeos servirán, por tanto, para salvar empresas de capital de “esta generación”. La “próxima generación” será la encargada de pagarlo. La deuda como negocio y saqueo permitirá al capital financiero seguir obteniendo beneficios.

El gasto público keynesiano tenía como objetivo impulsar la demanda, mejorar la distribución de la riqueza. El gasto público neoliberal tiene como objetivo salvar a la oferta, a las grandes empresas, y de ese modo aumentar la desigualdad, la precariedad y la injusticia. Y lo hará por dos vías esenciales: una, el capital financiero prestará dinero a las instituciones públicas, de las que cobrará intereses; dos, ese dinero público irá a empresas propiedad de ese capital financiero, de las cuales obtendrán más beneficios. Ese es el juego: más desigualdad, más riquezas para los mismos y más trampas para la próxima generación.

Y, ante esto, demasiado silencio. Poca atención. Somos una sociedad hiperactiva: exceso de atención en temas y momentos; déficit de atención en otros momentos y temas. Desequilibrio de la atención inducida, por supuesto, por intereses espúreos que nos marcan cada vez más el paso, la agenda, incluso el argumentario.

En este caso no atendemos a trampas que ofrecen queso y te pillan el futuro. Una gente perdida, las mayorías que tan sólo ven el queso; otra, la minoría, a la espera de algún premio o “pedrea” a costa de la “next generación” atrapada.

El próximo saqueo

Pello Igeregi, dirigente del sindicato vasco ELA, escribía hace unas semanas un artículo en el que se podía leer: “Con la excusa de la transición ecológica se prepara el próximo saqueo. Europa ha planteado fondos enormes para hacer frente al reto de la digitalización o la transición ecológica. Pero no hay más que analizar los proyectos presentados para participar en estos fondos en la Comunidad Autónoma Vasca para tener claro que aquí no hay transición. Se van a financiar proyectos de empresas concretas, proyectos pensados desde antes de esta crisis (como Petronor o Iberdrola); se van a financiar proyectos privados y ganancias privadas mediante deuda pública, para luego recordarnos que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que las políticas de ajuste para hacer frente al exceso de deuda pública son imprescindibles. Para rematar esta falacia, los mismos políticos que invocan la necesidad de la transición ecológica destinan subvenciones públicas para alargar al máximo la esperanza de vida del motor diésel, en lugar de destinar ese dinero a la transición que inevitablemente les tocará vivir al sector del automóvil y sus trabajadores.”

Una vez leído esto respecto a la Comunidad Autónoma Vasca, imaginen lo que ocurrirá aquí, en Andalucía. Hace unos unas semanas, se podía leer una noticia que decía lo siguiente: “Andalucía nombra al ‘equipo de los 20.000 millones de euros’. Seis consejeros decidirán los ‘proyectos-región’ de gran calado (mínimo 10 millones de euros) que presentará la Junta, incluyendo iniciativas privadas y de otras administraciones.” Se trata de asignar los fondos europeos denominados “Next Generation UE”.

Pienso en los movimientos existentes en los despachos de la Junta en búsqueda de esos millones de euros de la “siguiente generación de saqueadores”. La “Sevilla cortesana” debe estar llena de gente “muy preparada”: “liberales” expertos en captar dinero público, es decir, neoliberales. Sí, eso son los neoliberales, gente como Rogelio Velasco (consejero de economía) o Juanma Moreno. Gente que siguiendo a Friedman, muchos casi sin saberlo, utiliza el Estado, especialmente cuando llega una crisis capitalista, o cualquier desastre natural o creado, para avanzar en los intereses del capital, en la acumulación de riqueza, en la generación de desigualdad.

Traigo ahora aquí una reflexión que hice hace unos meses, en este verano tan atípico, a raíz de la lectura de «La doctrina del shock», de Naomi Klein: “El gobierno y otras instancias políticas y socioeconómicas de Andalucía van a utilizar la crisis sanitaria para avanzar en la privatización, la exclusión y la desigualdad de la sociedad andaluza. Y para ello utilizan a empresas como KPMG. Esta empresa recibió 240 millones de euros en el Irak posterior a la invasión para elaborar proyectos y leyes necesarias para el saqueo de las empresas occidentales. (…) Esta empresa está muy bien asentada en Andalucía. Aquí, y allí donde estén y tengan capacidad de influencia, serán útiles para aprovechar cualquier crisis para saquear y expoliar lo común en beneficio de las élites. Empresas como KPMG son colaboradoras necesarias en el despojo programado por el capitalismo del desastre. El desastre que supone el capitalismo requiere de estas ‘eficientes’ organizaciones.”

Olas necesarias

Hace unos meses se veía venir, hoy me gustaría no anticipar nada negativo sino que en Andalucía hay organizaciones, periódicos, sindicatos, partidos o movimientos sociales (o algún club de Amigos de la Magia, lo que sea), capaces de investigar lo que van a ocurrir con esos 20.000 millones que se están encauzando hoy día, ahora mismo, en esos despachos llenos de neoliberales. Es decir, de gente que controla y asigna dinero público para mayor gloria del capital.

La siguiente generación del capital es tan ratera como todas las anteriores. Esperemos que tanto la actual como la “next generation” andaluza seamos capaces de frenar el saqueo sufrido por las anteriores. Esas “olas” son muy necesarias.

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Entrevista de JD Vidal Gallardo (III)

«Hay pobres porque hay ricos. Sin embargo, los ricos se han encargado de hacer creer que para que los pobres mejoren, a los ricos les debe ir bien. Al final esas ideas terminan siendo hegemónicas. Solo de ese modo se puede entender que haya gente muriendo de hambre cuando es totalmente evitable.«

https://moroninformacion.es/moroneando-sobre-sociedades-alternativas-con-oscar-garcia-jurado-parte-iii-por-j-d-vidal-gallardo/?fbclid=IwAR3rKQM0jO0QB4dqejBVKUJxx4HbEUMc-ZPyAKRngYC4I50J_3AYaUzUJso

Foto: Encuentro Coop 57. Zaragoza, abril 2015. Junto a Macarena Fernández y Jordi Puyol i Moix
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Quitavergüenzas soberanas

Hoy es un buen día para hablar de las privatizaciones, como cualquier otro.

Las privatizaciones es una de las bases del neoliberalismo, estrategias políticas que desde la década de 1980 impulsó la economía capitalista hacia sus esencias: aumentar los beneficios empresariales y la soberanía del capital.

En estos meses de pandemia observamos como la banca disminuye sus servicios. Sería un buen momento para que aquella Caja Postal privatizada ejerciera de banca pública.

En estos meses observaremos como hay miles de personas que no pueden pagar los precios de la energía. La privatización logró que la soberanía de las eléctricas se impusiera al derecho a no pasar frío.Vemos constantente cómo los servicios públicos municipales privatizados avanzan inexorablemente hacia el siglo XIX. La soberanía del consumidor es un eslogan para ocultar la soberanía de los accionistas.

Aqualia ha dejado a los pueblos de mi comarca sin agua estos días de puente. La soberanía del capital hará que no sufra ningún tipo de castigo. En todo caso, con o sin razón, ese castigo lo sufrirá la actual «política quitavergüenzas», quintaesencia del actual sistema político. Los culpables serán los políticos, la política, mientras que la eficiencia empresarial seguirá inmaculada, desde su concepción.

El neoliberalismo, las privatizaciones, no significan menos Estado, sino un Estado que impulsa, trabaja y hace de escudo para la cada vez mayor soberanía del capital. La supuesta soberanía política es, cada vez más, una quitavergüenza de altos funcionarios y ejecutivos ocultos en oscuros despachos de los que salen para tener instructivas reuniones entre gente seria que se ríe de la gente. De este modo, alcades y concejales terminan en demasiadas ocasiones por ser bencenos culpables mientras las «Aqualias» de turno acabarán siendo las que «resuelvan» el problema.

Es posible cambiar esta situación para quienes desean que la política institucional deje de ser esa quitavergüenzas. Primero, mirando a la cara, asumiendo y publicitando las restricciones impuestas por el sistema. Segundo, con la imaginación suficiente para sobrepasarlas. Tercero, con la humildad para asumir que se está dentro para construir y ser herramienta de un afuera imprescindible para la confrontación. Y así, con realismo, imaginación y humildad es posible desnudar a esos reyezuelos que campean por despachos consistoriales, almuerzan en salones privados y hacen privado lo público.

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Misterios

Dice Jorge Oteiza, mucho más que un escultor vasco, «el misterio es lo que escapa a la sabiduría, pero bien se comprende que depende de ella.» Dice la voz popular, «lo fácil no tiene misterio».

Vivimos días de misterios, de transformaciones tan difíciles como necesarias, de mentiras complejas. Para transformar hay que conocer, y, ambas pasos o se hacen en común, colectivamente, o no se darán.

Necesitamos algo más que sabiduría, pero siempre dependiendo de ella; en continua fuga de la ignorancia, tan valorada, impulsada y usada por el poder para seguir siendo poderoso. En fin, alcanzar la sabiduría suficiente para saber que sólo con sabiduría no basta.

Requerimos misterios que desentrañar, mentiras que desvelar, sueños que alcanzar; que la realidad no nos impida nunca soñar; que no confundamos el embuste con el misterio, lo fácil con lo justo y necesario.

Y que viva Oteiza y lo popular, osea, los misterios.

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Nuevo ciclo

Es verdad, para conocer siempre hay que recordar. En noviembre de 2013, hace por tanto siete años, me enviaron unas preguntas para participar en una encuesta-sondeo sobre la situación socioeconómica.

Estas fueron las preguntas y las respuestas que le di:

«¿Cómo definirías en un par de frases la situación actual del Estado español…?»

-En lo económico. «Si entendemos “lo económico” como crecimiento económico lo normal es que la situación no empeore. Puede que haya tasas de crecimiento positivas que hagan que se estabilice la situación macroeconómica, mientras que mejoren las tasas de beneficios empresariales gracias a la reducción de costes que ha supuesto las estrategias de devaluación interna. La desigualdad social se amplía por lo que el aumento de la demanda sólo vendrá de fuera, del comercio exterior.«

-En lo político. «Es interesante ver qué ocurre con la cuestión catalana. Por lo demás el régimen va a buscar la estabilidad pasando de una alternancia a dos (PP/PSOE, contando de vez en cuando con CiU y PNV) a un alternacia a cuatro (PP-UPyD/PSOE-IU). En Andalucía estamos viendo como IU (PCE) puede ser un instrumento muy útil para sostener el actual régimen político del Estado español.»  

-En la percepción social. «Tranquilidad y sumisión “aterradora”. En Andalucía estamos en una situación social brutal y apenas hay protesta. Por tanto, la percepción social es que “la cosa está mal”, “no sé cuándo va a mejorar”, “mejor no protestar” pues “no se puede morder la mano que te dá de comer” y de fondo vivimos en una sociedad profundamente conservadora. «

Poco después de dar esas oponiones nacería Podemos. Posteriomente UPyD dejó paso a Ciudadanos y un tiempo después nació VOX. En Andalucía, el municipalismo y un Podemos muy Anticapitalistas dejó bastante al margen al PCE-IU. Susana Díaz perdió unas elecciones en las que el PSOE dejó la Junta de Andalucía. Hoy, la supuesta derecha ocupa los sillones de la Junta, mientras un virus hace que el poder apueste, como siempre, por no dejar de pasar la oportunidad de obtener mayores beneficios de una crisis. Y en todo esto, PCE-IU-Unidas Podemos vuelven a la casilla de salida de hace siete años, con nueva gente y viejas estrategias.

Hoy, noviembre de 2020, «la desigualdad social se amplía«, «en Andalucía estamos viendo como IU (PCE) puede ser un instrumento muy útil para sostener el actual régimen político del Estado español», y, sí, sobre todo en Andalucía, hay una «tranquilidad y sumisión aterradora«.

A pesar de todo, nada es lo mismo. Hoy pienso que, una vez en las izquierdas institucionales el personal se ha quitado las caretas, las posibilidades de transformación en beneficio de las clases dominadas son mayores. El ciclo 15-M murió. Nace un nuevo ciclo.

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Renta básica: instrumento de autonomía

En enero de 2003 conocí a José Iglesias, Maestro en muchas cosas, entre las que se encontraba una herramienta sociopolítica a la que llamaba Renta Básica. A lo largo de todos esos años he aprendido a conocer y ver claramente cómo el poder utiliza de manera espúrea conocimientos, luchas, trabajos de mucha gente. Nada nuevo, siempre ha pasado, lo cual no quita que siempre, siempre, continuemos, perseveremos porque sin esperanza, lucha y perseverancia solo queda la aceptación del mal, la mentira, la injusticia. El mal no gana si hay bien en lucha.

Ante la mentira del poder, o el poder de la mentira, hablemos de renta básica. Hablemos, por tanto, del trabajo.

¿Qué es el trabajo? Podemos entender por trabajo a la ejecución de tareas que suponen un esfuerzo humano (mental y/o físico), que tienen por objetivo la producción de bienes y servicios que sirven para satisfacer las necesidades de las personas. Por tanto, no sólo es trabajo aquella actividad que se realiza en una empresa a cambio de un salario y con el objetivo de generar beneficios empresariales. No sólo son personas trabajadoras aquellas que tienen un patrón que les proporciona un salario. También lo son las personas, fundamentalmente mujeres, que se han encargado de realizar las tareas, trabajos, en el hogar, de cuidar a niños y mayores. Y también son trabajadoras aquellas personas que realizan un trabajo voluntario sin contraprestación monetaria alguna. Y, cómo no, a las que se le denominan «paradas» y realizan actividades como coger espárragos y targarninas y obtener unos recursos a cambio de su venta (o rifa).

Es cierto que en la economía capitalista el trabajo dependiente asalariado (por cuenta ajena) se colocó en el centro de la sociedad; que la relevancia de esta actividad laboral en la vida de las personas es evidente y en muchos casos central. También lo es la enorme relevancia que ha tenido y tienen las organizaciones obreras, aquellas vinculadas al trabajo dependiente, en la transformación de la sociedad. Sin embargo, aumenta el número de personas que piensan que no es posible seguir avanzando en la justicia social y la libertad (o autonomía o soberanía) de las personas sin considerar trabajadoras a la gente que cuida de las demás; sin luchar por hacer que todas las personas que realizan una tarea que sirve para satisfacer las necesidades de los demás tengan una renta.

El trabajo dependiente o empleo, aquel que depende de los empresarios (propietarios de los medios de producción y vida) y que hasta ahora ha sido el único que merecía ser llamado trabajo, lo gradúan estas personas según su interés y, por ello, cada día es más escaso, o precario, o precario y escaso. Existe más gente que ofrece su fuerza de trabajo que empresas que la demandan. La escasez del trabajo asalariado es la fuente del poder empresarial, y con ello de su capacidad para precarizar el empleo y la vida de la gente. Por ello es necesario distinguir lo que es trabajo de empleo; tener claro que el empleo es un tipo de trabajo, no el trabajo; y dejar de exigir el pleno empleo y pasar a exigir que todas las personas tengan una renta que les permita vivir con dignidad.

Las personas debemos lograr la autonomía del capital. Las que vivimos de nuestra capacidad de trabajar, y no de capital acumulado, debemos dejar de depender de aquéllas que viven del trabajo de las demás. Mientras se le otorgue a una minoría la capacidad de «crear» puestos de trabajo y, de este modo, controlar la renta que llega a la gente, no habrá posibilidad de lograr la mejora de vida de la inmensa mayoría de personas. En el actual capitalismo, seguir pidiendo trabajo (asalariado) o empleo es continuar dependiendo de la minoría privilegiada que viven a costa del sufrimiento de las demás. Si queremos avanzar en la justicia social y la libertad de las personas debemos pensar en mecanismos de distribución de la riqueza que no dependan del mercado de trabajo, que no dependa de ningún mercado, porque si no estaremos poniendo en manos de los que no quieren redistribuir los mecanismos de distribución.

Por eso es preciso hablar de las cooperativas autogestionadas y con objetivos poscapitalistas; por eso hay que volver a pedir que los medios de producción y vida sean públicos o colectivos o comunitarios; por eso hay que buscar alternativas al trabajo por cuenta ajena; hacer que el valor de las cosas no las marque el valor de cambio o mercado capitalista sino el valor de uso. Por eso la renta básica es un instrumento a considerar por los que buscamos la justicia social y la autonomía de las personas.

Ante el Estado del capital, ante el capital soberano, la renta básica no es más que una herramienta para ampliar la autonomía de la gente, para contrarrestar la actual tiranía del capital. Ni más, ni menos. Si no sirve para eso no es renta básica sino más bien otro elemento básico de tergiversación del poder, de justificación de la actual soberanía del capital.

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La libertad como privilegio

Nikolaos Gavalakis entrevista a Thomas Piketty en Ctxt. Titular: «La desigualdad de la propiedad crea una enorme desigualdad de oportunidades en la vida”.

En Andalucía, la desigualdad de la propiedad nos marca como ningún otro factor socioeconómico. Durante siglos se ha consolidado la desigualdad de la propiedad de la tierra, del patrimonio común. Esta situación se amplió durante la dictadura de Franco y las más de tres décadas de gobierno en la Junta del PSOE-A.

Mientras, en los barrios ricos de Madrid se pide libertad. En «Los Remedios» de Sevilla o en el «Barrio de Salamanca» de Madrid, gente como Sonsoles Queipo de Llano disfrutan del saqueo secular de los pueblos y gentes de Andalucía*. Ahora, además, se convierten en portavoces de la lucha «por la libertad» de los ricos. Mientras, en demasiados pueblos y barrios de Andalucía la gente tan sólo piensa en la subsistencia. Sin apenas portavoces.

El latifundio, la propiedad privada del común, el eterno saqueo hace de la libertad un privilegio, de la subsistencia una obsesión. Mientras una gente quiere libertad para poder gastar herencias manchadas de sangre y robo, otra sólo piensa en la lucha por una vida digna en su pueblo o barrio o, si no se puede, emigrar. Libremente obligados.

Maldito sea el mal reparto, y quienes propician una sociedad y economía que coarta las oportunidades en la vida, que niega la misma vida.

 

* Sonsoles Queipo de Llano no desciende directamente del fascista y carnicero Gonzalo Queipo de Llano, sino de otra rama de la aristocrática saga militar. El padre de Sonsoles, Juan Queipo de Llano Álvarez de Toledo, es Teniente Coronel de Caballería y Director del Núcleo de Enseñanza Ecuestre de la Guardia Real. Fue profesor de la infanta Elena. (Fuente: Miquel Ramos vía Twitter).

 

 

 

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Vital

En octubre del pasado año se podía leer en una noticia difundida por EFE lo siguiente: «Las personas en riesgo de pobreza y exclusión social han aumentado el último año en Andalucía hasta alcanzar a 3,2 millones de habitantes, el 38,2 % de la población, lo que supone doce puntos por encima de la media nacional, y el 68,2 % de andaluces tiene problemas para llegar a fin de mes.» (…) «Andalucía ha experimentado en 2018 un aumento de 75.000 personas en riesgo de pobreza y exclusión respecto al anterior, y el empeoramiento de la situación afecta especialmente a las mujeres, cuya tasa de aumento es de casi dos puntos mientras que en la población masculina se mantiene.» (…) «En el apartado denominado ‘privación material severa’, que incluye a personas que no pueden permitirse una comida de carne, pollo o pescado cada dos días, hay un 6,2% de la población, la cifra más alta de la década, con 670.000 personas.»

Estos días leo sobre los problemas de los autónomos, los empresarios de eventos, del sector cultural, del turismo… Apenas oigo nada sobre niñas y niños que no pueden comer carne o pescado, personas con auténticos problemas para subsistir. No visualizo en la tele, la radio, internet, lo problemas de subsistencia de la gente y, según los datos previos a la pandemia, la situación debe ser dantesca de puertas adentro en muchos hogares.

Es vital para resolver un problema plantearlo, conocerlo, empatizar con las personas que lo tienen.

Una renta mínima es lo mínimo que una sociedad decente debe poner en marcha. Y lo debe poner en marcha ayer.

Lo vital es abrir los ojos y tomar conciencia de la desigualdad, injusticia y destrucción que genera la economía capitalista.

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Economía del revés: Chirbes y el mercado

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Dice el Maestro Rafael Chirbes: «No hay riqueza inocente.»

Años cuarenta del siglo XX. El bisabuelo de Borja era lo que hoy llamamos un emprendedor. Compraba barato productos difíciles de conseguir y los vendía caros. Demanda grande, oferta pequeño, altos precios y beneficios. El mercado manda. Ha sido maestro de importantes hombres de negocios del sector de la agricultura y alimentación.

El abuelo no se quedó atrás. Amplió negocios comprando y vendiendo, tanto a particulares como a amigos políticos, en dictadura y democracia, de diferentes partidos y administraciones. Aumentó tanto la caja como el patriotismo familiar. Negocios turísticos, inmobiliarios, construcción…

El padre de Borja amplió, nuevo, horizontes. Vio que lo que más beneficio generaba en las últimas décadas del siglo XX y principios del XXI era comprar y vender dinero. Llegó a ser vicepresidente de una importante caja de ahorros. El puesto se lo dio un amigo de la infancia que alcanzó altos puestos al servicio de España.

Y Borja, el emprendedor del siglo XXI, no se conformó con su puesto de consejero de varias empresas del IBEX. Aprovechó la oportunidad que le dio el Coronavirus para servir a su país y, claro, como el mercado es justo, ganar dinero. Aprovechó contactos en China para intermediar la compra de productos que necesitaban a vida o muerte en su querida patria. Salvó muchas vidas y ganó mucho dinero.

Los rojos vendepatrias le llamaban especulador, como a su bisabuelo, abuelo y padre. Para la economía capitalista es un agente del mercado, útil para asignar eficientemente los recursos.

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Descontento

En los cuarenta años de esta democracia borbónica (perdón por la contradicción), un número significativo de personas han votado a partidos con la idea de reflejar su descontento con el sistema, político o económico, o ambos. Al PSOE en los ochenta, a IU (casi siempre), a Podemos tras el 15M, y ahora a VOX.

Poco a poco ese electorado ve como esos partidos y sus representantes quedan asimilados por el poder, por el propio sistema. Unos más que otros, pero en todos los casos no se ofrecen alternativas dentro del sistema parlamentario a ese voto de protesta. Todos acaban abrazando el «constitucionalismo», lo que dice «Europa» (o sea el capital), lo que dice la judicatura (franquista). Acaban haciendo las cosas «por responsabilidad».

La base del poder político del PSOE ha sido poner en manos del poder económico español votos de desposeídos. Es la misma base sobre la que se cimenta los resultados de ayer de VOX. El cambio principal, en lo concreto, es la intensidad y grado de la desigualdad social y, en lo general, de la crisis del capitalismo neoliberal.

El capitalismo patriarcal y ecocida contemporáneo no está dispuesto a la distribución. La desigualdad crecerá y, con ella, la crisis social, económica y ecológica. Ante esta situación serán necesarias alternativas electorales y no electorales. Y tanto unas como otras deberán proponer verdaderamente una alternativa al sistema social, político y económico. De lo contrario, la agudización de la barbarie será un hecho.

En Andalucía más porque, aunque no lo crea la inmensa mayoría del pueblo andaluz, nuestra situación es distinta. Para peor.