Categorías
Lindes locales

Fábricas

En mi pueblo ha abundado la industria. Un pueblo del medio rural con industria. Tan raro que en el pueblo se decía que lo principal siempre ha sido la agricultura. Tan raro que ni se sabía.
Y eso que el día de los inocentes de un día de principios de los ochenta se desalojó el pueblo por un accidente en una fábrica.
La industria era protagonista en una Andalucía, la rural, sin apenas fábricas. En esa industria, en esas fábricas se construyeron ideales de justicia, igualdad, orgullo obrero, dignidad feminista.
Las «camacheras», trabajadoras de fábricas de aceitunas, iban a bares o fumaban cuando en los pueblos de al lado las mujeres apenas podían salir a la calle sin el permiso del marido.
Los trabajadores de la fábrica de cemento hablaban de sindicato, hijos en escuelas o universidades o derechos laborales cuando en el campo el señorito tenía vía libre para todo lo que quisiera.
Pueblo raro en un mar de explotación. Hoy, en esas mismas fábricas se cría el retroceso, la competitividad, la autoexplotación y la admiración al explotador. Días raros en los que no nos sirven derechos pasados, dignidades historiadas o supuesta clase obrera transformadora.
Muchas de esas mujeres quieren ser como las mujeres que las explotan; muchos de esos hombres votan a «Ciudadanos» a falta de falange; demasiados piensan que el pueblo empieza y termina dentro de su casa y de su fábrica. Entre medio nada por lo que preocuparse.
Lo que eran fábricas de dignidades hoy lo son de insolidaridad. Fábricas de un futuro en el que esta gente, paradójicamente, serán las más perjudicadas.
Su presente es el fruto de un pasado de lucha; su futuro será el fruto de las actuales semillas de sumisión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *