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Tagarninas (políticas)

Movilizaciones

Los privilegiados están movilizados contra el Gobierno. Pocos con muchas banderas y poca represión. Claro.

Las mayorías machacadas por su privilegios están movilizadas contra las necesidades que asfixian la mera subsistencia. Muchas, demasiadas, centradas en lo estrictamente necesario. No hay mayor represión que el miedo a la necesidad.

Lo que asoma en color rojigualda, y lo que no asoma nublada por tanto trapo, refleja una sociedad estierca, canalla, insoportable.

Economía chinchorrera, donde los parásitos absorben vidas.

Vidas luchadas frente a vidas estiercas.

 

PD: para una aproximación veraz al significado del adjetivo «estierco» es necesario haber oído y visto a «Los estiercos», enorme chirigota moronera de Carlos Azogue.

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Por necesidad o convencimiento

¿Qué porcentaje de personas tienen un trabajo en situación de «informalidad» en economías como la andaluza? ¿Cuánta gente en Cádiz, los pueblos de la sierra sur de Sevilla o el norte de Granada trabajan por debajo del radar del Estado? Miles. Y en cada crisis capitalista aumenta. Las enormes tasas de desempleo sin protesta tienen explicación para quien quiera buscar más allá de los números oficiales.

En lugares como América del Sur las respuestas a la economía capitalista han seguido caminos que les han llevado en muchos casos a las “cooperativa de trabajo asociado”, las “cooperativas de productores” o a «recuperar fábricas» cerradas por los empresarios. O siguen el camino de las experiencias comunitarias en el que autogestionan sus necesidades intentando, en mayor o en menor medida, ser gestores, propietarios y beneficiarios de sus organizaciones productivas y, de este modo, poder mantener y enriquecer sus sus vidas.

En unos casos porque el mercado de trabajo deja fuera a cada vez más gente, quienes, añorando el trabajo asalariado, no tienen otro recurso que la autogestión para obtener el sustento. En otras ocasiones buscan la autogestión y la propiedad colectiva para participar colectiva y democráticamente de la gobernanza y de la gestión de la empresa que les provee de renta. De este modo, las personas afrontan su subsistencia dirigiendo y administrando su propio destino, y también el producto de su trabajo. De este modo renuncian, en palabras del abogado argentino Mario Schujman, «a la seguridad del sometimiento que se produce cuando lo vende a un patrono en el mercado laboral».

Pienso en un futuro donde abunden las prácticas socioeconómicas transformadoras alternativas a un mercado de trabajo que no demandará fuerza de trabajo suficiente para evitar enormes tasas de desempleo; alternativas a empresas capitalistas que no requerirán tantos recursos humanos a los que explotar. De ese modo se podrán impulsar instituciones estatales no financierizadas que puedan sostener derechos universales que proporcionen una salud y una vida digna.

Hoy, 15M de 2020, como hace 9 años, pienso que en Andalucía (y en todo la Humanidad) se debe mirar, por necesidad o por convencimiento, a la economía social autogestionaria con vocación subversiva.

 

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Repensar

El último número de The Economist, la revista más importante del pensamiento neoliberal se titula «Un cálculo macabro». El periódico explica la actual situación: estamos obligados a parar la economía porque si no, morimos. Sin embargo, morirá más gente durante los próximos cinco años por causa del parón de la economía, ya que la ruptura de las cadenas productivas y distributivas provocará efectos de desempleo, hambre, desesperación enormes.

¿Tiene algo que ver la economía capitalista en esta situación? Todo. Si no paramos morimos; si paramos moriremos; si seguimos la crisis ecológica provocada por la destrucción capitalista acabará con nosotros.

No obstante, como plantea Ignacio Ramonet, «tratarán de hacernos regresar a la vieja ‘normalidad’. O sea al Estado de las desigualdades permanentes. Pensemos en lo que ocurrió con la pandemia de la ‘gripe de Kansas’ (mal llamada ‘española’) que se extendió a todo el planeta entre enero de 1918 y diciembre de 1920. ¿Quién la recordaba antes de la plaga actual, aparte algunos historiadores ? Todos la habíamos olvidado… A pesar de que infectó a unos quinientos millones de personas y mató a más de cincuenta millones de enfermos…»

Franco «Bifo» Berardi, por su parte, plantea nuestra actual situación en términos de posibilidad: «Podemos renunciar al beneficio, a la propiedad privada, a los criterios de prioridad que son específicos del capitalismo. Lo primero que tenemos que hacer y debemos hacerlo ahora mismo es establecer qué necesitamos básicamente: la alimentación, los medicamentos, la comunicación, el afecto, el placer de hablar con los otros… las cosas a las que no podemos renunciar porque sin ellas morimos. (…) Lo que sucede es que a la hora de cambiar los criterios de qué es indispensable y en el momento en que comienzan las restricciones surge un problema político: ¿cuál es la fuente de legitimidad para tomar estas decisiones?, ¿quién toma estas decisiones sobre cuáles son las prioridades? Esto constituye un mundo político totalmente nuevo que va a abrirse dentro de pocos meses o un año.»

Es hora de reevaluar. Como Bifo, veamos esta situación «como un refinamiento y una ampliación de nuestro horizonte. (…) estamos en condiciones de repensar las cosas: todo lo que era puramente habitual ha desaparecido y ahora miramos lo esencial.»
Normalidad del camino a la destrucción, desigualdades y muertes o repensar para transformar las cosas. Es ahí la cuestión.

 

Fuentes:

– https://www.nodal.am/2020/04/la-pandemia-y-el-sistema-mundo-por-ignacio-ramonet/

– https://ctxt.es/es/20200401/Politica/32051/capitalismo-confinamiento-crisis-franco-berardi-bifo-filosofo-entrevista-marcelo-exposito.htm

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Un pacto andaluz por otra economía

Una Economía para la Vida. Del Covid-19 a un Nuevo Modelo Económico Plural, democrático, relocalizado y ecológico para Andalucía

 

El COVID-19 es un subproducto más de la incesante destrucción de los hábitats por parte del capitalismo global (como las inundaciones del otoño pasado o los incendios en Australia). Los recortes sociales, la deslocalización productiva y la movilidad insostenible han favorecido su letalidad.

Las consecuencias de las catástrofes y las crisis no afectan a todo el mundo por igual. Andalucía, tras cuarenta años de políticas neoliberales deslocalizando la economía, recortando derechos y adelgazando el gasto público sanitario nos deja más indefensas ante la pandemia. Los datos de desempleo y pobreza antes de la crisis indicaban nuestra peor posición. En los próximos meses esta mala situación se agudizará.

Si no lo evitamos, la nueva recesión mundial en la que nos adentramos, más grave que la de 2008, provocará más desigualdad, miseria y autoritarismo. Por otro lado, es desastroso pretender salir de la crisis produciendo como hasta ahora y creciendo materialmente todavía más, porque empeoraríamos la crisis climática y energética y en pocos años se multiplicarían y se sobrepondrían las catástrofes ecológicas. Esta es la salida que pretende la Junta de Andalucía con el Decreto-Ley 2/2020 Mejora y Simplificación de la Regulación para el Fomento de la Actividad Productiva en Andalucía. La Junta de Andalucía intenta salir de la crisis con las mismas líneas políticas que nos han traído hasta aquí. Como dijo Einstein: «La locura está en comportarse siempre de la misma manera y esperar un resultado diferente».

El camino a seguir es otro. Lo marcan las iniciativas y redes de solidaridad creadas en nuestros barrios y pueblos, y debería basarse en la toma de conciencia de nuestra interdependencia (nos necesitamos las unas a las otras), ecodependencia (necesitamos y dependemos de la naturaleza) y de la importancia de los cuidados y un buen sistema sanitario.

 

La nueva gran transformación: la transición ecosocial 

A partir de la interpretación anterior son precisas transformaciones que nos acerquen a un planeta justo y habitable. Estos cambios deben tener un objetivo principal: cubrir las necesidades básicas materiales e inmateriales (alimentación, vivienda, cuidados, energía, libertad, participación, educación…) de las personas que estamos en el mundo, de forma que cada cual pueda realizar su propio proyecto de vida digna en el marco de una distribución equitativa de los recursos limitados del planeta.

Si nos centramos en la economía andaluza de manera concreta, y en el ámbito socioeconómico territorial para cubrir las necesidades básicas sin explotar al resto del mundo, al contrario, siendo solidarias, tendremos que transformar nuestro modelo productivo territorial para hacer que genere productos y servicios ecológicamente sostenibles y socialmente útiles, así como distribuirlos de manera justa.

La transformación productiva requerirá incrementar los recursos de política económica de las instituciones públicas territoriales y reorientarla a potenciar a partir de ahora los sectores que cubran las necesidades básicas de la ciudadanía, y a transformar o penalizar los que aporten poco o no aporten nada. En este sentido, algunas actividades deberán ser promocionadas: agricultura ecológica y de proximidad, salud y cuidados, energías renovables, rehabilitación del parque inmobiliario, cultura, actividades emergentes vinculadas a las TIC, la fabricación digital, entre otras.

No podremos reducir la pobreza material de la mayoría sin reducir la riqueza de una minoría. Ninguna de las medidas adoptadas por los gobiernos en estos meses de pandemia toca los intereses de las grandes empresas. El dinero para animar la economía, generado por el Banco Central Europeo, favorece a la banca, que se encargará de concederlo en forma de crédito y de embolsarse los intereses.

Es preciso dar pasos más allá de luchar por más gasto social o parar nuevos recortes. En este sentido, para un reparto más justo de la riqueza producida dentro de la economía capitalista son útiles dos tipos de políticas, a saber:

  • Políticas predistributivas: promover la Economía Social y Solidaria para modelar los mercados de productos, de trabajo y financiero.
  • Políticas redistributivas: implantar una reforma fiscal que aumente considerablemente la progresividad de los impuestos (bajada de los impuestos indirectos y subida de los directos, sobre todo a grandes empresas y rentas altas).

 

Un pacto andaluz por la salud colectiva, la democracia económica y la justicia socioambiental

Necesitamos articular un bloque de organizaciones populares andaluzas que impulse un pacto de reformas radicales que transformaran el modelo socioeconómico andaluz. Se trata de institucionalizar unas políticas en favor de un Nuevo Modelo Económico Plural, que garantice la salud universal, la democracia económica y la justicia social y ambiental.

El gobierno andaluz no tiene el poder coercitivo ni los recursos suficientes para implantar algunas de las medidas más importantes que harían falta, sino que están en manos del Estado español o de la Unión Europea. No es porque sí por el que muchas reivindicamos soberanía para Andalucía. Por lo tanto, además de intentar saltarse los límites con políticas valientes y creativas, los firmantes de este Pacto tendrían que coordinarse con actores similares del Estado español y de Europa para forzar el gobierno español y la Comisión Europea a implantar las medidas que les correspondan.

Los actores socioeconómicos que tendrían que integrar este nuevo acuerdo para relanzar la economía postcoronavirus son los siguientes:

  • El sector público.
  • El sector privado de utilidad social. Autónomos y PYMES que destinan gran parte del excedente a finalidades sociales, se acerca a la empresa social o demuestra una fuerte responsabilidad social, laboral y ambiental.
  • La economía social y solidaria y la economía popular y comunitaria: redes de apoyo mutuo, equipamientos de gestión comunitaria, huertos comunitarios y sociales, economía migrante, etc.

 

Medidas

  1. Cobertura de las necesidades básicas de toda la población mediante: Una renta básica; El control de los precios de la vivienda; La reducción del IVA sobre los productos de primera necesidad.
  2. Desarrollo del sector público andaluz: Crecimiento y mejora de los servicios públicos de la Junta, los cuales tienen que priorizar la propiedad y la gestión públicas con la participación de trabajadoras y usuarias, y cuando haga falta concertando determinados servicios con el Tercer Sector Social de la ESS; Creación de una banca pública de inversión andaluza para el desarrollo social y la transición ecológica; Creación de un ecosistema andaluz de investigación, desarrollo y comercialización de tecnologías limpias para la reconversión ecológica del sistema productivo.
  3. Fiscalidad redistributiva y ecológica: Impuesto sobre las fortunas (activos mobiliarios, inmobiliarios y financieros); Aumento del impuesto real de sociedades; Incremento de la tributación a los tramos altos del impuesto de sucesiones y del IRPF; Aumento de los recursos humanos y jurídicos para perseguir la evasión fiscal; Tasa a las transacciones financieras; Tasa al carbono, que grabe la producción de los productos que más emisiones de CO₂ generan.
  4. Democratización de los cuidados: reconocimiento social; promoción de la corresponsabilidad de todos los actores; fondo y mecanismos para dignificar el trabajo de cuidados, remunerado o no; y apoyo en los espacios y servicios de provisión comunitaria de los cuidados.
  5. Aumento de los presupuestos de cultura de la Junta al 2% y establecimiento del tipo súper reducido del IVA a todas las actividades culturales.
  6. Supresión de la regla de gasto para todas las administraciones y derogación de la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local (LRSAL), así como aumento de la dotación económica en los municipios para que puedan aplicar políticas de desarrollo local comunitario, endógeno y autocentrado, que estimule la producción local y las cadenas cortas de producción y comercialización.
  7. Planes de acción aumento de soberanías. Planes de acción andaluces para aumentar los grados de soberanía alimentaria, energética y financiero-monetaria (incluyendo el establecimiento o el apoyo en monedas complementarias).
  8. Aumento del apoyo a la economía social y solidaria (ESS): aprobación de una ley de ESS con el consenso de las entidades significativas del ámbito; incremento de las partidas dedicadas al fomento y la promoción de la ESS en todas sus ramas, incluyendo el consumo responsable, las finanzas éticas y todas las iniciativas sociocomunitarias; promoción de una red de ateneos cooperativos como entes público-cooperativos orientados al desarrollo local y la transición ecosocial mediante la ESS; medidas para facilitar la asunción de prácticas de la ESS por parte de tiendas, pymes, negocios de personas autónomas y empresas en crisis, así como reconocimiento de las entidades significativas de la ESS como interlocutoras en materia socioeconómica tanto en el ámbito municipal como andaluz.
  9. Revalorización del medio rural y reorientación del sector agrario andaluz hacia los ciclos cortos, la producción agroecológica y la soberanía alimentaria.
  10. Marcos democráticos y participativos de planificación y decisión económica tanto en el ámbito municipal como andaluz.

 

Documento elaborado a partir de la adaptación para Andalucía de los siguientes trabajos realizados para Cataluña: 1) Iván Miró: “Una Economía por la Vida. Del Covid-19 a un Nuevo Modelo Económico Plural, democrático, relocalizado y ecológico para Cataluña. Pacto Catalán por la Salud Colectiva, la Democracia Económica y la Justicia Socioambiental.”  https://bcn.coop/economia-per-la-vida/; 2) Jordi García Jané: “De la pandemia a la transición ecosocial”. Revista de la Federación de Cooperativas de Trabajo de Cataluña (FCTC), en 13 de abril 2020.

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Soberanías y mascarillas

El «que inventen ellos» tuvo su traducción en el capitalismo global: «que produzcan ellos». El capital encontró beneficios en el trabajo de la población china explotada (bien harían Rafa y Pau en «no fallar» a tanta población explotada, incluso infantil, y abandonar el patrocinio de Nike).

Las economías «desarrolladas» perdieron su soberanía productiva, es decir, su capacidad de elaborar bienes y servicios para satisfacer las desesidades de las personas, y la subordinaron a la sacrosanta acumulación de capital.

Hoy contemplamos las consecuencias. Economías hipertecnologizadas y avanzadas son incapaces de abastecerse de unas simples mascarrillas. (Se ha convertido en super moderno producirlas con impresoras 3D: lo arcaico disfrazado de innovación).
Hablar de soberanía económica, alimentaria, energética, financiera, tecnológica, sanitaria, etc. es hablar de democracia, de devolver el poder al pueblo. Hablar de soberanía en estos términos, de volver a controlar los medios de producción y vida para satisfacer las desesidades de la gente (frente a la acumulación de capital y poder) es imprescindible para avanzar hacia una economía democrática.

Las mascarrillas nos protegen del coronavirus, las soberanías de otros virus incluso más dañinos.

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Muladar

Aprendí de un amigo ecologista lo que era un muladar: un lugar donde dejar animales muertos para que las aves carroñeras puedan alimentarse. Los muladares protegidos me parecen una estrategia ecologista brillante pues me encantan los buitres y, además, con esos muladares protegidos se evitan destrozos mineros o de otro tipo. Pues bien, el gobierno de la Junta quiere convertir a Andalucía en algo parecido a un enorme muladar, pero en este caso para carroñeros humanos, miserables capitales carroñeros (casi siempre esto último es una redundancia).

Esta analogía es tan simbólica como injusta. Los animales carroñeros son un maravilloso servicio de limpieza natural que se alimentan de animales muertos. Los carroñeros humanos eliminan vida, humana y no humana, a mayor gloria de la acumulación capitalista. Aunque sea injusta seguiré con ella, pues, según todos los indicios, nos gusta y entendemos mejor lo injusto y caritativo que lo justo y equitativo.

Tras el desastre viene la miseria, y, con ella, miserables oportunidades de ganancia. Así, muchos sectores andaluces como el pequeño comercio y hostelería seguirán en la UCI cuando lo haga la última persona infectada en esta primera ola del virus (ya veremos cuando y cómo vienen las próximas mareas). Y, ante esta situación, la Junta de Andalucía quiere abrir autopistas a inversiones carroñeras que terminarán por quitar el poco oxígeno que le queda a buena parte del tejido económico andaluz.

De este modo, si no lo remediamos, Andalucía se convertirá en un enorme muladar neoliberal donde los fondos de capital foráneo (previamente alimentados por la política monetaria) aterrizarán para aumentar su riqueza y poder a costa de nuestra miseria, pobreza y desigualdad. Todo parecido a algo similar a una «comunidad autónoma» o mínimamente democrática (donde el poder reside en el pueblo) no será más que un espejismo o una mentira mil veces repetida por los canales sures o nortes de turno.

Hay algo peor que el capital carroñero: la gente que le prepara el muladar.

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Viernes Santo siglo XXI

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Dos noticias muy relacionadas pude leer en la mañana de este Viernes Santo de confinamiento.

Una, acuerdo del Eurogrupo. Habrá una ampliación de créditos para que los Estados gasten durante la crisis sanitaria y se permitirá entrar a rescatar empresas (grandes).

Dos, declaraciones de Roberto Saviano: «la mafia, en plena crisis por el coronavirus, está prestando dinero sin intereses para luego pedir favores.»

La Mafia prestará sin intereses y posteriormente exigirán una contraprestación aduciendo la necesidad de «respeto» (o algo similar). Si no es así, los sicarios a sueldo acabarán ejerciendo la violencia.

El poder financiero prestará con intereses y posteriormente exigirán medidas que denominarán con un nombre atractivo (ajustes, flexibilizadoras, mejoras, etc.). Los sicarios del Eurogrupo acabarán ejerciedo la violencia económica mediante la destrucción de servicios públicos (sanitarios) generadores de muerte.

El dinero prestado a los Estados podrán servir, por ejemplo, para una denominada «renta mínima vital». O, más bien una limosma para acallar la rabia; agua fría que refresca gargantas resecas por tanta injusticia; avena que ceba la eterna demanda de beneficios insostenibles. Nada de eso una renta básica, ni mínima, ni vital. Nada de eso que no sea reducir la cuantía del robo y repartir la riqueza colectiva.

Nada de eso permitirá el poder financiero y su mafia, el capital y sus sicarios, el Eurogrupo y sus armas legitimadoras.

Una mañana de Viernes Santo del siglo XXI. Poco resucita salvo la maldad.

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Ecovirus transformador

En esta entrada resumo-tuneo de forma rápida (y algo precipitada) el artículo «Ante el coronavirus: salvar el capital», de Juan Domingo Sanchez Estop. Tuneo, pues sobre la base del artículo cambio «colores» e incluso algunas «formas»; resumo, porque intento quedarme con lo esencial (según mi criterio). Ante todo animo a la lectura del artículo, realmente interesante.

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La crisis del coronavirus tiene aires de fin del mundo; de una crisis de la presencia en términos de Ernesto de Martino, en la cual la presencia del ser humano en el mundo se ve cuestionada y casi nada de lo habitual tiene ya sentido. La crisis estaba antes que la pandemia. El coronavirus sólo ha venido a radicalizar esa crisis de inseguridad y de la presencia haciendo de la muerte una amenaza inminente para todos.

Los Estados han tomado medidas para salvar de un contagio masivo y evitar un coste de vidas considerable. Las personas son uno de los componentes básicos del capital: el capital variable, esto es la fuerza de trabajo humana. Para salvar al capital es imprescincible salvar a las poblaciones. Dada la dependencia vital del capitalismo respecto del capital variable, es indispensable para este régimen convertirse en régimen biopolítico, es decir, en un orden político y social que controla la vida, pues ésta es el soporte de la creación de beneficio y de la acumulación ampliada de capital.

Ademas del capital variable, también está en peligro el capital fijo debido a su paralización. La no utilización del capital fijo retira a las empresas del mercado y desvaloriza sus activos materiales. El principal principal valor de estos activos no es el valor presente de las herramientas, sino el valor futuro de lo que con ellas se produzcan. Un largo cierre de capacidades productivas puede así generar la destrucción y ruína de muchas empresas. Esta situación, en una sociedad en la que apenas existen formas de trabajo realmente autónomo, puede generar que dejen de elaborarse productos necesarios para garantizar la reproducción de la vida.

De este modo nos encontramos ante un dilema. No proteger al capital, al menos en algunas de sus formas, puede significar el derrumbe material de nuestra sociedad. No combatir a la economía capitalista, sin embargo, significa condenarnos «a un horizonte oscuro en el que los diversos venenos del capitalismo seguirán derramándose sobre la vida humana y destruyéndola junto a los entornos naturales que la hacen posible».

Hay que tener claro que el virus no va a derrumbar la economía capitalista. Nada la destruirá mientras «no dispongamos de estructuras de producción que permitan sustituirla.» Para Sánchez Estop «es necesaria una acción política que libere los potenciales de cooperación libre de nuestras sociedades y limite hasta abolirla la lógica de la acumulación de capital que nos ha traído hasta aquí. Esto no lo hará ningún gobierno y tendrá que ser impuesto a los gobernantes a partir de un nuevo sentido común de masas y de formas de contrapoder social.» Para el autor, «una acción política decidida que imponga los cambios necesarios desde dentro de la realidad material existente» requerirá de dos elementos fundalmentales: «Primero será necesario no hacer depender la existencia humana del trabajo asalariado introduciendo una renta básica incondicional. En segundo lugar, es necesaria una profunda reconversión del aparato productivo.»

En los intersticios de la economía capitalista ya existen elementos de una realidad distinta, economías sociales transformadoras conformadas por entidades de trabajo cooperativo, bienes comunes, monedas sociales, grupos de consumo agroecológico, etc. La economía capitalista se transforma desde dentro, potenciando estas prácticas socioeconómicas transformadoras ya existentes. La nuevas estructuras socioeconómicas deberán instaurarse mediante la lucha y para lograr su predominancia se requerirá de un proceso de construcción de hegemonía política. Todo esto tiene, pues, una dimensión antagónica, política. La construcción de la hegemonía de las economías transformadoras deberán acabar «bloqueando y finalmente impidiendo la reproducción de las capitalistas.»

Existe una clara amenaza de una gran destrucción de capacidad productiva y de una posible catástrofe social. Hoy, evitar el desastre del hundimiento material implica mantener por todos los medios la existencia humana. Implica también reactivar el aparato económico, pero hacerlo con nuevas condiciones y nuevas reglas. Estas nuevas reglas podrían imponer una capacidad de planificación que permita la seguridad y soberanía alimentaria, energética, en productos esenciales para la salud humana y su protección. Unas cadenas de mercancías más cortas deberán sustituir a las actuales, una desglobalización selectiva se impondrá, aunque sea por motivos de seguridad del abastecimiento. Desde esta planificación se pueden impulsar otra forma de producir, distribuir, consumir y financiar, otro modelo socioeconómico donde la toma de decisiones se haga de modo democrático por parte de las personas trabajadoras. «Solo así podremos salvar la vida de nuestra especie hoy amenazada y lo haremos, como nos enseña esta crisis, no protegiéndonos a nosotros mismos en un combate por la supervivencia dirigido contra los otros, sino protegiendo a los demás seres humanos, las demás especies, los ecosistemas, el clima, el conjunto de condiciones que hacen posible nuestra existencia en este planeta.»

Fuente: «Ante el coronavirus: salvar el capital», por Juan Domingo Sanchez Estop. El Cuaderno; elcuadernodigital.com

 

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Socialismo capitalista

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Es momento de paradojas, ironías, cuestiones que pueden parecer increibles y que te hace pensar si el confinamiento, o la copitas de más que uno se toma en este estado de irrealidad permanente, pueden estar haciendo mayor efecto del deseado (quien dice copitas dice kilómetros en una bici estática, que cualquiera saber qué perturba más la mente, y el cuerpo).

Un ejemplo. Para David Harvey, pensando en Estados Unidos, «las únicas medidas políticas que van a funcionar son bastante más socialistas que cualquier cosa que pudiera proponer Bernie Sanders, y esos programas de rescate tendrán que iniciarse bajo la égida de Donald Trump. Este último, si es sabio, cancelará las elecciones sobre la base de una emergencia y declarará el principio de una presidencia imperial para salvar al capital y al mundo de la ‘revuelta y la revolución’.»

Toma ya. Igual David también se está pasando con las copitas. Pero no. La realidad más próxima nos confirma que no es así. De hecho, hemos oído hace poco a Luis de Guindos hablar de Renta Básica o, mejor dicho, su traducción guindera: renta mínima de emergencia (o algo así, llevo años intentando no aprender el guindorés). Lo que Luis quiere decir, lo puedo tutear porque son muchos años ya de conocerle, es «rentaparaqueconsumansinoelcapitalsevaalcarajo».

Igual podemos ir esperando el retorno de A. Merkel a su pasado y enseñanzas en la RDA. O igual no. A saber. La incertidumbre es una idea estupenda para poder justificar cualquier cambio de opinión.

El neoliberalismo nunca ha significado menos Estado, sino la reorientación del Estado para favorecer al capital. En estos momentos parece que se va a hacer un uso total del mismo para sostener a la economía capitalista, a costa de la insostenibilidad social y ecológica que eso supone. Lo que viene a ser una huida hacia adelante en toda regla, un quemar las naves cueste lo que cueste (entiéndase por naves las vidas de las mayorías que no toman las decisiones, claro).

Y no creo que sirva un nuevo New Deal (esta vez Green), sino que tendrdá que ser algo más gordo. Tal como explica Yanis Varoufakis (el único economista que ha estado en saraos de verdad y merece ser escuchado): «El New Deal no puso fin a la Gran Depresión, sino que fue necesaria una carnicería a escala industrial (la Segunda Guerra Mundial) y una inversión pública en matanzas masivas de tamaño similar, para sacar del desplome a la economía mundial.» Las matanzas en este caso parece que le van a salir gratis a la economía capitalista. Su capacidad de adaptación es infinta.

Y con todo esto, mira por donde, el personal encerrado en sus casas y disponiendo como armas de desahogo masivo unas letales cacerolas. Letales cacerolas para hacer frente al socialismo capitalista. Cuántas contradicciones.

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Soberanía del capital y comunitarismo

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Obra de Juan Genovés

Cuando escribo nos encontramos a la espera de las medidas económicas que el gobierno español va a poner en marcha para frenar la crisis precipitada por el coronavirus. Desde los movimientos sociales se presiona para que las medidas ayuden a las mayorías sociales; para que sean útiles a las clases y grupos sociales más desfavorecidos.

El núcleo duro del área económica del «gobierno de progreso» español está compuesto por personas con ideología neoliberal. Ana Patricia Botín avaló y se felicitó por el nombramiento como ministra de economía de Nadia Calviño. Desde Fuentes Quintana y Miguel Boyer, hasta Calviño, pasando por Solchaga, Solbes, Rato o De Guindos,  los ministerios de economía del gobierno español han estado al servicio del capital.

En ese marco de políticas neoliberales cedimos la moneda y, así, perdimos la capacidad de realizar política monetaria. Con ella perdimos la política cambiaria: las devaluaciones de la moneda han sido una herramienta de política económica durante siglos. Además, no tenemos capacidad de realizar política fiscal. Si el Estado se endeuda, lo que ha realizado en los últimos años con más facilidad que cualquier empresa o familia, será chantajeado por el capital financiero (vuelve la «prima de riesgo», el bate de beisbol de la mafia financiera), precisamente aquél que controla la moneda, los tipos de cambio, la política fiscal (la deuda), es decir, la política económica.

Las políticas económicas neoliberales impulsan la cesión de la soberanía económica al capital financiero. El caso español ha sido ejemplar. Ahora, en estos momentos de crisis, un escaso número de personas, con capacidad de decisión sobre enormes fondos de capital, decidirán cuánto dedican a mantener con vida la fuerza de trabajo y cuánto a mantener sus tasas de ganancia. Cuánta legimitación requiere la acumulación.

En la actual economía capitalista, gobiernos como el español dependen de cuánto está dispuesto a ceder el capital financiero al mantenimiento de la vida. La soberanía popular, la democracia, está raptada por la soberanía del capital. «Gobiernos de progreso» asumirán como suyas decisiones surbordinadas a otras previamente tomadas en despachos del capital («por los mercados»); asumirán la subordinación de la vida a la acumulación de capital. Eso tiene un coste enorme en vidas (hoy). Y tendrá un coste enorme por el impulso que tomará el fascismo y su repercusión en nuestras vidas (futuras).

El neoliberalismo, la acumulación de poder, la «distancia y disciplina social» nos ha traído hasta aquí: una crisis sistémica precipitada por un virus. Frente a esto podríamos avanzar hacia la distribución del poder, del capital, de los trabajos («El reparto); hacia la cooperación que acorte distancias («La unión»); hacia el asunción de responsabilidades colectivas e individuales no disciplinarias («El cumplir»).

Iniciemos el comunitarismo.