Dos noticias oídas mientras tomaba el primer café.
En situación de semiesclavitud decenas de inmigrantes en Albacete. Dos céntimos por lechuga recogida. Entraban a trabajar a las cuatro de la mañana. Se supera el «de sol a sol». A las cuatro de mañana no creo que haya sol ni en La Mancha. Quizás el progreso capitalista consista en eso, en superar todos los límites para crear beneficios empresariales, en este caso superando los límites que impone la luz del día.
La siguiente noticia la inicia el locutor con un aviso: noticia muy dura desde Galicia. Una mujer llevaba siete años muerta en su piso. La encuentran momificada. Nadie la echaba de menos. Nadie acudirá a su entierro.
Ambas noticias creo que tienen un punto en común: la falta de comunidad. En el primer caso para evitar la explotación, la esclavitud; en el segundo caso para al menos ser enterrada en el momento de la muerte.
Consecuencias del individualismo, del espíritu «Robinson Crusoe». Cada individuo por sí mismo puede alcanzar la libertad, la felicidad, la subsistencia. «La sociedad no existe», decían y dicen los mesías del neoliberalismo. Lo están consiguiendo con indudable éxito.
La sociedad, la comunidad, está momificada, como el cadáver de la mujer.
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Violencia
Gente como Martín Villa nunca ha condenado su violencia.
Claro. No todas las violencias son iguales. Dicen.
La de la gente como él han servido para generar injusticia.
Origen de la violencia.
Efectivamente, no todas las violencias son iguales. Unas son peores que otras.
La generada por Martín Villa es la del poderoso, la del rico, la de los privilegiados. Violencias ocultadas, indultadas, premiadas.
Nunca estarán lo suficientemente ocultos, premiados o privilegiados para que sepamos lo que son.
Ni su dios lo salvará de nuestra memoria. De nuestro juicio.
Su victoria la evita nuestra verdad.
Cooperativismo
No quiero mandar ni ser mandado.
No quiero ser empresario, ni recurso humano.
No quiero gestionar a otra, ni que otra persona me gestione a mí.
No quiero no decidir.
Quiero asumir responsabilidades.
Ver a iguales.
Nunca, nunca, ser partícipe de un mercado. Sería una mercancía.
Me gusta producir y al mismo tiempo desacumular.
Impartir nuestra justicia en nuestra unidad de trabajo. Ser juez y juzgado.
Quiero ser cooperativista.
Belleza
Decía Ramón Trecet al final de su programa en radio 3: «buscad la belleza, es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo». Más o menos.
No me convencía esta búsqueda hasta que he leído lo que se considera belleza en «Memorias de Adriano»: «que este mundo esté poblado por seres humanos cuyo cuerpo no se viera estropeado por las marcas de la miseria o la servidumbre, ni por la hinchazón de una riqueza grosera.»
Esa belleza sí es una búsqueda que merece la pena.
Dimisión de un ministro
Si esto fuera una democracia; si funcionara el contrapoder; si esta sociedad fuera algo digna; si un mentiroso no pudiera ser ministro, ni de econonomia; si… Demasiados condicionales para que dimita Luis de Guindos. 60 mil millones de euros no son tanto.
Por eso, porque no lo son, estoy convencido de que la pobreza no es un problema socioeconómico si no una herramienta política. Sin el miedo a ella quizás cambiarían las cosas tanto que un mentiroso ladrón no podría ser ministro.
Son la izquierda (o lo que quieran)
Por eso son el poder, o mejor dicho, una herramienta indispensable del poder de la España posfranquista.
El objetivo del PSOE es claro: volver a parecer de izquierdas para que ésta no exista.
Tras el cambio constitucional de 2010 poca gente podía creer que este partido era algo parecido a algo obrero.
Susana es de derechas, por tanto, Pedro es de izquierdas. Demasiado simple, ¿verdad? Pues puede que les funcione.
Si Felipe, Solchaga, Solbes, Zapatero, Rubalcaba… son gentes de izquierdas. ¿Por qué Pedro Sánchez no lo es?
Las fotos del fin de semana no son casuales. Ese hombre no levantaba tanto el brazo de ese modo ni en el instituto.
Terrorismo (II)
Mientras el poder lo tenga yo, el terrorista lo serás tú.
Así actúa el poder. Y la situación se agudiza en sistemas políticos donde el poder no está en el pueblo y, por tanto, no son democráticos.
Terror genera un avión cargado de bombas de la base de Morón; un policía con arma y miedo; jueces franquistas; representantes políticos salvando su puesto de trabajo; la desigualdad, la emigración, el actual sistema económico.
Sin embargo, cada vez más son catalogados como actos de terrorismo, precisamente, actuaciones que luchan contra estos actos de terror. Reivindicar, criticar, hacer política (actuar para mejorar la vida de la colectividad) contra los poderes se aproximarán cada vez más a ser catalogados como actos de terrorismo. Terrorista, por tanto, será toda aquella persona que debilite al poder; que le atemorice; que le corte el paso a la injusticia.
Quizás, algún día, me llamen terrorista. Y a ti, o a ti, también a ti…
Habremos hecho algo bien, algo que ha atemorizado al poder que nos aterroriza.
Subordinación
En la metrópoli se solicita ayuda para sacar del poder a un gobierno corrupto. El colaborador necesario ejerce de gobierno corrupto en la colonia.
En pocos meses, dos expresidentes de la colonia pasarán por los tribunales; años y años de mal gobierno, compra de voluntades; corruptelas cotidianas disfrazadas de normalidad.
Los apoyos necesarios para salvar el Centro requiere del olvido de lo que ocurre en la Periferia.
Sures subordinados, marginados.
Hay casos en los que la marginación es el origen de una insubordinación.
Formas de servidumbre
«Dudo de que toda la filosofía de este mundo consiga suprimir la esclavitud; a lo sumo le cambiarán el nombre. Soy capaz de imaginar formas de servidumbre peores que las nuestras, por más insidiosas, sea que se logre transformar a los hombres en máquinas estúpidas y satisfechas, creidas de su libertad en pleno sometimiento, sea que, suprimiendo los ocios y los placeres humanos, se fomente en ellos un gusto por el trabajo tan violento como la pasión por la guerra entre las razas bárbaras. A esta servidumbre del espíritu o la imaginación, prefiero nuestra esclavitud de hecho.»
Margarite Yourcenar. «Memorias de Adriano».
Liderazgo
Se nos da mal. A la gente de la izquierda andaluza se nos da mal establecer liderazgos sanos, coherentes y productivos para nuestras organizaciones.
Son múltiples las posibles causas para esta situación: la posición de negar el fin que irracionalmente tienen algunos líderes; la comodidad que asumen muchas personas de las organizaciones (no hacer permite criticar y no ser criticado); la escasez de información, formación; pésimos mecanismos de participación…
Lo cierto es que el problema está y por el camino que vamos estará. Y no es nuevo. Respecto al emperador Trajano leo («Memorias de Adriano, de M. Yourcenar): «se negaba a admitir su propio fin; así es como en tantas familias se ve morir intestados a tercos ancianos. Para ellos no se trata tanto de guardar hasta el fin su tesoro o su Imperio, que sus dedos entumecidos ya han soltado a medias, como de no ingresar prematuramente en el estado póstumo de un hombre que ya no tiene decisiones que adoptar, sorpresas que dar, amenazas o promesas que hacer a los vivientes».
Quizás ahí haya un elemento relevante: no sabemos dar el papel adecuado a los viejos, a las personas de más edad, a la sabiduría de la experiencia.