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Descontento

En los cuarenta años de esta democracia borbónica (perdón por la contradicción), un número significativo de personas han votado a partidos con la idea de reflejar su descontento con el sistema, político o económico, o ambos. Al PSOE en los ochenta, a IU (casi siempre), a Podemos tras el 15M, y ahora a VOX.

Poco a poco ese electorado ve como esos partidos y sus representantes quedan asimilados por el poder, por el propio sistema. Unos más que otros, pero en todos los casos no se ofrecen alternativas dentro del sistema parlamentario a ese voto de protesta. Todos acaban abrazando el «constitucionalismo», lo que dice «Europa» (o sea el capital), lo que dice la judicatura (franquista). Acaban haciendo las cosas «por responsabilidad».

La base del poder político del PSOE ha sido poner en manos del poder económico español votos de desposeídos. Es la misma base sobre la que se cimenta los resultados de ayer de VOX. El cambio principal, en lo concreto, es la intensidad y grado de la desigualdad social y, en lo general, de la crisis del capitalismo neoliberal.

El capitalismo patriarcal y ecocida contemporáneo no está dispuesto a la distribución. La desigualdad crecerá y, con ella, la crisis social, económica y ecológica. Ante esta situación serán necesarias alternativas electorales y no electorales. Y tanto unas como otras deberán proponer verdaderamente una alternativa al sistema social, político y económico. De lo contrario, la agudización de la barbarie será un hecho.

En Andalucía más porque, aunque no lo crea la inmensa mayoría del pueblo andaluz, nuestra situación es distinta. Para peor.

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