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Lindes locales

Fábricas

En mi pueblo ha abundado la industria. Un pueblo del medio rural con industria. Tan raro que en el pueblo se decía que lo principal siempre ha sido la agricultura. Tan raro que ni se sabía.
Y eso que el día de los inocentes de un día de principios de los ochenta se desalojó el pueblo por un accidente en una fábrica.
La industria era protagonista en una Andalucía, la rural, sin apenas fábricas. En esa industria, en esas fábricas se construyeron ideales de justicia, igualdad, orgullo obrero, dignidad feminista.
Las «camacheras», trabajadoras de fábricas de aceitunas, iban a bares o fumaban cuando en los pueblos de al lado las mujeres apenas podían salir a la calle sin el permiso del marido.
Los trabajadores de la fábrica de cemento hablaban de sindicato, hijos en escuelas o universidades o derechos laborales cuando en el campo el señorito tenía vía libre para todo lo que quisiera.
Pueblo raro en un mar de explotación. Hoy, en esas mismas fábricas se cría el retroceso, la competitividad, la autoexplotación y la admiración al explotador. Días raros en los que no nos sirven derechos pasados, dignidades historiadas o supuesta clase obrera transformadora.
Muchas de esas mujeres quieren ser como las mujeres que las explotan; muchos de esos hombres votan a «Ciudadanos» a falta de falange; demasiados piensan que el pueblo empieza y termina dentro de su casa y de su fábrica. Entre medio nada por lo que preocuparse.
Lo que eran fábricas de dignidades hoy lo son de insolidaridad. Fábricas de un futuro en el que esta gente, paradójicamente, serán las más perjudicadas.
Su presente es el fruto de un pasado de lucha; su futuro será el fruto de las actuales semillas de sumisión.

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Infante según Arenas

Corto-pego-tuneo una parte dedicada al localismo y al nacionalismo del libro de Carlos Arenas Posadas, «Poder, economía y sociedad en el sur»:
«Lo local fue el terreno disputado en el que se movieron los grupos opositores republicanos a lo largo del siglo que va de 1834 a 1936. En la fase ‘revolucionaria’ del liberalismo decimonónico, el pequeño burgués andaluz disputó el poder local a clases aristocráticas y terratenientes. Si el republicanismo había tenido atractivo para las clases pequeñoburguesas y populares fue porque identificaba claramente quiénes eran los enemigos políticos a batir, las élite que les extraían la mayor parte de los recursos necesarios para la vida (el terrateniente, el cacique y el cura).
A pesar de una implantación nada despreciable, el republicanismo andaluz no contribuyó a la construcción de un ideario regionalista. Reproduciendo las estrategias oligarcas, el republicanismo combinó la ambición local con la oposición a caciques y terratenientes en Madrid. Se puede explicar el cambio de rumbo del republicanismo andaluz desde un federalismo próximo a las tesis libertarias, aspirante a la federación de municipios, a otro centralista por su progresiva convicción de que la suerte de lo local contra el señorito se jugaba en la capital del Estado. Entendían que la solución de la por entonces alarmante ‘cuestión social’ estaba en el ‘prudente reformismo’ del Estado y no en la distribución de los recursos locales.
Los localismos andaluces parecieron pasar a la historia en los años del tardofranquismo. Se produce una devaluación del poder local en manos de las familias tradicionales y una convergencia de intereses e iniciativas a favor de la identidad regional y del autogobierno.
Alcanzada la autonomía por el artículo 151 una Andalucía conducida por una cultura de izquierdas amenazaba con erosionar el control tradicional de la oligarquía andaluza sobre el territorio y con dejar de ser mercado cautivo, fuente de recursos humanos y financieros, territorio dependiente, sociedad inerme, colonia interior.
Para desmontar esa doble amenaza el PSOE desde 1982 se dedicó a institucionalizar los símbolos del andalucismo, venerar una descolorida memoria de Infante, rememorar efemérides, conceder premios anuales y, sobre todo, desgajar las distintas fracciones del proyecto común. La élites económicas obtuvieron interlocución privilegiada, certidumbres respecto a la propiedad, enormes beneficios del Mercado Común a través de la PAC, en la recalificación del suelo; las multinacionales y grandes empresas españolas incrementaron la ocupación del mercado andaluz; las clases medias y profesionales se insertaron en el nuevo aparato político; los obreros disfrutaron de políticas pasivas y los jornaleros vieron compensada su renuncia a la tierra con el subsidio agrario.
La profunda crisis económica iniciada en 2008 ha vuelto a poner en cuestión el modelo económico construido por los actores tradicionalmente influyentes dentro de la sociedad andaluza. Se hace necesario un nuevo modelo institucional. No se trata de mimetizar o reinventar el nacionalismo, solo de satisfacer los intereses de la mayoría, acercándole el acceso a todos los recursos. Esos es lo más aprovechable de la memoria de Infante.»

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Olimpismo y colegueo

Morón tiene historias olímpicas. En Amberes en 1920, el primer Conde de la Maza y jugador de Polo, Leopoldo Saiz de la Maza y Gutiérrez-Solana, fue medalla de plata. Además del tremendo mérito de ser jugador de Polo fue Mayordomo de Semana del Rey Alfonso XIII. Los Mayordomos de semana era aquella clase palaciega de la Real Casa y Patrimonio de la Corona de España, a la que se atribuía la función de acompañar al Rey en todo momento. Un colega vamos al que se le premió con un título nobiliario tan merecido como los demás.
Leopoldo Sainz de la Maza y Falcó, II conde de la Maza también fue colega del «intelectual» nieto de Alfonso, Juan Carlos. Ese colegueo le permitió publicidad gratuita para lanzar una empresa de turismo en su Cortijo (el regalo de bodas de la niña de un colega, la infanta Elena, consistió celebrar en su cortijo la despedida de soltera; es de tonto no aprovecharlo le diría Poli Maza al Juanca) y le situó como prohombre de la tauramaquia y los ganaderos patrios (creó la Feria Mundial del Toro).
En 2006, el periodista taurino Antonio Lorca decía en un artículo en El País titulado «El misterio de la ganadería del Conde»: «La ganadería sevillana del Conde de la Maza encierra desde hace años un misterio que nadie aclara y que tiene toda la pinta de convertirse en una de esas cuestiones taurinas incomprensibles, pero que goza de la simpatía de los que mandan. Es verdad, como decía el programa oficial de la plaza, que el ganadero, Leopoldo de la Maza, ya fallecido, ‘tras más de 35 años, y mediante una cuidada selección, ha creado su propio encaste’; lo que ocurre es que tal encaste es muy malo, de lo peor del campo bravo. Toros guapos para una exposición. Pero animales que parecen hijos de deshecho, sin sangre brava, de pésima condición, sin clase alguna, blandos, mansos, broncos, con peligro sordo y a voces, violentos, sin emplearse nunca y embistiendo siempre a oleadas con el único objetivo de robarle la muleta al torero cuando no la yugular. ¿Y el misterio? El misterio es que sigue lidiando, temporada tras temporada, en las dos plazas más importantes».
Olímpicas simpatías con los que mandan. Como también fue olímpico, está siendo y será el pelotazo urbanístico más importante de Morón de la Frontera. Lo realizó desde la Alcaldía el Conde-Ganadero-Alcalde en «La Ramira», un trozo de su latifundio (Arenales) que quedaba al otro lado de la carretera. La recalificación de suelo rústico a urbano ha generado, genera y generará rentas a la casta de la Maza como jamás ningún especulador urbanístico ha logrado en mi pueblo.
Olímpicos, mayordomos de semana, ganaderos, empresarios de eventos turísticos que, a día de hoy, contratan una empresa para que les gestione su finca. Olímpicos del rentismo, del comer de la rentas, de las relaciones públicas, es decir, del colegueo. Eso sí, muy respetados y queridos en su pueblo: Morón de la Frontera.

Agosto 16