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Peajes

Años y años llevamos pensando en Morón en las calamidades que pasarán las personas empleadas en destruir la Sierra cuando, por fin, se evite la continuidad del desastre.
Sin embargo nadie piensa en las pobres personas que pierden su empleo con el fin del peaje de la autopista de Cádiz. Incluso las personas que se ganan su sueldo destruyendo la Sierra están muy contentas de ir a la playa por la autopista, sin pensar en esas casas de familia sin un trabajo del que vivir.

Y es que cuando lo colectivo está por encima de lo individual las cuestiones sociopolíticas toman coherencia. Se eliminan los peajes mentirosos y legitimadores del saqueo destructor.

Todo lo contrario ocurre cuando los intereses individuales de gente adinerada se legitiman por las necesidades de unas familias y unos políticos.

Ir a Cádiz sin peaje, terminar con el peaje político y social de la destrucción de la Sierra de mi pueblo.

Todo llega.

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El favor

El clientelismo puede definirse  como una relación más o menos voluntaria entre individuos o colectivos desiguales que se intercambian favores. Toma mayor protagonismo en sociedades con superiores niveles de desigualdad y en economías empobrecidas, colonizadas y especializadas en perder (o en actividades con menor asignación de valor de cambio aunque sean más relevantes para satisfacer necesidades). Se trata de sociedades donde existe la convicción generalizada de que el favoritismo es una de las únicas maneras de inserción laboral, obtención de rentas o promoción social. Andalucía es una de ellas.

En la Europa occidental, pocas economías son más desiguales que la andaluza. El origen de la trayectoria de la Economía capitalista en Andalucía se encuentra en la conquista castellana, que genera el latifundismo o sistema de gran propiedad de la tierra, elemento básico del sistema socioeconómico andaluz. La historia de Andalucía está marcada por haber sido un territorio pionero en convertir a la naturaleza en mercancía, en propiedad privada de una clase privilegiada y, como consecuencia, crear unas mayorías que deben convertirse en mercancías para poder lograr la subsistencia. La Economía andaluza, por tanto, pasó pronto a ser capitalista y con ella se fue construyendo una sociedad en torno a los mercados capitalistas, de personas (mercado de trabajo) y de tierra (mercado inmobiliario). Desde entonces, Andalucía ha sido una sociedad polarizada entre una elite acaparadora de recursos y una enorme mayoría de personas desposeídas.

A lo largo de la historia andaluza, unas pocas sagas familiares se sirvieron del poder para extraer rentas a partir de la apropiación de lo comunal, de la violencia física y cultural, etc. Unas minorías locales o extranjeras han tenido una enorme capacidad de «extracción» a partir de su capacidad para tomar parte o influir en las decisiones de las instituciones estatales. El Estado español ha amparado esta situación para, de un lado, hacer viable el capitalismo español y, de otro, permitir a las elites andaluzas que organizaran a su gusto el capitalismo autóctono, explotando directamente o como testaferros de empresas de capital foráneo.

El cacique local, en nombre de la elite dominante, garantizó la compatibilidad del modelo político y económico andaluz dentro del Estado español. Por su parte, las mayorías dominadas y explotadas se podían dividir en dos grandes grupos, a saber: uno formado por gente que decide cooperar con el poderoso a la espera de que su sustento sea otorgado por su favor; un segundo grupo compuesto por la gente que sufrirá mayor exclusión por favorecer la acción colectiva y la cohesión horizontal de la clase dominada. Son aquellas a las que cantaba Manuel Soto “Sordera”: “Con lo poquito que había/yo hice una partición/mis hermanos son aquellos/que tengan igual que yo.”

En una sociedad tan injusta, polarizada y jerarquizada como ha sido y es la andaluza, el necesario consenso social se ha obtenido fundamentalmente a través del trato de favor originado en las relaciones clientelares. Las elites andaluzas necesitaron poner en marcha mecanismos redistributivos en forma de repartos de tierra, beneficencia pública y privada en manos de la siempre aliada Iglesia católica, subsidios, expedientes de regulación de empleo y/o programas socialdemócratas tanto más radicales cuanto más amenazante se presumía la indignación de las clases populares. El clientelismo, desde el patronazgo señorial hasta el clientelismo de partido, ha estado presente en la historia andaluza.

Con el denominado «consenso» de la Transición, el freno al reparto de la tierra y el respeto a la propiedad privada de los medios de producción consolidaron un nuevo clientelismo. Como apuntó el profesor Cazorla, el viejo clientelismo personal fue sustituido por el clientelismo de partido. La clase política socialista andaluza se lanzó a la captura de un electorado acostumbrado a las relaciones clientelares. Así lo expresa el profesor Arenas en su magnífico “Poder, economía y sociedad en el sur. Historia e instituciones del capitalismo andaluz”: “El PSOE se fue convirtiendo en el gran patrón colectivo de los andaluces. Como ocurrió con anterioridad en el primer franquismo, miles de personas se incorporaron a sus filas en los primeros años ochenta. Como los ‘camisa nueva’ de antaño, una pléyade de ignotos socialistas, en menor medida comunistas, sindicalistas y empresarios, se aprestaron a gestionar el poder otorgado por las urnas.”

Por tanto, “la Autonomía democrática” que impide toda autonomía real tampoco ha contribuido a mejorar las cosas. Durante más de tres décadas, la clase política socialista ha utilizado la Junta de Andalucía para construir pactos en los que han participado las grandes empresas foráneas, las elites locales, clientes del sistema político y algunas de las instituciones garantes del mismo, como patronales o sindicatos mayoritarios. Esa ha sido la enfermedad, el caso de los ERE’s ha sido uno de los múltiples efectos de la misma.

El clientelismo, relacionado claramente hoy día con la corrupción, es estructural en Andalucía. Antes, durante y después del PSOE o de la creación de la propia Junta de Andalucía como instrumento de no-autonomía. El mal reparto se encuentra en la raíz de esta situación que empeora en la medida que nuestra alimentación, agua, energía, tecnología, ahorros, etc. son elementos controlados por corporaciones capitalistas que ahondan en la desigualdad.

Desde el poder que le otorga el poder comprar, el Capital lo compra casi todo y a casi cualquiera. En estas circunstancias, la corrupción y el clientelismo son la norma. La democracia una quimera. Por tanto, miremos más a la propiedad que al gestor político que le facilita el saqueo. Sin propietario explotador y corruptor no habría manijero corrupto.  Establezcamos la lucha por El Reparto pues, de lo contrario, continuaremos debiendo suscribir aquello que decía Jesús Pabón en 1935: «Para la gente de mi tierra hay algo que rige, absolutamente, la vida: lo contrario de la justicia: el favor».

Publicado: https://portaldeandalucia.org/opinion/el-favor/?fbclid=IwAR0fCO2ITdjHoIuWPistreXTNsEqc4ialf2n8z1Rrh_nVmuzibbbDCU1YBE

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El combate

Llevan tiempo intentado salvar al capitalismo del planeta.

Los viajes espaciales nunca han tenido un fin distinto al de buscar la continuidad de la Economía capitalista.

Gastan millones en propaganda, visibilizan a quien verdea sin dañar.

Invierten en energías nucleares o verdes o azules con el único ánimo de continuar la acumulación de capital y miseria.

Otro mundo no es posible si continúa siendo hegemónica la Economía capitalista.

El capitalismo busca sus soluciones, la Humanidad debe hacer lo mismo.

El combate es a muerte.

Sólo quedará uno.

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Puro egoísmo

Llegan las Navidades y, gusten más o menos, afloran recuerdos.

Me ha venido uno fortísimo al comerme un polvorón. No un polvorón industrial, sino uno de la pastelería de la Plaza Meneses, de Morón, claro.

No es por defender al comercio local. Es por puro egoísmo. Ese polvorón debería ser patrimonio de la Humanidad. Bueno, no, parafraseando a donjuancarlosaragón, un mojón para los humanos, ese polvorón es de Morón nada más y es patrimonio de su gente.

Ojalá nunca, nunca, dejen de existir cosas que generan sentires como los de ese polvorón y, para eso, deben exisitr negocios como las pastelerías de mi pueblo.

Por puro egoísmo.

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Capitalismo cooperativo

«Batz-Araluce: el ataque del capitalismo cooperativo» se titula un magnífico artículo de Unai Martinez, responsable de industria y construcción de ELA.*

En el mismo se muestra que el cooperativismo (realmente existente) puede ser tan explotador como cualquier otra empresa capitalista. «La traumática decisión de plantear el despido y la liquidación no proviene de una multinacional o de una empresa gestionada por un oscuro fondo de inversión situado a miles de kilómetros. La decisión se toma a unos cientos de metros. La dirección de Batz trasladó a sus socios cooperativistas que el futuro de la empresa pasaba por la liquidación de Araluce. Omitió en cambio, que las dos compañías son una, y que la solución, o pasa por un plan que apueste por el futuro en común o 1.000 puestos de trabajo pueden perderse. Desgraciadamente, volvemos a constatar que, cuando se trata de la vida laboral de empleados por cuenta ajena, el movimiento cooperativista actúa siguiendo el manual del capitalismo más inhumano. Una paradoja en un grupo que ha hecho suyo el lema ‘humanity at work'».

En realidad, el cooperativismo que funciona en la actual economía capitalista, el de Mondragón o cualquier otro, no es en sí mismo ni malo ni bueno, ni legitimador, paliativo o transformador. El capitalismo puede utilizarlo como agente de legitimación, tal y como ha hecho con tantas y tantas herramientas: sindicalismo, ecologismo… Del mismo modo, esa realidad no impide que se pueda impulsar un cooperativismo que sirva para superar y romper con el capitalismo.

Es necesaria la reflexión conjunta para fomentar un cooperativismo y una economía social transformadora o para la ruptura. Frente al capitalismo cooperativo del Grupo Mondragón, del cooperativismo agrario andaluz o de la Social Economy Europe (por poner algunos ejemplos de los múltiples existentes) es necesario partir de evitar la confusión (interesada) entre cooperación (asociación en beneficio de los asociados) y cooperativismo: la cooperación erigida en sistema de emancipación social, como diría Charles Gide. De este modo sí podríamos comenzar, como propone Unai Martínez, a «construir comunidad saliendo de la lógica que el capital nos quiere imponer».

* https://www.ela.eus/es/opiniones/batz-araluce-el-ataque-del-capitalismo-cooperativo?fbclid=IwAR14JTgcVFGNDy0HCjp8whwgvPC9jYgrUThWxMHc6JwjLSy0TuA58JQz6fs

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El arte del mercado

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¿Qué se produce en una sociedad? Respuesta común: lo que se demanda. Se produce lo que se demanda. Lógica aplastante, ¿verdad?. Pues no es así.

Las personas negras que trabajan en Lepe demandan vivienda y no se producen. Demasiada gente, niños y niñas, en Andalucía, pasa hambre y no se produce alimentación para ella. La población de Arabia Saudí no demanda barcos de guerra para matar. Lo hace quien posee el poder y el dinero. Quiero decir: no se produce lo que demanda la gente, sino lo que demanda la gente con poder adquisitivo. Estaremos de acuerdo en que no es lo mismo.

En un artículo de La Vanguardia se puede leer: «¿Qué determina el precio de una obra de arte? Pues como todo lo relacionado con el mundo de la economía, al final depende de la oferta y la demanda.»* Esto lo dicen para explicar por qué alguien ha pagado 120.000 dólares por un plátano pegado a una pared.

Gracias al artista italiano Maurizio Cattelan podemos ver lo «eficiente y óptima» que es la asignación de los recursos de la «oferta y demanda» y del mercado capitalista. En este mercado el valor de cambio (el poder de compra, los beneficios) prima sobre el valor de uso (las necesidades de la gente).

Este tipo de noticias terminan centrando el debate sobre el mercado del arte, en realidad sobre el arte en sí. Verdaderamente, el arte lo tiene la gente que continúa justificando el mercado como el mejor mecanismo económico que ha existido y que existirá por lo tiempos de los tiempos y amén (en el fondo es teología). Hay que tener mucho arte, bueno, tampoco, en realidad lo que tienen es mucho poder de compra (de profesores, periodistas, y todo tipo de voceros a sueldo).

Tanto como para decir que un plátano vale 120 mil dólares y que nadie rechiste.
¿Qué estará pensando la persona que le vendió el plátano a Maurizio? Por supuesto, en la infalibilidad de la oferta y la demanda.

*Fuente: https://www.lavanguardia.com/cultura/20191206/472072573948/venden-120000-dolares-platano-pegado-pared-maurizio-cattelan.html

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El favor

los-nuestros

«Para la gente de mi tierra hay algo que rige, absolutamente, la vida: lo contrario de la justicia: el favor». Jesús Pabón, 1935.

Ochenta y cuatro años antes de la sentencia de los ERES.

Más de cuatro siglos después de la conquista y rapiña castellana, generadora principal del latifundismo: mucha tierra para poca gente, mucha miseria para la inmensa mayoría.
Aproximadamente un siglo después de la creación de la Guardia Civil, imprescindible para el mantenimiento de lo contrario de la justicia: la propiedad privada de la naturaleza común.

Más de cuatro décadas antes de la llegada al poder andaluz del PSOE y la instauración de un régimen caracterizado por el mantenimiento del estatus quo secular y, por tanto, del favor como principio básico de la vida de la población andaluza.

Muchos años antes de la primera sentencia por corrupción de responsables políticos de la Junta pertenecientes a un partido que no es el PSOE-A (no tardará mucho).

Antes y después, «el favor» continúa como principio que rige la vida de la gente que subsiste en una estructura socioeconómica radicalmente corrupta e injusta.

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Gran Hermano controla a primos

«Marbella, vendida en los foros como vanguardia de la Smart City, experimenta con modelos de vigilancia ciudadana, dice Ekaiz Cancela en un tuit.

El País, el diario más izquierdista de nuestro entrañable país, lo muestra así en un artículo: “Ha habido un robo en una tienda en Puerto Banús (…). Las cámaras de video vigilancia capturan una imagen del ladrón. Al día siguiente, el mismo individuo camina por una calle cercana. Gracias a su modo de andar, ropa, género, color de cabello y «rasgos faciales únicos», las cámaras detectan su presencia y la policía puede arrestarlos. Estas imágenes se utilizarán como evidencia cuando vayan a juicio. Durante el año pasado, Marbella ha estado utilizando las cámaras de videovigilancia urbana más sofisticadas de España. (…) es el área con el mayor número de cámaras de ultra alta definición, según la compañía de software estadounidense, Avigilon.» ( https://elpais.com/…/2019/11/27/inen…/1574849134_892168.html).

Además de la búsqueda de apariencia, el software Avigilon incluye otra función especial de Inteligencia Artifical: detecta movimientos inusuales. «Para evitar los graffiti, podemos calcular el tiempo que alguien tarda en pasar por un escaparate», dice Javier Martín, jefe de policía local en Marbella. “Si les lleva más de 10 segundos, la cámara se activa para ver si están graffitando».

Con ayuda de nuestras instituciones públicas, empresas estadounidenses con Abigion están almacenando datos a través del control de los espacios públicos de nuestras ciudades.

Igual algún día nos preocupamos por la labor de este “Gran Hermano” privado. Igual dejamos de ser tan ingenuos, idiotas, primos. Eso sí, igual es demasiado tarde para revertir este capitalismo digital que hará que consideremos democracia incluso el actual régimen político español.

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Cadenas de colonizaciones

Ángel Camacho Alimentación es una multinacional andaluza cuyo principal producto es la aceituna de mesa.

La compañía con sede en Morón de la Frontera ha sellado la adquisición del 5% de la firma marroquí Cartier Saada, una compañía con sede en Marrakech que cotiza en la Bolsa de Casablanca y que está especializada en el envasado de aceituna.

Cartier Saada tiene una capitalización de unos 16 millones de euros, y su cifra de negocio ronda los 14 millones de euros. Ángel Camacho tiene un volumen de ventas diez veces mayor (170 millones de euros y un beneficio de dos millones, según las cuentas de 2017). El 77% de los ingresos de la empresa moronera procede del comercio exterior.

Angel Camacho Alimentación ha materializado esta operación a través de su filial americana Mario Foods, con sede en Florida. Dato inportante pues con la entrada en el capital de Cartier Saada a través de su filial americana Ángel Camacho puede eludir en parte la política proteccionista de la Administración Trump.

En paralelo, Ángel Camacho toma posiciones en un área olivarera que está creciendo de manera muy significativa en los últimos años, como es el Norte de África.

De este modo el capital ayuda al desarrollo de los pueblos y las personas. Hace ya muchos años que esta empresa también es muy ecológica, antes incluso que Endesa o «Ibertrola».

Ángel Camacho es la prueba de que la gente de pueblo no tenemos ni un pelo de tonta. Bueno, y de que en esta tierra de colonia, colonizamos otras, y sin enternarnos.