Decía Ortega que «de lo que hoy se empieza a pensar depende lo que mañana se vivirá en las plazuelas.»
Me gusta pensar a partir de frases firmes, útiles y bellas.
Pienso que hoy aspiramos a ser buenas mercancías. «Niño, estudia algo que tenga salida», es la frase más recurrida cuando se habla de orientación sociolaboral. Mañana, con este modo de pensar, en las plazuelas del futuro, abundarán, más incluso que hoy, las personas que odian su empleo pues no encuentran más que precariedad y sufrimiento. O no encontrarán siquiera empleo.
Pienso, que hoy creemos que el bienestar es una consecuenca del consumo de mercancías. Sin dinero no es posible vivir o, mejor dicho, sin mucho dinero. Por el contrario, todo es alcanzable si te lo puedes pagar. Todo tiene un precio. Ese modo de pensar llevará a que mañana, en las plazuelas del futuro, abunden las personas con enfermedades mentales y no mentales provocadas por la abundancia de cosas y la falta de humanidad. Nunca las cosas sustituirán a las personas. La humanidad, como todo lo realmente importante, no tiene precio.
Hoy, podemos comenzar a pensar en dejar de ser mercancías y en explorar nuevas-viejas formas de búsqueda del bienestar. Quizás, así, en las plazuelas del futuro, la sociedad-economía de las mercancías será sustituida por la sociedad-economía de las personas.
En esas plazuelas viviríamos economías transformadoras.