Qué es un derecho y qué es un privilegio. Relevante cuestión. Esencial elemento indicador de poder. Vivir en un lugar con las mismas capacidades que otras personas; subsistir por el hecho de ser persona; o no; migrar o no. El verdadero privilegio es tener el poder de decir qué es un privilegio y qué es un derecho. En capitalismo eso lo decide el capital, muy pocas personas con mucho dinero. Imposible la justicia, la democracia, la autonomía sin cambio de sistema.
Mes: marzo 2017
No tiene ningún paralelismo en las consecuencias, sí en las causas. Donald Trump y Manolo Morilla. Uno presidente de EE.UU., otro fue alcalde de Morón (2003-2011). Personas plagadas de escándalos, personalismo, y dinero, mucho dinero. Y religiosas, muy religiosas. Claro.
La gente que ha votado a Trump de la denominada «América profunda» lo hizo de forma muy similar a la que dio la alcaldía de Morón a Morilla; el objetivo electoral del granjero de Texas es muy similar al de la gente de mi pueblo que defiende a ultranza el empleo de la base militar (de la que a partir de enero Trump será jefe). La gente vota por el interés económico privado, y punto.
Y también porque han tenido éxito económico, da igual como. Y porque les prometen lo que haya que prometer. Dicen que Morón, que EE.UU. es lo primero. Llegan al poder más que por méritos suyos por deméritos de los demás, «demócratas» o «socialistas», o «demócratas socialistas». Los partidos «demócratas socialistas» son tan capitalistas como los otros. En este caso, la gente quiere capitalistas de verdad, que hayan hecho dinero.
Consecuencias.
Estos supuestos locos nunca van a hacer una locura contra ellos mismos, es decir, contra el mundo de los negocios. Quizás por eso ayer subió la bolsa y en mi pueblo aumentó la bolsa de los empresarios que no lo trataban como a un loco.
Hubo, en mi pueblo, otra consecuencia. El renacer de un movimiento social asambleario que provocó su caída. Una nueva forma de entender la izquierda donde no todo vale por crear empleo; para la que la forma de transformar se hace desde abajo, desde la asamblea y desde la cooperación. Nada que ver con los representantes andaluces (socialistas del poder o sindicalistas del idem) que ayer tan sólo pensaron en las personas que tienen un empleo en la Base de Morón. Aquí surgió otra izquierda que puso valores humanos, democráticos y sociales por delante del interés económico: la vida de la gente que muere por la Base al empleo que genera; la destrucción del medio natural (Sierra) al supuesto interés económico que tiene. Lo sagrado está aquí, en la Naturaleza y la gente, nunca en otros dioses.
Votar por el estricto interés económico propio, aunque cueste vidas humanas o la destrucción de nuestra riqueza natural colectiva, es la causa del surgimiento de estos Trumps-Morillas. Es la base del capitalismo y, en esta fase de ultracapitalismo, los representantes políticos más adaptados a este sistema bárbaro. Generales sin escrúpulos en época de crisis, mesías que lo hacen todo por su pueblo.
La alternativa en la que creo: movimientos asamblearios horizontales que generen un política y una economía cooperativa. En esas estábamos en los alrededores del 15M (unas antes, otros durante, otras después). Se hace necesaria la vuelta a esa alternativa, sin atajos verticales, sin posibilidades de mesías, sin creer en otra cosa que no sea en la inteligencia colectiva.
En las Sociedades de la Abundancia, en las que se enquista una elevada desigualdad durante un largo periodo de tiempo, se termina erosionando la propia democracia, y eso lo aprovechan algunos grandes latifundistas de capital para privatizar la política, como ha ocurrido con Trump en EEUU, en la Italia de Berlusconi, o en la España del Partido Popular y su financiación corrupta.
Lo más relevante para generar sociedades más igualitarias y más libres no es la forma de distribuir los bienes y servicios producidos, sino la propiedad de las empresas. Socialismo debe ser sinónimo de una democratización de la economía que debe entrar en la empresa, creando sólidos espacios de capital “colectivo”.
Las recientes elecciones de EEUU han puesto en evidencia que el centro del conflicto económico, político y social sigue situado entre dos polos: la democratización de la economía o la privatización de la política. Es evidente que la democratización de la economía tiene una gran potencialidad redistribuidora, pero el reto del socialismo de este siglo también debe ser el reconstruir para millones de trabajadores una percepción emocional colectiva vinculada a la ciudadanía democrática. La democracia es el instrumento de transformación colectiva mediante el cual las trabajadoras y trabajadores deben reconquistar la hegemonía cultural perdida frente a los latifundistas de capital.
De robo, vasallos y reparto
Rajoy dice que en el primer semestre de 2017 se habrá recuperado el nivel de PIB anterior a la crisis. En este caso, esta mala persona va a acertar. Pronto existirá la misma riqueza que antes de la crisis. Por tanto, debemos pedir que sirva para vivir dignamente, tan por encima de nuestras necesidades como (supuestamente) se hacía antes de la crisis. Los ladrones nos lo dicen, hay riqueza, pero no es para la gente normal y corriente, sino para los que precisamente la generaron con la idea de generar desigualdad y quedarse con más parte de la tarta. La crisis como robo, como impulso a la desigualdad, como muestra de que nos están robando. Y las mayorías sin enterarse, y, si se enteran, deseando que el ladrón lo tenga como aliado, como amigo, como uno de los suyos.
Quizás el cambio venga cuando las mayorías caigan en la cuenta de que estos ladrones sólo reparten cuando no tienen más remedio y que ese remedio no se logra siendo vasallo sino persona digna de respeto y reparto.
Polanyi sobre Trump
Escribió K. Polanyi en 1944: «El utopismo liberal o neoliberal está avocado a verse frustrado por el autoritarismo, o incluso por el fascismo absoluto». El bueno de Karl no conoció a D. Trump. O sí. Muy poca gente conoce a Polanyi en las facultades de economía. En fín.
Miren Etxezarreta, Maestra
Muchas veces ha contado que se hizo economista para descubrir por qué había ricos y pobres.
“He empezado a comprenderlo ahora, ochenta años después. En todas las épocas ha habido ricos y pobres, la historia del ser humano es una historia de explotación, y en la etapa actual el explotador es el sistema capitalista. En el capitalismo se encuentra pues ese porqué”.
«Nunca en la historia del capitalismo había habido tantos pequeños grupos de gente tratando de vivir de una forma distinta. Son multitud de florecitas con una minoría de fuerza -no me hago ilusiones- pero, si somos capaces de desarrollarlas, este tipo de iniciativas pronto se convertirán en una importante vía hacia la transformación social”.
Nuestra realidad es compleja
En Andalucía privatizan la sanidad mediante subcontrataciones, CHARE’s, organismos autónomos. No se va fácilmente cómo empresas privadas obtienen beneficios económicos de nuestra enfermedad.
La educación sigue siendo ocupada en demasiada medida por la religión católica, aunque parezca lo contrario. No parece fácil ver el poder de la Iglesia Católica y los efectos de su doctrina en la gente del futuro.
La agricultura continúa sustentándose en la misma distribución de la renta, o peor. Latifundismo por un lado, y minifundismo por otro. No es sencillo hacer ver que la tierra no es de nadie y es de todas las personas, como cualquier medio de producción.
Los sectores productivos estratégicos están en manos foráneas y no nos damos cuenta. Riqueza andaluza que es absorbida por empresas con sedes en Madrid, que tributan en Madrid con riqueza extraida de nuestra tierra. Luego nos llaman pedigüeños y no parece fácil que nos defendamos como es debido: atacando con argumentos sólidos a esas malas personas.
Todo es complejo. Nada parece evidente en estos tiempos de tanta propaganda y tan poco saber.
No obstante, si partimos de esta realidad, si asumimos la complejidad de nuestra sociedad, será posible generar una alternativa transformadora. Si nos pensamos, si nos organizamos, si nos analizamos, seremos capaces de generar en la teoría y en la práctica nuevas fórmulas económicas, y por tanto políticas, políticas y por tanto económicas, que partan de la complejidad en la que vivimos y que queremos cambiar hacia caminos de reparto, humanidad y vida.
Si tan sólo seguimos haciendo política de eslóganes, twitter y camisetas ingeniosas no será posible cambiar nada.
Es más, en la simplicidad siempre gana el fascismo, es decir, la acumulación, la deshumanización y la muerte.
Capitalismo posfranquista español
Vivimos en un Estado continuista del fraquismo, inmoral, donde el nacionalismo españolista sustenta la injusticia social y el autoritarismo. Así lo expresaba Suso del Toro en un artículo de noviembre de 2016:
«Los problemas que tenga España, aunque sean de carácter económico y social, son políticos. Pero el origen de esos problemas es moral, no es que moral y política sean espacios autónomos es que la política española es inmoral. Y la fuente de esa inmoralidad es el pecado original de lo que llamamos «la democracia española», la continuidad legal y orgánica del estado franquista a través de una reforma, la restauración de la monarquía borbónica. Todo viene de ahí, no hubo una ruptura y sí una continuidad, que finalmente gobiernen los franquistas es lo coherente.
La democracia española ha ido degenerando hasta dar este país socialmente injusto, con cultura nacionalista de estado y con las libertades personales que había reconocido en principio enormemente restringidas.
El estado español es de la derecha nacionalista española, del Parlamento a la justicia. Es razonable, por tanto, que la Audiencia Nacional actúe como la continuación del Tribunal de Orden Público y continúe juzgando políticamente los supuestos delitos. Es razonable, por tanto, que un ministro, Fernández Díaz, acusado de crear una polícia política secreta para perseguir a sus rivales tratándolos como criminales políticos, ocupe una comisión que debe atender las reclamaciones de derechos de la ciudadanía. Es razonable que gobiernen los perceptores de sobres de dinero negro porque España está sumida en la completa inmoralidad.»
Neoliberalismo y respuestas
David Harvey planteaba en 2005 («Breve historia del Neoliberalismo») ideas muy relevantes para explicarnos lo que ocurre hoy en día. Hablaba que el caos del neoliberalismo, «de la competitividad y del individualismo desenfrenado genera una situación que se torna progresivamente ingobernable». Y ante esta situación, los que persiguen la construcción del poder de clase (altas) tienen sus propuestas (Harvey las denomina neoconservadoras): la militarización, el autoritarismo y la instauración de unos determinados valores morales, concentrados en el nacionalismo cultural, la superioridad moral, la religión y los valores familiares frente al derecho al feminismo, los derechos de los homosexuales, el ecologismo y otras alternativas emancipadoras.
Lo que ocurre en EE.UU., Francia o Reino Unido, donde la derecha nacionalista avanza, no debe ocultarnos la situación en el estado que nos toca vivir. Aquí el nacionalismo cultural español convierte a los demás nacionalismos en enemigos a destrozar; avanzan en el autoritarismo con leyes mordazas; colocan a extremistas católicos en ministerios como sanidad o educación para continuar siendo «la reserva espiritual de occidente»; marcan políticas energéticas extremistas, ineficientes y colaboradoras, al mismo tiempo, con muertes por pobreza energética y con astronómicos beneficios empresariales. Libertad de empresa para continuar aumentando el poder de los poderosos, y ofensiva policial, moral y patriota para generar un estado autoritario que controle el creciente desorden que la desigualdad y la injusticia genera.
Ellos tienen estrategias bien pensadas. Nos toca pensar cómo afrontar esta situación para recomponer el poder de los abajo, desde el análisis, las acciones políticas no institucionales y las alternativas económicas. De lo demás ya hay mucha gente que se encarga.
Pensiones
Privatizaciones, obras públicas, servicios públicos municipales, servicios sociales, parte de la educación, de la sanidad. Ahora le toca a las pensiones. El capital quiere ganar dinero con todo.
El Pacto de Toledo de las pensiones se firmó en 1995. En ese año, el PIB español, la riqueza que se crea en la economía española era de 459.337M.€. En 2015, la tarta a repartir, la riqueza que se genera es de 1.081.190 millones de euros. Esta es la base del debate sobre las pensiones. Existe más riqueza para sostener la vida de las personas que no pueden realizar un trabajo asalariado. Sin embargo se oculta con otras cuestiones como nuestra esperanza de vida (¡vamos en contra de nuestra economía por vivir más!).
El tema de las pensiones es un tema de reparto, de igualdad, y en el capitalismo neoliberal en el que vivimos el capital hegemónico, las finanzas, promueven que la riqueza se acumule en cada vez menos manos. Como dice D. Harvey, en el fondo «hay que enfrentarse al poder sobrecogedor del capital financiero». Lo demás es pura y dura propaganda que nos lleva a un mundo tan desigual que las crisis económicas tan sólo pueden solucionarse, en el marco del capitalismo, con nuevos robos y mayor injusticia y autoritarismo.