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Esparragueras (económicas)

Teletrabajo: un tipo de casatrabajo

El trabajo es cualquier actividad física o mental que tiene por objeto satisfacer necesidades. El trabajo en casa es muy antiguo. La economía capitalista comenzó así, con trabajo a cambio de salario realizado desde el hogar. El patriarcado sirvió para tapar y minusvalorar el trabajo que no recibía salario, el de cuidados, el realizado por las mujeres.

En Morón de la Frontera, y en otros pueblos de Andalucía, las empresas textiles subcontrataban en la década de 1970-80 tareas a mujeres para que las realizaran en sus casas. Al trabajo de cuidados se sumaban infinitas horas en las máquinas de coser. “Cosetrabajo”, demasiado parecido al teletrabajo. Desgraciadamente. Después «teledirigieron» las fábricas a otros países. Deslocalización, le llamaron. Antes, cuando llegaron a Morón, fue como consecuencia de otra previa deslocalización desde tierras catalanas.

Ayer y hoy, no son pocas las tareas de los «sistemas productivos locales de éxito» que se acercan a esta modalidad de actividad productiva. Los productos de piel y marroquinería de Ubrique, el textil en ciudades medias de Córdoba, Sevilla, Granada, Málaga o Jaén, o el calzado en Valverde del Camino tienen enormes «ventajas comparativas» gracias a los bajos costes, y grandes sufrimientos, que generan estas estrategias. «Aparadoras» o «bolicheras» podrían dar fe de ello si la omertá laboral andaluza se lo permitiera.

Las herramientas digitales controlan a la mano de obra como nunca lo hubiera soñado Frederick Winslow Taylor, el promotor de la «organización científica del trabajo». Taylor, ese ingeniero que confundía las máquinas con personas, o viceversa, y que tuvo y tiene tantos seguidores. Nunca se le diagnosticó enfermedad mental alguna. Sin embargo.

Amazon ha patentado un brazalete que controlará por vibración los movimientos de las manos de una persona empleada y reducirá el tiempo perdido. Google España lleva un par de años implantando una política de empleo, retribuciones y promociones basada en la utilización de algoritmos. Son dos noticias que refuerzan una evidencia: se avanza a gran velocidad en la «trazabilidad del trabajo».

La trazabilidad de un producto se define como el conjunto de procedimientos y herramientas que permiten rastrear el histórico, la ubicación y su trayectoria a lo largo de la cadena de suministros. La trazabilidad, combinado con el troceamiento, son dos rasgos esenciales del trabajo asalariado en la economía capitalista actual, como bien ha indicado Ignacio Muro. Y sus consecuencias son claras: se impone un nuevo taylorismo digital caracterizado por una nueva vuelta de tuerca en la capacidad del sistema para la extracción y capitalización de rutinas y perfiles del trabajo humano.

Así, apenas con un móvil, la empresa puede conocer todo tipo de información sobre la actividad realizada por un «recurso humano», ya se encuentre realizando su tarea en una planta de la empresa o en el salón de su casa; el tiempo dedicado a cada tarea, las calorías que ha perdido (o las que puede llegar a perder si se le aprieta más), el número de cagadas (de todo tipo), etc.

Además, desde casa quedan muy lejos los otros recursos humanos en situaciones similares. Lo que hasta ahora ha venido en llamarse “compañeros de trabajo”. Aislados de ideas compartidas, sufrimientos similares, reivindicaciones colectivas. Lejanías, aislamientos y distancias sociales tan beneficiosas para los beneficios de los beneficiados de siempre. Habrá que crear los telesindicatos. Difícil, claro, si fuera fácil no lo harían.

El teletrabajo deslocaliza centros de actividad económica para el mercado, para el valor de cambio, hacia lugares de cuidados, de reproducción, de trabajos para el valor de uso. De este modo, deslocalizando hacia atrás-dentro, hacia lo oscuro-privado, cumple con su función: nublar la explotación para generar beneficios empresariales.

El aumento del «casatrabajo» significa impulsar el aislamiento para la acumulación. Una más de las múltiples estrategias entorpecedoras de la unión para el reparto, ambas, unión y reparto, imprescindibles para otra economía, para otra vida.

 

Publicado en Portal de Andalucía: https://portaldeandalucia.org/opinion/teletrabajo/

 

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Ideologías

Representantes de la política institucional denigran la ideología. «No es momento de ideologías, es momento para la reconstrucción de Andalucía», de Europa, o del turismo, dicen gente como Elías Bendodo, Nadia Calviño o el presidente de los empresarios turísticos de la costa de los cangrejos coloraos (y las chinas color oro).

Renegar de la ideología es renegar de las ideas (salvo de las propias), intentar bloquear las opiniones contrarias. Autoritarismo en estado puro. Puerta abierta a intereses espúreos sin frenos democráticos, es decir, sin la opinión e ideas de la gente.
Hay ideología. En todo. Aunque para algunas todo se limite al interés del dinero (esa es una idea aproximada a ser de derechas).

En economía, siguiendo al maestro José Luis Sampedro, pueden distinguirse dos extremos ideológicos (él hablaba de dos tipos de economistas): uno, el extremo de las medidas económicas que hacen más ricos a los ricos; otro, aquellas medidas y economistas que hacen menos pobres a los pobres.

La «reconstrucción» económica será ideológica. Lógicamente.

Los que reniegan de las ideologías tienen una única idea: poner en marcha el crecimiento económico, la acumulación de capital; hacer más ricos a los ricos.
Luchemos por poner en marcha otra ideología, la del reparto, la de las medidas que provoquen que los ricos (de dinero) dejen de expropiarse a manos llenas del fruto de la explotación de las vidas. Es la única manera de hacer menos pobres a los pobres (de dinero), y algo menos necios a los que todo lo confunden con el precio.

Y así, de este modo, intentar que esta sociedad rica en dinero deje de ser éticamente pobre, moralmente miserable.

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Austeridades

Austeridad de la mala.

Reducir gastos sociales para seguir cebando el capitalismo financiero (puede que no tarde en volver); menos presupuestos municipales, educativos, sanitarios, culturales; más dinero para intereses de deudas públicas obligadas por estructuras capitalistas; derroche en centro comercial, penuria en servicios públicos sociales.

Austeridad de la buena.

Recoger agua de lluvia en cubos (mi vecina Anita no puede dejar de hacerlo aunque tenga agua del pueblo y 70 años); poner en punto muerto la moto en cada bajada del carril (el Cala es un experto); hablar a la sombra de la palmera sin consumir más que la sabiduría de Paco Villalba; penuria consumista, derroche de buena vida.

Dos austeridades: la de la comunidad europea del capital y la de la comunidad rural andaluza de La Lahiz.

Dos significados para una misma palabra.

Dos caminos civilizatorios inversos.

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Política Económica Desde Abajo

Leciones de Política Económica Desde Abajo a partir de los relatos de Nelly, Beatriz, Pamela y Siujen, recogidos por Raúl Zibechi.

Elementos generales

Definición: relaciones para cuidar y reproducir la vida que se tejen en los canales invisibles de la sociedad.

Profesorado: mujeres chilenas integrantes de asambleas territoriales nacidas durante la revuelta.

Aplicación práctica: epidemia de coronavirus en barrios de las principales ciudades de Chile.

Lección 1. Objetivo económico básico: hacernos cargo de la vida

Ante la crisis de todos los aspectos esenciales de sostenimiento de la vida (salud, educación, alimentación), la solución es la conciencia colectiva. «Defendernos entre nosotras, mucha creatividad organizativa, (…) activarnos de otros modos.» El cuidado se hace juntos y juntas con instrumentos como las redes de abastecimiento, las compras colectivas o los huertos urbanos.

El Estado quiere naturalizar una dictadura en democracia. La sostenibilidad de la vida está en nosotras, en las mamás cuidadoras y criadoras, en nuestros cuerpos y redes.

La idea  principal es que » solo el pueblo cuida al pueblo».

Lección 2. La relación con la naturaleza: la empatía con la tierra

Los huertos urbanos generan experiencias de nuevo tipo: crean una relación diferente con la naturaleza, con el consumo.

El compostaje implica que la vecindad clasifique la basura y se haga cargo de sus desperdicios para llevar al huerto comunitario. Economía circular sin intermediario capitalista que se lucra.

Así, se va formando una relación de empatía con la tierra.

Lección 3. Distribución y abastecimiento: la «canasta básica»

La nueva relación con la tierra crea nuevos vínculos entre las personas, muy diferentes a ir a comprar al supermercado.

La red de abastecimiento colectiviza las compras. Se realiza una compra directa de las asambleas a los agricultores, sin pasar por intermediarios para bajar los precios. Así, además, hace comunidad en algo tan importante como alimentarse.

Previamente, se realizó un censo de personas en riesgo (ancianas, enfermas o con problemas económicos) para que tengan acceso a una «canasta básica».

Lección 4. Redistribuición y ahorro

La comunidad asume una cuota para ayudar a personas que no pueden pagar la canasta o cesta básica.

Con la cuota se genera ahorro, un fondo común para: a) prestar a la gente que tiene más problemas económicos; b) asignar de forma rotativa a la familia de la red que más necesita, la más vulnerable, luego de una discusión sobre los criterios.

Lección 5. La comunidad, los vínculos y la revuelta

Las asambleas sirven para cuestionar la vida que hemos sostenido hasta ahora. El otro mundo posible lo estamos haciendo ahora y nadie puede sacarnos de ese lugar.

La verdadera precariedad es la de aquellas personas que no están conectadas con redes solidarias. La verdadera precariedad es la soledad y el despojo.

La revuelta multiplicó los contactos, los lazos de confiaza y las redes.

Lo que nos va a salvar es lo que siempre nos ha salvado como pueblo: la calidad de nuestros vínculos, el valor para enfrentar la adversidad, la profunda valentía que hay en cada mujer.

La revuelta nos conectó con los siglos de resistencia profunda de nuestro pueblo.

 

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/movimientos-sociales/raul-zibechi-diez-lecciones-otra-economia-antipatriarcal-anticapitalista

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Por necesidad o convencimiento

¿Qué porcentaje de personas tienen un trabajo en situación de «informalidad» en economías como la andaluza? ¿Cuánta gente en Cádiz, los pueblos de la sierra sur de Sevilla o el norte de Granada trabajan por debajo del radar del Estado? Miles. Y en cada crisis capitalista aumenta. Las enormes tasas de desempleo sin protesta tienen explicación para quien quiera buscar más allá de los números oficiales.

En lugares como América del Sur las respuestas a la economía capitalista han seguido caminos que les han llevado en muchos casos a las “cooperativa de trabajo asociado”, las “cooperativas de productores” o a «recuperar fábricas» cerradas por los empresarios. O siguen el camino de las experiencias comunitarias en el que autogestionan sus necesidades intentando, en mayor o en menor medida, ser gestores, propietarios y beneficiarios de sus organizaciones productivas y, de este modo, poder mantener y enriquecer sus sus vidas.

En unos casos porque el mercado de trabajo deja fuera a cada vez más gente, quienes, añorando el trabajo asalariado, no tienen otro recurso que la autogestión para obtener el sustento. En otras ocasiones buscan la autogestión y la propiedad colectiva para participar colectiva y democráticamente de la gobernanza y de la gestión de la empresa que les provee de renta. De este modo, las personas afrontan su subsistencia dirigiendo y administrando su propio destino, y también el producto de su trabajo. De este modo renuncian, en palabras del abogado argentino Mario Schujman, «a la seguridad del sometimiento que se produce cuando lo vende a un patrono en el mercado laboral».

Pienso en un futuro donde abunden las prácticas socioeconómicas transformadoras alternativas a un mercado de trabajo que no demandará fuerza de trabajo suficiente para evitar enormes tasas de desempleo; alternativas a empresas capitalistas que no requerirán tantos recursos humanos a los que explotar. De ese modo se podrán impulsar instituciones estatales no financierizadas que puedan sostener derechos universales que proporcionen una salud y una vida digna.

Hoy, 15M de 2020, como hace 9 años, pienso que en Andalucía (y en todo la Humanidad) se debe mirar, por necesidad o por convencimiento, a la economía social autogestionaria con vocación subversiva.

 

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Teletrabajo

El trabajo en casa es muy antiguo. La economía capitalista comenzó así.

En Morón, y en muchas otras localidades rurales, las empresas textiles subcontrataban en la década de 1970-80 tareas a mujeres para que las realizaran en sus casas (al trabajo de cuidados se sumaban infinitas horas en las máquinas de coser). «Cosetrabajo», demasiado parecido al teletrabajo. Desgraciadamente.

Después teledirigieron las fábricas a otros países. Deslocalizando. Le llamaron.
La herramientas digitales controlan a la mano de obra como nunca lo hubiera soñado Taylor. Taylor, ese ingeniero que confundía las máquinas con personas, o viceversa, y que tuvo y tiene tantos seguidores. Nunca se le diagnosticó enfermedad mental alguna. Sin embargo.

Con un móvil la empresa puede conocer las calorías que ha perdido en su casa un «recurso humano» (o las que puede perder), el tiempo dedicado a cada tarea, el grado de esfuerzo al final de cada jornada. El número de cagadas. De todo tipo.

Desde casa quedan muy lejos los otros recursos humanos en situaciones similares. Lo que hasta ahora ha venido en llamarse «compañeros de trabajo». Aislados de ideas compartidas, sufrimientos similares, reivindicaciones colectivas. Lejanías, aislamientos y distancias sociales tan beneficiosas para los beneficios de los beneficiados de siempre. Habrá que crear lo telesindicatos. Difícil.

El teletrabajo deslocaliza centros de actividad económica para el mercado hacia lugares de cuidados, de reproducción. Externalización de costes, apropiación de beneficios. Deslocalizando hacia dentro.

El Teletrabajo como otra estrategia de descentralización productiva, esta vez hacia atrás-dentro. Todo para nublar la explotación.

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Esparragueras (económicas)

Economía y salud

Álvaro González Franco, jefe de Medicina Interna del Hospital Universitario Central de Asturias indica: «Estamos viendo que el daño en los enfermos no es tanto por la lesión que provoca el virus en las células sino por la respuesta inmune del organismo, que es la inflamación.»

Del mismo modo, el daño a la economía no es tanto por los efectos del virus sino por la respuesta del tipo de economía en la que vivimos: la economía capitalista. Una economía que tiene por objetivo la acumulación de capital; para la que sólo es trabajo aquél que genera ganancias; que confunde valor con precio; que privatiza los bienes comunes; que necesita la destrucción de la naturaleza; que usa el dinero para ganar dinero.

La economía capitalista está respondiendo al virus como le es propio: dañando a las personas. Inflamando el dolor para salvarse ella, a costa de la gente. Esta economía es más mortífera que el virus, que todos los virus, pues es ella la causa de su generación; porque tiene una respuesta inmune, para salvarse ella, que no pone en duda el sacrifico de más seres humanos; que no dudará en destruir naturaleza (por ejemplo en Nerja) o pequeñas actividades económicas que sostienen muchas vidas (gran parte del tejido socioeconómico andaluz).

La economía, sin adjetivo, debe tener por objetivo mantener y enriquecer la vida. La economía capitalista, sin embargo, sólo cumple con este objetivo si es útil para la acumulación de capital; sólo salva vidas si así obtiene ganancias; las vidas se subordinan al capital.

La economía no es contradictoria con la salud.

La economía capitalista sí.

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Repensar

El último número de The Economist, la revista más importante del pensamiento neoliberal se titula «Un cálculo macabro». El periódico explica la actual situación: estamos obligados a parar la economía porque si no, morimos. Sin embargo, morirá más gente durante los próximos cinco años por causa del parón de la economía, ya que la ruptura de las cadenas productivas y distributivas provocará efectos de desempleo, hambre, desesperación enormes.

¿Tiene algo que ver la economía capitalista en esta situación? Todo. Si no paramos morimos; si paramos moriremos; si seguimos la crisis ecológica provocada por la destrucción capitalista acabará con nosotros.

No obstante, como plantea Ignacio Ramonet, «tratarán de hacernos regresar a la vieja ‘normalidad’. O sea al Estado de las desigualdades permanentes. Pensemos en lo que ocurrió con la pandemia de la ‘gripe de Kansas’ (mal llamada ‘española’) que se extendió a todo el planeta entre enero de 1918 y diciembre de 1920. ¿Quién la recordaba antes de la plaga actual, aparte algunos historiadores ? Todos la habíamos olvidado… A pesar de que infectó a unos quinientos millones de personas y mató a más de cincuenta millones de enfermos…»

Franco «Bifo» Berardi, por su parte, plantea nuestra actual situación en términos de posibilidad: «Podemos renunciar al beneficio, a la propiedad privada, a los criterios de prioridad que son específicos del capitalismo. Lo primero que tenemos que hacer y debemos hacerlo ahora mismo es establecer qué necesitamos básicamente: la alimentación, los medicamentos, la comunicación, el afecto, el placer de hablar con los otros… las cosas a las que no podemos renunciar porque sin ellas morimos. (…) Lo que sucede es que a la hora de cambiar los criterios de qué es indispensable y en el momento en que comienzan las restricciones surge un problema político: ¿cuál es la fuente de legitimidad para tomar estas decisiones?, ¿quién toma estas decisiones sobre cuáles son las prioridades? Esto constituye un mundo político totalmente nuevo que va a abrirse dentro de pocos meses o un año.»

Es hora de reevaluar. Como Bifo, veamos esta situación «como un refinamiento y una ampliación de nuestro horizonte. (…) estamos en condiciones de repensar las cosas: todo lo que era puramente habitual ha desaparecido y ahora miramos lo esencial.»
Normalidad del camino a la destrucción, desigualdades y muertes o repensar para transformar las cosas. Es ahí la cuestión.

 

Fuentes:

– https://www.nodal.am/2020/04/la-pandemia-y-el-sistema-mundo-por-ignacio-ramonet/

– https://ctxt.es/es/20200401/Politica/32051/capitalismo-confinamiento-crisis-franco-berardi-bifo-filosofo-entrevista-marcelo-exposito.htm

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Un pacto andaluz por otra economía

Una Economía para la Vida. Del Covid-19 a un Nuevo Modelo Económico Plural, democrático, relocalizado y ecológico para Andalucía

 

El COVID-19 es un subproducto más de la incesante destrucción de los hábitats por parte del capitalismo global (como las inundaciones del otoño pasado o los incendios en Australia). Los recortes sociales, la deslocalización productiva y la movilidad insostenible han favorecido su letalidad.

Las consecuencias de las catástrofes y las crisis no afectan a todo el mundo por igual. Andalucía, tras cuarenta años de políticas neoliberales deslocalizando la economía, recortando derechos y adelgazando el gasto público sanitario nos deja más indefensas ante la pandemia. Los datos de desempleo y pobreza antes de la crisis indicaban nuestra peor posición. En los próximos meses esta mala situación se agudizará.

Si no lo evitamos, la nueva recesión mundial en la que nos adentramos, más grave que la de 2008, provocará más desigualdad, miseria y autoritarismo. Por otro lado, es desastroso pretender salir de la crisis produciendo como hasta ahora y creciendo materialmente todavía más, porque empeoraríamos la crisis climática y energética y en pocos años se multiplicarían y se sobrepondrían las catástrofes ecológicas. Esta es la salida que pretende la Junta de Andalucía con el Decreto-Ley 2/2020 Mejora y Simplificación de la Regulación para el Fomento de la Actividad Productiva en Andalucía. La Junta de Andalucía intenta salir de la crisis con las mismas líneas políticas que nos han traído hasta aquí. Como dijo Einstein: «La locura está en comportarse siempre de la misma manera y esperar un resultado diferente».

El camino a seguir es otro. Lo marcan las iniciativas y redes de solidaridad creadas en nuestros barrios y pueblos, y debería basarse en la toma de conciencia de nuestra interdependencia (nos necesitamos las unas a las otras), ecodependencia (necesitamos y dependemos de la naturaleza) y de la importancia de los cuidados y un buen sistema sanitario.

 

La nueva gran transformación: la transición ecosocial 

A partir de la interpretación anterior son precisas transformaciones que nos acerquen a un planeta justo y habitable. Estos cambios deben tener un objetivo principal: cubrir las necesidades básicas materiales e inmateriales (alimentación, vivienda, cuidados, energía, libertad, participación, educación…) de las personas que estamos en el mundo, de forma que cada cual pueda realizar su propio proyecto de vida digna en el marco de una distribución equitativa de los recursos limitados del planeta.

Si nos centramos en la economía andaluza de manera concreta, y en el ámbito socioeconómico territorial para cubrir las necesidades básicas sin explotar al resto del mundo, al contrario, siendo solidarias, tendremos que transformar nuestro modelo productivo territorial para hacer que genere productos y servicios ecológicamente sostenibles y socialmente útiles, así como distribuirlos de manera justa.

La transformación productiva requerirá incrementar los recursos de política económica de las instituciones públicas territoriales y reorientarla a potenciar a partir de ahora los sectores que cubran las necesidades básicas de la ciudadanía, y a transformar o penalizar los que aporten poco o no aporten nada. En este sentido, algunas actividades deberán ser promocionadas: agricultura ecológica y de proximidad, salud y cuidados, energías renovables, rehabilitación del parque inmobiliario, cultura, actividades emergentes vinculadas a las TIC, la fabricación digital, entre otras.

No podremos reducir la pobreza material de la mayoría sin reducir la riqueza de una minoría. Ninguna de las medidas adoptadas por los gobiernos en estos meses de pandemia toca los intereses de las grandes empresas. El dinero para animar la economía, generado por el Banco Central Europeo, favorece a la banca, que se encargará de concederlo en forma de crédito y de embolsarse los intereses.

Es preciso dar pasos más allá de luchar por más gasto social o parar nuevos recortes. En este sentido, para un reparto más justo de la riqueza producida dentro de la economía capitalista son útiles dos tipos de políticas, a saber:

  • Políticas predistributivas: promover la Economía Social y Solidaria para modelar los mercados de productos, de trabajo y financiero.
  • Políticas redistributivas: implantar una reforma fiscal que aumente considerablemente la progresividad de los impuestos (bajada de los impuestos indirectos y subida de los directos, sobre todo a grandes empresas y rentas altas).

 

Un pacto andaluz por la salud colectiva, la democracia económica y la justicia socioambiental

Necesitamos articular un bloque de organizaciones populares andaluzas que impulse un pacto de reformas radicales que transformaran el modelo socioeconómico andaluz. Se trata de institucionalizar unas políticas en favor de un Nuevo Modelo Económico Plural, que garantice la salud universal, la democracia económica y la justicia social y ambiental.

El gobierno andaluz no tiene el poder coercitivo ni los recursos suficientes para implantar algunas de las medidas más importantes que harían falta, sino que están en manos del Estado español o de la Unión Europea. No es porque sí por el que muchas reivindicamos soberanía para Andalucía. Por lo tanto, además de intentar saltarse los límites con políticas valientes y creativas, los firmantes de este Pacto tendrían que coordinarse con actores similares del Estado español y de Europa para forzar el gobierno español y la Comisión Europea a implantar las medidas que les correspondan.

Los actores socioeconómicos que tendrían que integrar este nuevo acuerdo para relanzar la economía postcoronavirus son los siguientes:

  • El sector público.
  • El sector privado de utilidad social. Autónomos y PYMES que destinan gran parte del excedente a finalidades sociales, se acerca a la empresa social o demuestra una fuerte responsabilidad social, laboral y ambiental.
  • La economía social y solidaria y la economía popular y comunitaria: redes de apoyo mutuo, equipamientos de gestión comunitaria, huertos comunitarios y sociales, economía migrante, etc.

 

Medidas

  1. Cobertura de las necesidades básicas de toda la población mediante: Una renta básica; El control de los precios de la vivienda; La reducción del IVA sobre los productos de primera necesidad.
  2. Desarrollo del sector público andaluz: Crecimiento y mejora de los servicios públicos de la Junta, los cuales tienen que priorizar la propiedad y la gestión públicas con la participación de trabajadoras y usuarias, y cuando haga falta concertando determinados servicios con el Tercer Sector Social de la ESS; Creación de una banca pública de inversión andaluza para el desarrollo social y la transición ecológica; Creación de un ecosistema andaluz de investigación, desarrollo y comercialización de tecnologías limpias para la reconversión ecológica del sistema productivo.
  3. Fiscalidad redistributiva y ecológica: Impuesto sobre las fortunas (activos mobiliarios, inmobiliarios y financieros); Aumento del impuesto real de sociedades; Incremento de la tributación a los tramos altos del impuesto de sucesiones y del IRPF; Aumento de los recursos humanos y jurídicos para perseguir la evasión fiscal; Tasa a las transacciones financieras; Tasa al carbono, que grabe la producción de los productos que más emisiones de CO₂ generan.
  4. Democratización de los cuidados: reconocimiento social; promoción de la corresponsabilidad de todos los actores; fondo y mecanismos para dignificar el trabajo de cuidados, remunerado o no; y apoyo en los espacios y servicios de provisión comunitaria de los cuidados.
  5. Aumento de los presupuestos de cultura de la Junta al 2% y establecimiento del tipo súper reducido del IVA a todas las actividades culturales.
  6. Supresión de la regla de gasto para todas las administraciones y derogación de la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local (LRSAL), así como aumento de la dotación económica en los municipios para que puedan aplicar políticas de desarrollo local comunitario, endógeno y autocentrado, que estimule la producción local y las cadenas cortas de producción y comercialización.
  7. Planes de acción aumento de soberanías. Planes de acción andaluces para aumentar los grados de soberanía alimentaria, energética y financiero-monetaria (incluyendo el establecimiento o el apoyo en monedas complementarias).
  8. Aumento del apoyo a la economía social y solidaria (ESS): aprobación de una ley de ESS con el consenso de las entidades significativas del ámbito; incremento de las partidas dedicadas al fomento y la promoción de la ESS en todas sus ramas, incluyendo el consumo responsable, las finanzas éticas y todas las iniciativas sociocomunitarias; promoción de una red de ateneos cooperativos como entes público-cooperativos orientados al desarrollo local y la transición ecosocial mediante la ESS; medidas para facilitar la asunción de prácticas de la ESS por parte de tiendas, pymes, negocios de personas autónomas y empresas en crisis, así como reconocimiento de las entidades significativas de la ESS como interlocutoras en materia socioeconómica tanto en el ámbito municipal como andaluz.
  9. Revalorización del medio rural y reorientación del sector agrario andaluz hacia los ciclos cortos, la producción agroecológica y la soberanía alimentaria.
  10. Marcos democráticos y participativos de planificación y decisión económica tanto en el ámbito municipal como andaluz.

 

Documento elaborado a partir de la adaptación para Andalucía de los siguientes trabajos realizados para Cataluña: 1) Iván Miró: “Una Economía por la Vida. Del Covid-19 a un Nuevo Modelo Económico Plural, democrático, relocalizado y ecológico para Cataluña. Pacto Catalán por la Salud Colectiva, la Democracia Económica y la Justicia Socioambiental.”  https://bcn.coop/economia-per-la-vida/; 2) Jordi García Jané: “De la pandemia a la transición ecosocial”. Revista de la Federación de Cooperativas de Trabajo de Cataluña (FCTC), en 13 de abril 2020.

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Esparragueras (económicas)

Nueva anormalidad

Surgirá la vacuna contra el coronavirus que no evitará la muerte de millones de personas por hambre evitable, por otras enfermedades evitables. Vacuna financiada públicamente y generadora de beneficios privados. Vieja normalidad.

Prestar dinero regalado por la autoridad monetaria dará beneficios financieros sin trabajar, por especular.

Los trabajos de cuidados no serán trabajos cuidados como merecen. Ni las mujeres que mayoritariamente lo desempeñan.

Los trabajos de migrantes en mares de plástico seguirán plastificando la dignidad de tanta gente, principalmente, la de los explotadores y las de los autóctonos que miran para otro lado.

Produciremos armas de guerra con demanda; tiraremos alimentos a la basura porque los precios son bajos.

La propiedad del suelo, de la naturaleza, del litoral (andaluz y no andaluz) pasará, y pasará, y pasará a manos de fondos de inversión. Los patriotas la venderán a extranjeros con firmas en notarías serias con cuartitos oscuros.

Continuarán los viajes a Marte, y el extractivismo belicista en la Tierra. Cosas tan parecidas…

La ciencia demostrará que la crisis ecológica está a la vuelta de la esquina y seguiremos echando mierda a las generaciones futuras.

Y seguiremos con los viajes espaciales en busca otro planeta que destrozar.

La construcción y el turismo serán verdes, circulares, azules, saludables. Lo que enuncie Nadal o Coronado en un anuncio.

La nueva-vieja anormalidad capitalista consiste en que poca gente con mucho mercantiliza la naturaleza y la vida de la gente con poco (mucha). El neoliberalismo realmente existente es poner el Estado al servicio de la primera, con más/menos autoritarismo.

Ninguno de los dos caerá por la buenas.

Nanai.

Todo parecerá normal si no somos capaces de cambiar el modo de mirar la realidad. Y de imaginar antes otra economía que el fin del mundo.