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Sin ánimo de ser tonto

Ecovidrio, entidad sin ánimo de lucro. Lo dice gente que ganan millones y millones de euros. Tenistas apoyando la ecología.

Me parece bien. Estrategias que sirven para ganar dinero engañando. Nada nuevo en el mundo de la publicidad y el capitalismo.

Eso sí. Comenzaré a equivocarme sistemáticamente y el vidrio irá a todos lados menos donde me dicen esos tenistas. No seré ecologista. Pero tampoco lelo.

De forma más académica le llaman economía circular. Dar vueltas para llegar al mismo sitio: minorías forrándose a costa de mayorías.

No colaboro con nada que de forma tan grosera me trata como tonto.

Ante tantas empresas sin supuesto ánimo de lucro, son necesarias personas sin ánimo de ser gilipollas y facilitarle sus pornográficas ganancias.

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Economía y democracia

El gurú de la socialdemocracia bienpensante y monárquica de este país ha hablado en su homilía de esta mañana sobre los métodos de decisión del PP. Iñaki Gabilondo ha criticado el último dedazo de Rajoy.

Este periodista de talento y éxito lleva décadas trabajando para una empresa que utiliza esos métodos; cooperando con métodos antidemocráticos de toma de decisiones; colaborando con el Grupo Prisa, empresa de comunicación contralada por las «democráticas» instituciones financieras que, un día, imponen planes de despido y precariedad para los empleados y, otro día, induce campañas de desprestigio contra la economía social democrática de Madrid.

Se pensará que son ámbitos distintos. Una cosa es una empresa y otra un partido político; que no es lo mismo el ámbito de la economía del de la política institucional.
Pues bien, es imposible lograr una sociedad democrática sin unidades de producción de bienes y servicios democráticas; sin empresas de comunicación no controladas por la oligarquía financiera; dejando la democracia a la puerta de las fábricas y oficinas.
No habrá sociedad democrática sin economía democrática, por mucho que el talento de los «Gabilondos» de turno nos hagan pensar de otra manera.

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Flamenco

La música que más me gusta es el flamenco. Por eso sigo en cierta medida algunos de los debates que se generan en torno al mismo.

Eso sí, mi posición es cómoda: me gusta el flamenco ortodoxo, el heterodoxo y hasta el cante «pelícano», el que para unos no es flamenco, para otros sí lo es y para otros, como yo, les da igual.

Acabo de leer una entrevista a Pedro G. Romero en la que dice que «redefinir el término pasa por preguntarse cómo funciona, más que por buscar unadefinición de flamenco».

En relación con lo popular, cuando se trata de ver qué es y cómo funciona el flamenco, la raíz se sitúa en “la cultura del populacho, del lumpen excluido, los gitanos, las clases delincuentes, prostitutas, maricones, toxicómanos… Precisamente los excluidos de la soberanía política han acabado trenzando los elementos simbólicos que representan esa misma comunidad, ese mismo grupo humano, ese mismo pueblo”. «Consecuencia de su naturaleza marginal, los flamencos han habitado desde el principio la periferia, incluida la periferia geográfica.» 

Hoy me gusta ese flamenco que no se «sevillaniza», «madrileñiza» o «barceloniza». Pienso que el flamenco debe seguir bebiendo de los pueblos, no de las cortes, de la tierra, no del asfalto, de las tascas, no de los restaurantes. Igual soy un antiguo o un romántico, pero lo que me llega del flamenco o de los pelícanos es su autenticidad y eso se logra respirando realidad, vida, pueblo.

Y me encantaría que pudiera existir un flamenco que funcionara de forma rebelde, arisca, que desde abajo logre generar condiciones de vida digna sin depender de Universal o Sony. Funcionar con soberanía, sin depender de grandes multinacionales. Para eso la gente del flamenco debería cooperar más que competir, unirse entre ellos frente a los que viven de ellos. 

El flamenco es la expresión de un pueblo. Igual, algún día, también sea reflejo de otra economía de ese mismo pueblo. 

Me encantaría que continuara funcionando desde las periferias, lo popular, lo comunitario. Lo demás, ojana.

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Innovación

Formas mediante los que están en la cima han aprendido a absorber dinero de los demás mediante técnicas que estos ni siquiera conocen.

Hace 200 años del nacimiento de Marx. Hoy, igual o más que en su tiempo, es necesario desentrañar los mecanismos mediante los que unas personas explotan a otras.

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Silencio: la tierra para quien no la trabaja

No soy propenso a los flagelamientos chiíes. Incluso creo que estos canales no son los más indicados para realizar debates críticos para la mejora. Pero creo que estamos perdiendo el sentido de la realidad, mirando para otros lados, debatiendo sobre cuestiones de lejos para no ver el cerca. Y es que en Andalucía, el gobierno de la oligarquía está dando el golpe de gracia a uno de esos lemas que han unido a generaciones y generaciones de nuestras clases populares: «la tierra para quien la trabaja».

El silencio es atronador.

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Imposibles útiles

Frenar la pobreza con mercados.
Aspirar al pleno empleo.
Mejorar la economía de la gente y del capital. A la vez.
Mejorar a las víctimas con penas de más años de cárcel.
Mejorar al verdugo con penas de más años de cárcel.
Acabar con el patriarcado mediante el código penal.
Imposibles/instrumentos útiles para que todo siga igual.

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Violencias

La relevancia del concepto. En especial del concepto violencia. Tener el poder de decidir lo que es violencia y lo que no es trascendental. Militares, policías, guardias civiles, neonazis, nacionalistas españoles, machos… El 1 de octubre, la represión a favor de la unidad de la patria, las agresiones machistas, la corrupción policial, las violencias franquistas olvidadas en cunetas…
Cuestiones todas alrededor del uso, abuso o instrumentalizacion de la violencia. Esencial para cualquier Poder.
No existe la no-violencia.

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Sentido común

Se puede entender por «sentido» el camino que deben tomar las cosas, el modo de entender lo que está bien o mal, la senda a seguir. Y por «común», lo normal, lo mayoritario.
De este modo, hablamos del sentido común conservador, marianista/rajoista, católico e incluso socialista-andaluz.
El sentido común entendido de ese modo puede marcar como normal-bueno ver Telecinco, Juanymedio, votar al PP, o a Susana Díaz, gastar mucho dinero en un partido de fútbol, admirar a las personas que triunfan en Operación Triunfo, caerte bien y confiar en Rivera o competir por un empleo.
Ese sentido común lo siguen muchísima gente. Es el sentido común mayoritario.
Transformar, en cierta manera, es luchar contra el sentido común. A favor de «sinsentidos».
Convertir el actual sentido común en un sinsentido.

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Inteligencia emocional

Resulta que las élites españolas leen y premian libros. Se llaman premios Know Square. En la entrega de premios, celebrada la noche del pasado lunes en Madrid, estuvieron presentes el habitual Antonio Garrigues, Adela Cortina, Charles Powell, del Real Instituto Elcano. Gente muy lista que vela porque la cosas vayan bien para quienes ya les va bien.
Esteban Hernández, un tipo a seguir, entiende muy agudamente que este premio indica cómo piensan las élites españolas. Conclusión: en el escenario del orden liberal global en el que se mueven las élites españolas, se premia un texto en el que se invita a pensar en un futuro donde los retos se van a solucionar con inteligencia emocional, optimismo, la gestión de los intangibles y con la apertura a otras redes. Dice Hernández que «es típico de nuestras élites, cuyos marcos de pensamiento se ciñen a los maravillosos avances que nos traerán la tecnología y la ciencia, que también nos harán más longevos y felices. Y la paz en el mundo.»
Gente como Garrigues no tiene un pelo de tonta y, en realidad, «tanta mirada hacia el porvenir no hace más que ocultar la realidad: fijar la mirada lejos provoca la exclusión del presente mediante la promesa del futuro.»
Menos mal que también hay analistas interesantes como Esteban Hernández.

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Izquierda topo

Dice Alberto Santamaría:
«Es Madrid donde se ha generado lo que algunos y algunas, de modo informal, hemos denominado la izquierda topo, trágicamente hegemónica. Recuerdo algún caso en el que alguien me hablaba de los distritos madrileños (¿se dice así?) como si fuesen recintos que todos los demás no sólo hemos de conocer sino que incluso hemos de reconocer en sus más mínimas estructuras. Hay una tontuna madrileña en la izquierda que desde fuera resulta algo francamente desolador (aunque no deja de permitirnos echarnos ciertas risas a su costa). Esa es la izquierda topo, es decir, aquella que es ciega al hecho de que hoy, ahora, si es posible que algo pase en España no será en Madrid, ni siquiera en Barcelona. Son las provincias, esas provincias tan menospreciadas por la izquierda topo, desde donde puede venir un cambio. Para ello, por supuesto, será necesario destopizar a la izquierda tanto madrileña como de provincias. El madrileñismo es la tumba de la izquierda, porque es un ombliguismo arrogante que no se da cuenta de sí mismo.»
Pero esto tiene su triste cara B: la autoceguera. El problema es que al mismo tiempo se ha generado una estructura según la cual los problemas madrileños se incrustan en la realidad periférica como propios. El problema también reside, en efecto, en que la izquierda topo no sólo no ve más allá de su cerco sino que (y esto es más grave) termina por producir una pegajosa neblina en la córnea de los movimientos periféricos los cuales terminan por ver sus movimientos oposicionales y proposionales como de menor importancia. El problema es que la izquierda topo madrileña en ocasiones sólo sirve como dique de contención, nada más. Eso sí: da lecciones morales a diestro y siniestro, ya que en las provincias no-sabemos-de-qué-va-esto-de-la-política.»

Fuente: https://enloslimitesdeloposible.wordpress.com/