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Esparragueras (económicas)

Las grandes cooperativas agrícolas andaluzas: un ejemplo de economía social al servicio del capital

Al frente de las clasificaciones de las mayores cooperativas del sur de Europa se encuentran las andaluzas DCOOP, COVAP, UNICA, VICASOL, SUCA, MURGIVERDE, Granada La Palma o Agrosevilla. En conjunto, se trata de cooperativas de segundo grado con origen en sociedades cooperativas agrarias. Estas últimas son empresas que se crearon en su mayoría durante el franquismo (sobre todo en las décadas 1950, 1960), momento en el que les llamaba empresas asociativas o cooperativas de servicios a los propietarios de tierras.

En esa época, los propietarios de tierras se tuvieron que unir para no verse expulsados de la producción y del mercado, para modernizar sus procesos de producción y conseguir mejores precios. Por ello, constituyeron en palabras de M. Haubert “empresas de tipo capitalista, las cuales, sin embargo, no tenían por objeto la producción agraria misma, sino la articulación entre las empresas familiares y el mercado de los productos, de los insumos, del crédito, etc.” No sólo se unieron los pequeños y medianos propietarios de tierra. Algunos grandes propietarios vieron también en estas cooperativas un medio de explotar a los pequeños y medianos productores en tanto que el esfuerzo colectivo de estos permitía la creación de fábricas o almacenes que se utilizaban principalmente en provecho de los primeros. De este modo, dice el autor, “modernización y la capitalización del campo, en vez de poner en tela de juicio el poder económico, social y político de los caciques, podía reforzarlo considerablemente.”

El Estado franquista favoreció estos procesos mediante los cuales el capitalismo penetró en el campo andaluz bajo el control del Régimen. Haubert lo expresa del siguiente modo: “El aumento de la producción agraria y la ordenación del mercado correspondían a objetivos estratégicos respecto al abastecimiento de los grandes centros urbanos e industriales o al comercio exterior de la España franquista. Como era económicamente y políticamente imposible alcanzar esos objetivos apoyándose únicamente en las explotaciones típicamente capitalistas, las cooperativas parecían el medio más adecuado de penetración del capitalismo en el campo, por lo menos como fase transitoria. (…) Y como las cooperativas estaban estrictamente encuadradas en el sindicalismo vertical, estaba asegurado el control social y político del campesinado.”

A estas cooperativas con origen en pleno franquismo, se unen al frente del ranking otras creadas en las últimas décadas y vinculadas con la agricultura intensiva de Almería y Huelva. Este tipo de agricultura se caracteriza, precisamente, por llevar a cabo fórmulas de manejo de la tierra que hacen de la máxima explotación natural y laboral (con relevancia de la inmigración) sus principales ventajas comparativas.

Por tanto, estas grandes sociedades y empresas, aun siendo formalmente cooperativas, no pueden asimilarse a la autogestión y participación que persigue el movimiento cooperativo. Estas grandes empresas (quedan al margen honrosas excepciones de pequeñas cooperativas agrícolas que sí tienen como objetivo la mejora de los pequeños agricultores) apenas ponen en marcha estrategias de democracia económica. La distribución de las ingentes rentas que generan no repercuten como deben en el campo andaluz, sino que privilegian los intereses de un grupo de dirigentes con fabulosos salarios propios de multinacionales. Las cúpulas de estas cooperativas están compuestas por una clase gerencial formada en los mismos lugares (por ejemplo, Instituto San Telmo) que los directivos las grandes empresas de capital y con los mismos objetivos y herramientas.

En este sentido, DCOOP, la mayor cooperativa aceitera de Andalucía y Europa, y el mayor productor mundial de aceite de oliva con más de 200.000 toneladas anuales, utiliza fondos públicos procedentes de la Unión Europea, del Ministerio de Agricultura y de la Junta de Andalucía para construir bodegas de almacenamiento para el aceite de oliva que importa masivamente de Túnez a bajo precio. Con esos fondos públicos se habría financiado el 50% de los 5,8 millones de euros que han costado las bodegas de almacenamiento de aceite recientemente instaladas en las dependencias de MERCAOLEO en Antequera, sociedad filial de DCOOP. Buena parte de esta capacidad de almacenaje se utiliza para acumular aceite barato procedente de Túnez con el que influye en los precios a través de su marca “Pompeian”. Ante esta situación, los socios de DCOOP, tanto las cooperativas de primer grado como las personas físicas que son socias de estas cooperativas, están siendo perjudicadas por las estrategias de la cúpula dirigente pues anteponen la venta de aceite de Túnez a la de los productores andaluces. Además, las cooperativas se quejan de que la propia DCOOP está actuando para bajar los Estados Unidos con alto riesgo de provocar una reacción de los aceiteros californianos que termine en una imposición de aranceles al aceite andaluz, como ya ha sucedido con las aceitunas de mesa.

En definitiva, las grandes cooperativas agrarias andaluzas que encabezan los ranking son mayoritariamente empresas que actúan al servicio del actual capitalismo global, que las utiliza para succionar la riqueza que en forma de aceite, aceitunas, productos de agricultura intensiva o ganaderos genera la agricultura andaluza. El nombre de cooperativa, y el desamparo secular del pequeño propietario andaluz, hace que estas empresas realicen actuaciones que de modo impune y acrítico favorecen a los pequeños grupos dirigentes y perjudiquen los intereses de la mayoría de las personas socias. Por tanto, y a pesar de ser formalmente empresas de economía social, actúan como corporaciones capitalistas que someten a las cooperativas de primer grado y articulan a los pequeños propietarios andaluces con la globalización, con la mediación y control de grandes propietarios que se aprovechan de los primeros. De este modo, las grandes cooperativas empresariales refuerzan, en pleno siglo XXI, como diría Haubert, el poder “económico, social y político de los caciques.”

HAUBERT, M. (1984): “Cooperativismo y crisis económica en Andalucía”. IDR, Nº 28. Universidad de Sevilla.

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