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Europeísmo

 

Ser europeísta hoy no es buscar la cooperación con los demás países y pueblos de Europa. Ni mucho menos. Hoy día se trata de estar a favor de lo que Rafael Poch denomina «sistema europeo germanocéntrico, la llamada ‘democracia acorde con el mercado’ (Marktkonforme Demokratie)». El concepto fue acuñado por la canciller Merkel y designa la servidumbre de las actuales democracias de baja intensidad y sus Estados nacionales al sistema financiero carente de toda legitimación democrática y por definición instrumento de una oligarquía.

Desde 1992 la UE es una autopista para la globalización neoliberal y un instrumento para garantizar los excedentes exportadores de Alemania. El marco institucional y el euro hacen imposible el objetivo de lograr una «Europa más social» buscado por la izquierda institucional. El resultado es que la situación se pudre y avanza la derecha. Y cuanto más cerca se ve ese peligro, tanto más la izquierda se hace pro Unión Europea y colabora con el el abuso de ese nuevo orden.

La democracia acorde con el mercado de Merkel la explica el medio alemán Der Spiegel a su manera. Respecto a los italianos se escribe que quieren “que otros financien su dolce far niente”, les niega la calificación de “mendigos” (“por lo menos los mendigos dan las gracias cuando les llenas la bolsa”, explica) y los llama “parásitos agresivos”. El comisario europeo de presupuestos, Günther Oettinger, ha vuelto a predicar la parábola del último golpe de estado marktkonformer: “los mercados enseñarán a los italianos que no pueden elegir a populistas en las próximas elecciones”.

Y sin embargo, en el país que se beneficia del euro y de tanto europeísmo las cosas van como en cualquier democracia capitalista. En el Berliner Wissenschaftszentrum fúr Sozialforschung se ha publicado un estudio donde se explica cómo avanza la marginación social: entre 2005 y 2014, marco temporal del estudio, en el 80% de las ciudades alemanas avanza inexorablemente una guetización que concentra a los pobres en espacios urbanos específicos. En 36 ciudades del país la mitad de los niños dependen de subvenciones sociales.

La Unión Europea no sirve para la mejora de la vida de la gente. Pensar así no significa ser euroescéptico. Más bien todo lo contrario, creer en la gente de Europa es negar la actual dictadura del capital que es la Unión Europea y la actual democracia acorde al mercado.

Fuente: http://ctxt.es/es/20180530/Politica/19931/Union-Europea-globalizacion-neoliberal-Alemania-eurocritica.htm

 

 

 

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