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Desde la socialdemocracia no se puede

Tuneo de Laval y Dardot.
La socialdemocracia realmente existente se ha alineado con el neoliberalismo. Eso ha llevado a pensar a partidos, economistas y otras gentes en la necesidad de ocupar el espacio que ocupaba y que su fracaso político ha dejado vacante.
Sin embargo, es más conveniente poner en cuestión la posibilidad de reconstituir una verdadera socialdemocracia en las condiciones de transformación neoliberal de las instituciones estatales. Esta transformación impide toda vuelta hacia atrás: los márgenes de maniobra que permitieron históricamente a la socialdemocracia jugar su papel han dejado de existir.
Ya no nos podemos imaginar construir paso a paso, y sin salirnos del marco parlamentario, una relación de fuerzas que permita obtener concesiones en materia de democracia social. Esta estrategia sólo pudo funcionar en las condiciones propias de la democracia representativa clásica. Ahora bien, el neoliberalismo tiende a vaciar dicha democracia de todo contenido. Así pues, en nombre del combate por una «democracia real» hay que asumir la imposibilidad de volver a la socialdemocracia.
En otras palabras: hay que elegir entre la «socialdemocracia real» y la «democracia real». Querer la «socialdemocracia real» es correr tras un espejismo: al final del camino renunciaremos a la «democracia real» sin haber restaurado siquiera la democracia representativa. Simplemente, corremos el riesgo de adaptarnos pasivamente al marco antidemocrático que impone el neoliberalismo, entrando así en la vía suicida de la normalización política como un partido más. Porque en ausencia de aquella democracia en su forma parlamentaria clásica ninguna socialdemocracia puede llegar a ser «real».

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