El ABC, docto en estas lides, define ecónomo como la persona encargada de la administración y la gestión de las actividades propias de la iglesia católica.
Dice la letra de una nueva canción de Los Planetas, Islamabad: «El hombre llama Dios a todo lo que no conoce/solo es un concepto humano, solo es un hombre/ solo existe en nuestra cabeza, es ahí donde tiene la fuerza/ es inútil negar su existencia, todo el mundo lo tiene en la conciencia».
Esta es la materia prima de la riqueza acumulada por la Iglesia Católica (y otras), la fuente primera sobre la que han trabajado los ecónomos. A esta materia prima le añades otras (tradición, búsqueda de «capital relacional» -sí, como el palco del Bernabeu-, etc.) y surgen negocios espléndidos como el alquiler de sillas en espacios públicos para ver procesiones.
Así, en Sevilla, y según un artículo de Público: «De las 30.000 sillas que ponen por todo el centro, el Arzobispado paga una media de dos euros por cada una de ellas. El ingreso del Arzobispado a las arcas públicas asciende a 60.000 euros. Sin embargo, los beneficios obtenidos por la venta al ciudadano superan los dos millones seiscientos mil euros, con un precio medio de venta de 88,36 euros por silla».(http://www.publico.es/…/domingo-ramos-especulacion-negocio-…)
La satisfacción de necesidades humanas y la privatización de lo público como fuente de negocio privado. En fin, que cuando llegaron los economistas, los ecónomos ya estaban allí.