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Antes imbécil que simplista

Al margen de estar o no de acuerdo, Enmanuel Rodríguez hace pensar:
Por ejemplo, cuando dice que «hoy andamos redescubriendo lo mismo que muchos críticos y defensores del parlamentarismo apuntaron en las primeras décadas del siglo XX: que el teatro de la representación no es el que hace corresponder actores y partidos con intereses y condiciones sociales previas, sino el que integra todas las posiciones políticas en un juego mercantil de intercambios y equivalencias». En efecto, «la democracia representativa es menos representativa que integradora. Sin embargo, la esencia de la política es el conflicto. Por eso la representación despolitiza, mientras que la democracia es política en estado puro». Y termina diciendo: «Sea como sea, la ficción parlamentaria no podrá esconder indefinidamente que la partida sigue abierta.»
A mí me gustaría que lo parlamentario, lo institucional, fuera una herramienta de lo de fuera. Quizás por pensar esto me acerque más a ser un imbécil que otra cosa. Sin embargo creo que es posible e, incluso, necesario. Eso sí, con la «cultura política» actual reconozco que es difícil. Un política vertical, mesiánica y maniquea (blanco/negro, renta básica/trabajo garantizado, Iglesias/Errejón, parlamente/calle…).
Hay demasiado simplismo como para que no ganen los malos.

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