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Mercado de bebés

La explotación laboral consiste en que una persona realiza una actividad contratada por otra, la primera recibe un dinero y la segunda una plusvalía. La explotación viene de que quien contrata se lleva, roba, parte de la riqueza que genera la otra persona. Normalmente la que contrata está en un posición de superioridad respecto a la contratada. Esta es la base del capitalismo y se ha ido legitimando desde la idea de la libertad de elegir. La persona contratada puede, supuestamente, elegir si ser o no explotada.
Las mujeres han sufrido a lo largo de la historia del capitalismo una mayor explotación que el trabajador asalariado varón. Se la invisibilizó en el trabajo doméstico o de reproducción sin salario, en el supuesto no-trabajo, y cuando realizaba trabajos asalariados sus condiciones eran normalmente peores que las de sus compañeros varones. Aquí nos situamos en un paso más: una mujer «elige» tener un hijo para otra persona a cambio de dinero. Maternidad subrogada.
El capitalismo avanza haciendo creer que todo es legítimo si hay alguien que paga y otra cobra. En este sistema las personas somos mercancías, medios de producción, cosas a intercambiar.
Si nos consideramos algo más que objetos hay que tener claro que en capitalismo otro mundo es imposible; no hay transformación social, ni cambio real si no se aborda la cuestión de la economía, si no se es anticapitalista o poscapitalista o…
Esto hay que pararlo ya y para ello hay que posicionarse. No se puede ser y parecer al mismo tiempo, te tienes que decidir (decía nuestro gran Julio Vélez).
Si las personas que ven esto bien son moderadas y normales (como el de la camiseta azul), yo me declaro extremista y radical (y, por tanto, con estos dos adjetivos, normalmente me incluirán en el lote de los terroristas).

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