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Lindes locales

Infante según Arenas

Corto-pego-tuneo una parte dedicada al localismo y al nacionalismo del libro de Carlos Arenas Posadas, «Poder, economía y sociedad en el sur»:
«Lo local fue el terreno disputado en el que se movieron los grupos opositores republicanos a lo largo del siglo que va de 1834 a 1936. En la fase ‘revolucionaria’ del liberalismo decimonónico, el pequeño burgués andaluz disputó el poder local a clases aristocráticas y terratenientes. Si el republicanismo había tenido atractivo para las clases pequeñoburguesas y populares fue porque identificaba claramente quiénes eran los enemigos políticos a batir, las élite que les extraían la mayor parte de los recursos necesarios para la vida (el terrateniente, el cacique y el cura).
A pesar de una implantación nada despreciable, el republicanismo andaluz no contribuyó a la construcción de un ideario regionalista. Reproduciendo las estrategias oligarcas, el republicanismo combinó la ambición local con la oposición a caciques y terratenientes en Madrid. Se puede explicar el cambio de rumbo del republicanismo andaluz desde un federalismo próximo a las tesis libertarias, aspirante a la federación de municipios, a otro centralista por su progresiva convicción de que la suerte de lo local contra el señorito se jugaba en la capital del Estado. Entendían que la solución de la por entonces alarmante ‘cuestión social’ estaba en el ‘prudente reformismo’ del Estado y no en la distribución de los recursos locales.
Los localismos andaluces parecieron pasar a la historia en los años del tardofranquismo. Se produce una devaluación del poder local en manos de las familias tradicionales y una convergencia de intereses e iniciativas a favor de la identidad regional y del autogobierno.
Alcanzada la autonomía por el artículo 151 una Andalucía conducida por una cultura de izquierdas amenazaba con erosionar el control tradicional de la oligarquía andaluza sobre el territorio y con dejar de ser mercado cautivo, fuente de recursos humanos y financieros, territorio dependiente, sociedad inerme, colonia interior.
Para desmontar esa doble amenaza el PSOE desde 1982 se dedicó a institucionalizar los símbolos del andalucismo, venerar una descolorida memoria de Infante, rememorar efemérides, conceder premios anuales y, sobre todo, desgajar las distintas fracciones del proyecto común. La élites económicas obtuvieron interlocución privilegiada, certidumbres respecto a la propiedad, enormes beneficios del Mercado Común a través de la PAC, en la recalificación del suelo; las multinacionales y grandes empresas españolas incrementaron la ocupación del mercado andaluz; las clases medias y profesionales se insertaron en el nuevo aparato político; los obreros disfrutaron de políticas pasivas y los jornaleros vieron compensada su renuncia a la tierra con el subsidio agrario.
La profunda crisis económica iniciada en 2008 ha vuelto a poner en cuestión el modelo económico construido por los actores tradicionalmente influyentes dentro de la sociedad andaluza. Se hace necesario un nuevo modelo institucional. No se trata de mimetizar o reinventar el nacionalismo, solo de satisfacer los intereses de la mayoría, acercándole el acceso a todos los recursos. Esos es lo más aprovechable de la memoria de Infante.»

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