David Harvey planteaba en 2005 («Breve historia del Neoliberalismo») ideas muy relevantes para explicarnos lo que ocurre hoy en día. Hablaba que el caos del neoliberalismo, «de la competitividad y del individualismo desenfrenado genera una situación que se torna progresivamente ingobernable». Y ante esta situación, los que persiguen la construcción del poder de clase (altas) tienen sus propuestas (Harvey las denomina neoconservadoras): la militarización, el autoritarismo y la instauración de unos determinados valores morales, concentrados en el nacionalismo cultural, la superioridad moral, la religión y los valores familiares frente al derecho al feminismo, los derechos de los homosexuales, el ecologismo y otras alternativas emancipadoras.
Lo que ocurre en EE.UU., Francia o Reino Unido, donde la derecha nacionalista avanza, no debe ocultarnos la situación en el estado que nos toca vivir. Aquí el nacionalismo cultural español convierte a los demás nacionalismos en enemigos a destrozar; avanzan en el autoritarismo con leyes mordazas; colocan a extremistas católicos en ministerios como sanidad o educación para continuar siendo «la reserva espiritual de occidente»; marcan políticas energéticas extremistas, ineficientes y colaboradoras, al mismo tiempo, con muertes por pobreza energética y con astronómicos beneficios empresariales. Libertad de empresa para continuar aumentando el poder de los poderosos, y ofensiva policial, moral y patriota para generar un estado autoritario que controle el creciente desorden que la desigualdad y la injusticia genera.
Ellos tienen estrategias bien pensadas. Nos toca pensar cómo afrontar esta situación para recomponer el poder de los abajo, desde el análisis, las acciones políticas no institucionales y las alternativas económicas. De lo demás ya hay mucha gente que se encarga.
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