El capitalismo tiene dos bases muy importantes: la propiedad privada y el trabajo asalariado. La Iglesia, el liberalismo y gran parte del pensamiento que interpreta a Marx legitimaron lo segundo mediante enunciados como «el trabajo dignifica».
Esa idea extendida sólo se aplicaba a las personas, en su mayoría hombres, que trabajan para empresarios por un salario. Las personas, en su mayoría mujeres, que trabajan y han trabajado en el cuidado de otras sin cobrar un salario no se podían dignificar a través de esta forma de entender el trabajo.
Ese concepto de trabajo es tremendamente funcional al capital y a su necesidad de explotar a las clases obreras. Según este, sólo merece la pena tener una renta aquella persona que es útil para que el empresario obtenga beneficios. La que no tiene este tipo de trabajo (asalariado o empleo) y desarrolla otros (trabajo de cuidados, voluntarios) no merecen existir en esta sociedad salvo si los que tienen quieren ejercer caridad sobre ellos.
Si aceptamos que el ser humano al nacer tiene derecho a tener cubiertas sus necesidades más básicas, la única pregunta que cabe hacerse es si es financiable y sostenible una renta básica para toda la gente, se quiera ofrecer o no como recurso humano en el mercado de trabajo.
Un estudio de Daniel Raventós, Antoni Doménech, Jordi Arcarons y Lluís Torrens demuestra que es posible asegurar una renta incondicionada de 7.500 euros anuales a los mayores de 18 años (que es donde se sitúa el umbral de la pobreza en España) y de hasta un 30% de esta cantidad a los menores. Para ello se requiere una reforma fiscal que elimine el tratamiento favorable a las rentas del capital, que se integrarían en la base general, haga desaparecer todas las reducciones y deducciones actuales y aplique un tipo único del 49%. Esta reforma no generaría déficit, haría ganar renta a más del 50% de la población y tendría un impacto distributivo muy progresivo (pagarían mucho más los más ricos).
Es decir, si pensamos que tenemos derecho a vivir, aunque no queramos ser mercancía en el mercado de trabajo, económicamente es perfectamente viable. Otra cosa es si nuestras colonizadas mentes están dispuestas a asumir idea tan radicalmente anticapitalista.
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