Reflexiones a a raíz del artículo de Michael Roberts en Sin Permiso, «Robots, ¿qué significan para el empleo y los sueldos?».
Michael Roberts relaciona el debate sobre los impactos de los robots y la inteligencia artificial (IA) con la Renta Básica y/o la idea de la implantación de los servicios básicos universales.
Para este autor, la segunda opción es más interesante que la primera. En vez de suministrar renta, se trata de hacer gratuitos los bienes y servicios públicos, las necesidades sociales básicas, es decir, la educación, salud, vivienda, transporte y alimentos básicos. Para Roberts, «en lugar de separar a las personas que no trabajan de aquellas que trabajan con subvenciones de ingresos, necesitamos construir su unidad en el trabajo mediante la reducción de las horas de trabajo y la ampliación (gratis en uso) de los bienes y servicios públicos para todos.»
De la anterior cita se puede entender que para el autor trabajo es lo que hoy día se entiende por empleo, es decir, el trabajo asalariado que requiere el capital. En mi opinión, el trabajo no es sólo un recurso del capital para acumular beneficios y generar ganancia, sino que engloba a cualquier actividad que tiene por objetivo la satisfacción de las necesidades de las personas. Por tanto, el trabajo asalariado es un tipo más a añadir al de cuidados o al voluntario, tipos de trabajo que parece no contemplar Roberts y que suele ser un error cometido por múltiples autores que se sitúan contra la renta básica.
Además, la opción de la prestación gratuita de los servicios básicos universales requeriría, según Roberts, «que la mayoría posea y controle los medios de producción y la planificación de la aplicación de esos recursos a las necesidades sociales, no al beneficio de unos pocos. Los robots y la IA se convertirían entonces en parte del avance tecnológico que haría posible una sociedad súper abundante.»
Con esta premisa, lógicamente, cambia todo. Con una economía que tienda a lo que cada vez más gente entendemos como nuevo modelo socioecómico vinculado a la economía social transformadora, puede ser tan adecuada la idea de servicios gratuitos como la renta básica. Sin la mediación del Capital en nuestras vidas, el derecho a la vida (principal objetivo de base de la Economía) puede instrumentalizarse tanto como la prestación de una cesta básica o servicios básicos, como con una renta básica.
Pero claro, esta situación está condicionada a la hegemonía de una nueva economía donde los medios de producción estén en manos de las mayorías (no de las minorías), con gestión democrática y donde la acumulación se subordine al reparto. En este caso, me parecería lógico que de forma democrática se pudiera elegir entre cesta básica de bienes y servicios o renta básica. La victoria de la economía social transformadora daría lugar, por tanto, a mayores grados de autonomía de las personas, alejadas de la actual sumisión al capital, y niveles de elecciones democráticas imposibles en capitalismo.
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