Desde 1992 hasta más o menos 2013 he ido a correr habitualmente. Hacíamos carreras, la principal La Cal y el Olivo. Poco a poco ir a correr se fue comercializando. Sí, el hecho de correr se ha ido convirtiendo en un negocio. En Morón hicimos una protesta, creo que por 2002 ó 2003, porque obligaron a pagar por participar en la carrera local (algo normal a día de hoy). Algunos compañeros corríamos sin pagar. Lo mismo hice en la maratón de Sevilla de 2005. Cuando me criticaban contestaba: «si el ayuntamiento tiene que sacar dinero por este deporte, que cierre el ayuntamiento».
Nunca he pagado por correr por un pueblo, carretera o ciudad.
En el fondo estaba ocurriendo algo peor. Como dice Luis de la Cruz, «la mercantilización extrema del deporte en el capitalismo global. (…) Las ideas que hay detrás del ‘running’ son sospechosamente muy similares al discurso de los libros de autoayuda y de emprendimiento. Se promueve el espíritu de superación y de perseverancia pero siempre enfocado a la productividad personal, a la competitividad y al individualismo».
Los ayuntamientos y el Estado han sido y son colaboradores necesarios.
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