Quiero la implantación de la renta básica. Principalmente porque creo en el derecho a la subsistencia en una sociedad donde se genera, de sobra, los recursos para que toda la gente pueda satisfacer sus necesidades sin venderse como mercancía.
Y además, porque creo, quiero y trabajo por otro sistema socioeconómico vertebrado a partir del fomento de la economía social transformadora como modelo que promueve nuevas formas cooperativas de consumir, producir, gestionar y relacionarse. Y para ello dejar de ser una mercancía para la obtención de un salario es esencial.
No hay nada que desincentive más el trabajo (asalariado y no asalariado) que la desigualdad, la acumulación de riquezas en manos de la gente que, desde generaciones y generaciones, herencias y más herencias, han evitado trabajar y han vivido del esfuerzo y explotación de otra gente. Precisamente la misma gente que impulsa las campañas contra lo público y los impuestos (en especial de los impuestos directos, los que hacen que paguen más quienes más tienen); los grupos que aseguran que la gente desempleada se lo merece por floja; quien dice que la Renta Básica crearía vagos (las herencias generan gentes tan trabajadoras como las clases terratenientes y aristocráticas andaluzas, ¿verdad?). Se cree el ladrón que todos son de su misma condición.
Pues sí, renta básica para una economía social transformadora. Herramientas complementarias.