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Cinco retos para la economía social transformadora

Este texto es de Beñat Irasuegi, miembro de Talaios Kooperatiba y de la red Olatukoop de economía social transformadora (EST). Hace unos días realizó una ponencia en el que plantea cinco retos a los que se enfrenta el movimiento del cooperativismo o economía social con vocación transformadora de Euskal Herria. A continuación se traduce al castellano (con ciertas licencias aprobadas por el autor y la ayuda de Itzultzailea) el resumen realizado por Argia en euskera. Nos parece del todo punto relevante para economías sociales como la andaluza.

1.- Activación real de la intercooperación y el mutualismo

Entendemos intercooperación como una relación solidaria entre empresas cooperativas, o como una red institucionalizada de empresas de economía social para satisfacer sus necesidades. El reto inmediato es poner a intercooperar realmente a las empresas cooperativas existentes.

En la actualidad existen alrededor de 3.000 cooperativas en el País Vasco, además de otras entidades de economía social. Por tanto, existe una enorme red que puede dar respuesta a las necesidades de la ciudadanía. Sin embargo, lo normal es que cada una de estas empresas o entidades haga la guerra por su lado, sin intercooperar con las entidades cooperativas o de economía social con los que coincide en filosofía, valores, etc. En Euskal Herria, como en la mayor parte de países, pueblos y territorios insertos en la economía capitalista, se intercoopera muy poco de forma institucionalizada. Y lo institucionalizado en este caso no tiene que ver con la rigidez, sino con las relaciones que creamos para subsistir. En caso de que los proyectos de economía social transformadora se pudieran a trabajar en una red compacta, sus capacidades aumentarían exponencialmente.

Por tanto, es preciso asumir el objetivo conjunto de trabajar más las relaciones entre las entidades que formamos parte de la EST que estamos. Al institucionalizar estas relaciones obtendrían una mayor fuerza y permanencia y, de este modo, sería posible impulsar nuevas iniciativas y fortalecer los ya existentes. El establecimiento de fórmulas de solidaridad implicaría, por ejemplo, la construcción de nuevas herramientas de financiación colectiva o de redes de apoyo a proyectos basados en la soberanía y autonomía del trabajo.

Existen muchas experiencias de estructuras de intercooperación que no funcionan. Se piensa, erróneamente, que crear relaciones e intercooperar va a venir por sí mismo, porque las entidades de economía social funcionan en otra clave. Sin embargo, esto no es así. Hay que planificar y trabajar de forma estratégica, además de ser capaces de volcar muchas energías en estos procesos.

Entender la intercooperación a largo plazo supone trabajar el mutualismo. Hoy en día, dentro del mercado, asociamos el mutualismo con las aseguradoras, etc. Nuestro planteamiento es crear herramientas mutuales para desarrollar a largo plazo el bienestar que hoy queremos generar a partir de esa red. Esto se asoció antaño a las finanzas y a la gestión a largo plazo del dinero pero, en el contexto actual, y dada la actual crisis de cuidados, el mutualismo deber ser una forma de entender el cuidado de forma comunitaria y colectiva. Si queremos organizar las necesidades de cuidados, tendremos que organizarlas e impulsar herramientas: cooperativas de cuidados, mecanismos de cuidados comunitarios en nuestras empresas, dotar de personalidad jurídica a estas entidades, etc.

Por lo tanto, el primer reto es promover la intercooperación de forma estratégica, ampliar las relaciones de intercooperación, crear estructuras, y trasladar esa intercooperación desde el punto de vista del bienestar a las estructuras mutualistas, donde se debe realizar la gestión de recursos monetarias y de cuidados de forma colectiva y a largo plazo. Es preciso poner en marcha pensamiento y respuestas estratégicas, y de este modo evitar las respuestas atropelladas que se dan en el corto plazo. Hay que pensar en las necesidades que tendremos en el futuro para vivir bien, preverlas y construir las herramientas desde hoy para su correcta respuesta o satisfacción.

2.- Cooperativismo para toda la gente

En un escenario de crisis, el capitalismo abandona cada vez más territorios y vidas. El capitalismo necesita territorios y personas desde el punto de vista extractivista para aumentar sus beneficios: un territorio le interesa mientras puede sacar provecho de él, una persona le interesa mientras trabaja y le beneficia o le apoya familiarmente para poder hacer su trabajo.

En este ciclo de crisis, desde 2009 hasta la actualidad, se está evidenciando que cada vez quedan más territorios y personas fuera del círculo de interés del capitalismo: el capitalismo no los necesita, los excluye. El capitalismo ha necesitado clásicamente grandes masas de personas sin empleo para su reproducción, lo que implica poder explotar a la gente. Hoy en día, con el desarrollo tecnológico y el aumento de la productividad, se observa que cada vez hay bolsas cada vez más grandes de personas que el capitalismo no necesita.

Lo mismo con los territorios. La ciudad se ha convertido en el centro prioritario para que el capitalismo aumente sus relaciones y sus beneficios. Muchas zonas rurales están cada vez más alejadas de los propósitos capitalistas: no las necesita porque no les da beneficios, y como están quedando fuera de las relaciones económicas, se están vaciando; la economía capitalista no crea empleo en esas zonas, y como la gente va a donde hay empleo, por acaban por despoblarse. Al mismo tiempo, el Estado o administraciones públicas están abandonando esas zonas, disminuyendo las inversiones, el número de escuelas, de recursos sanitarios.

Los territorios y las vidas que el capitalismo abandona pueden convertirse en marcos estratégicos para la creación de otra economía. Deberíamos hacer un esfuerzo en lugares donde el capitalismo lo pone realmente difícil para vivir y trabajar, e incorporar nuestras formas de entender la economía. Las personas que quieren vivir en estos territorios necesitan una alternativa. Tenemos que aliarnos con esta gente, hacer economía social transformadora en estos lugares. Debemos establecer una alianza estratégica con la gente de cada lugar para plantearles que tenemos herramientas y ponerlas a su disposición, para que ellos puedan construir proyectos económicos de vida.

Lo mismo con las vidas que están quedando marginadas. El capitalismo necesita mujeres migrantes para realizar cuidados en los hogares. Sin embargo, con la pandemia, esto cuidados se han reorientado y un gran número de estas mujeres ha quedado totalmente excluidas, sin empleo y sin vivienda. Además, el sistema asistencialista del Estado capitalista ha dejado fuera a muchas de estas personas, lo que ocurrirá cada vez a más gente.

Además, la crisis capitalista provocará un aumento del desempleo y de los empleos precarios. Muchas personas se convertirán en innecesarias y quedarán excluidas de los mercados de trabajo, como mercancías no reutilizables. Hay que dar respuesta a esta situación con instrumentos de economía social transformadora. Estas personas deben poder crear sus propios proyectos de economía y vida a través del trabajo autogestionario e independiente. Eso es un gran reto, muy complicado, pero tenemos que mantenerlo.

Esto requiere estar presente en territorios que se están quedando fuera de los mapas; poner las herramientas a disposición de las personas empujadas a la exclusión. Todas las personas deben tener derecho a crear proyectos autogestionados para poder vivir. En este sentido es posible impulsar cooperativas de consumo, cooperativas de energía, asociación de ocio y cuidado, etc. La economía social transformadora debe dar herramientas y oportunidades a los territorios y a las personas abandonadas por el capitalismo. Esto supone un gran esfuerzo y una gran red de solidaridad. Exige que desde el día de hoy se inicien, formen y promuevan este tipo de procesos y que parte de la riqueza actual se destine a ello.

3.- Salto de escala  

El tercer reto es poder dar un salto de escala a nivel económico y social desde las prácticas cooperativas, desde los proyectos que van surgiendo. Pasar de crear herramientas de autogestión, autoformación para personas y entornos concretos, a impulsar herramientas para toda la sociedad. Lo que queremos para nosotros, lo queremos para toda la sociedad. ¿Cómo se organiza eso? ¿Cómo salimos de la práctica diaria concreta a la estrategia socioeconómica territorial?

Ahí necesitamos una estrategia de soberanía. Necesitamos saber cuáles son las necesidades para nuestras comunidades y organizar sistemas económicos basados en las soberanías. Dicho en plural, porque muchas veces se ha entendido que la soberanía política, la consecución del Estado, nos permite organizarlo todo. No se trata de ignorar al Estado, también lo necesitaremos, pero en este complejo mundo globalizado actual, ser un Estado tampoco es condición suficiente para tener soberanía. Si queremos crear sociedades de gente realmente emancipada, también necesitaremos procesos de soberanía socioeconómica de abajo a arriba.

Tendremos que organizar los procesos soberanistas en diferentes ámbitos. Por un lado, para decidir necesitaremos la soberanía política desde el punto de vista democrático. Por otro lado,  tendremos que organizar la soberanía material y crear una estrategia para hacerla efectiva. Para ello, primero tendremos que elegir cuáles son esas soberanías, qué estrategias queremos poner en marcha (soberanía de la alimentación, el trabajo, el cuidado, la soberanía sociosanitaria, la soberanía tecnológica, la soberanía de la información, etc.).

Para este reto, es precisa una alianza entre diversos agentes socioeconómicos, ciudadanos y políticos. Ahora bien la economía social transformadora debe tener una clara capacidad de propuesta.

4.- Digitalización

La digitalización es el principal ámbito de aplicación actual de la economía capitalista neoliberal. El capitalismo ha tenido diferentes fases y los pasos que se avecinan provendrán sobre todo de la digitalización: las estrategias para obtener beneficios, las estrategias para oprimir a las personas y comunidades, las estrategias para subordinar a la ciudadanía y a la economía procederán de la digitalización.

No podemos responder a la tormenta capitalista de la digitalización renunciando a la digitalización. Necesitamos una estrategia de digitalización independiente. Es preciso tomar las herramientas digitales y la digitalización para desarrollar el modelo económico y social que queremos. No podemos mirar hacia otro lado. Tenemos que mirar a la cara la digitalización y, sobre todo, la estrategia de las grandes multinacionales y empresas digitales que, si no se impide, organizarán a su antojo la economía del futuro. Hay que mirar a la cara y plantear una alternativa: por un lado oponernos, ser firmes diciendo «Amazon no»; y por otro lado, ver qué tomar de los procesos de digitalización y de las herramientas para crear nuestras propias herramientas, para satisfacer nuestros objetivos y necesidades. Sacar esas herramientas del sentido meramente lucrativo y utilizarlas para satisfacer nuestras necesidades socioeconómicas comunitarias.

5.-Vidas vivibles

¿Para qué queremos organizar otro modelo de economía? ¿Para qué todos esos retos que he mencionado anteriormente? Fundamentalmente, para conseguir vidas vivibles debe ser una aspiración que dependa colectivamente de nosotros.

¿Qué es la vida vivible? Un gran problema es que el neoliberalismo también está presente en nuestros cuerpos. Lo que es la vida vivible a menudo no lo decidimos nosotros, nos lo determina el modelo de sociedad. En la actualidad la vida vivible se relaciona con la ocupación del tiempo: con el trabajo y con el ocio que se ha hecho obligatorio. El ocio competitivo, cada vez más individual,  en el que nos ponemos retos. ¿Esa es la vida estimulante? Es decir, ¿trabajar para generar unas rentas que nos den recursos para el ocio competitivo y construir nuestra identidad con lo que hacemos en el tiempo libre? Necesitamos un trabajo bien remunerado para que esa identidad que queremos crear esté basada en un tiempo de ocio perfecto. Es uno de los mecanismos más perfectos de individualización de la sociedad neoliberal.

Tenemos que imaginar un nuevo modelo de vidas vivibles. Un nuevo modelo que mira a las necesidades del colectivo y es interdependiente; uno que tiene al cuidado en el centro y que dedica tiempo al cuidado; y también que pone al tiempo libre en el centro. Tiempo libre sí, pero no un tiempo de ocio competitivo en el que lo mido todo (cuánto tiempo he corrido, cuántas series he visto, etc.). Necesitamos una vida en la que pasemos tiempo libre, tiempo en el que puedas correr o no hacer nada, o estar con las amigas, etc. Necesitamos tiempo libre para trabajar las relaciones, para tener conversaciones desde esas relaciones para crear proyectos de autoformación, para pasarlo bien, para disfrutar. Eso no está enmarcado en nuestras estrategias, aunque pensamos que debe formar parte del discurso de la economía social transformadora.

El tiempo libre va a requerir menos trabajo e incorporar la idea de trabajar menos. Muchas veces llevar a cabo un proyecto requiere mucho trabajo, y hay que intentar hacer que ese trabajo sea disfrutable. Pero por otro lado, ¿para qué queremos que se hagan todos estos proyectos? Para disponer de tiempo libre. Este reto es el que da sentido a todos los retos anteriores. La digitalización y las herramientas tecnológicas tienen que darnos tiempo. ¡No utilicemos las herramientas digitales para ocupar más nuestro tiempo, sino para ganar tiempo colectivo y socialmente!


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