Naomi Klein denomina «capitalismo del desastre» a los ataques organizados contra las instituciones y bienes públicos que vienen después de acontecimientos de carácter catastróficos, declarándolos al mismo tiempo como atractivas oportunidades de mercado.
Milton Friedman es el gran gurú de estas ideas. Se trata de esperar a que se produzca una crisis de primer orden o estado de shock, y luego vender al mejor postor la parte del pastel que dependa de lo público a los agentes privados, mientras la ciudadanía aún se recupera del trauma, para que rápidamente las «reformas» se hagan permanentes. Así lo explica Friedman: «solo una crisis da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que ésa ha de ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se vuelve políticamente inevitable.» Es decir, una vez desatada la crisis es esencial actuar con rapidez para imponer los cambios rápida e irreversiblemente.
Rogelio Velasco, Consejero de Economía de la Junta de Andalucía, y sus cargos de confianza son buenos alumnos del economista de Pinochet. No en vano ha sido consultor del Banco Mundial en Washington D.C., y ha ocupado diversos puestos en Telefónica, como Director de Finanzas, Director de Inversiones de Venture Capital y Jefe de la Unidad de Contenidos Corporativos. Tal y como decía Friedman, una vez desatada la crisis esta gente ha actuado rápido. Y así, cuando la gente moría en hospitales de Málaga o Granada, gente el señor Velasco pensaba en gentes como sus ex compañeros de Telefónica; cuando en los centros de ciudades como Sevilla las redes de apoyo mutuo evitaban el hambre de mucha gente, gentes pagadas con dindero público pensaban en alegrar la vida a gente que les han pagado antes a ellos (y lo harán giratoriamente en el futuro); mientras en ciudades y pueblos de Cádiz o Córdoba, concejales y concejalas, unos cobrando y otros sin cobrar, unos con mascarrillas otros sin la posibilidad de adquirirlas, se jugaban su salud por sus vecinas y vecinos, cargos políticos de la Junta estaban poniendo en venta el litoral andaluz, o preparando medidas para impulsar la educación privada (hay pocas localidades andaluzas donde no se vaya a sufrir recortes de líneas educativas públicas a partir de septiembre).
Para continuar con las metáforas bélicas, tan utilizadas por el poder en estas semanas, recuerdo que en «Homenaje a Cataluña», George Orwell describe cómo las ratas y ratones engordan en las trincheras de una guerra de posiciones. La basura y excrementos se aglomeran en cientos y cientos de kilos. Pues bien, en momentos como éste, los dirigentes de la Junta, cual ratas de trinchera, quieren aprovechar el desastre para engordar los beneficios de aquellos que seguro sabrán agradecérselo.