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Privatizar la democracia

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Alcanzar la alcaldía de un ayuntamiento no significa alcanzar el poder. Esa afirmación va quedando más o menos clara. En palabras de Jule Goikoetxea Mentxaka (J.G.M.): «El Estado es un efecto de poder más que un origen (…)».

La verdad, la moral, el conocimiento son productos fabricados por el poder. Lo papagayos o loros que oímos en los desayunos, que repiten lo que dice Carlos Herrera, Pepa Bueno o Ferreras asumen una verdad fabricada por los poderes. En palabras de J.G.M.: «(…) la moral y el conocimiento son diferentes tipos de poderes.»(…) «La verdad se fabrica mediante el poder (…) y su apariencia es igual a aquellos que más poder detentan.»

Leyendo a J.G.M. me queda claro que gente como los dueños de las fábricas de aceitunas de mi pueblo no quieren controlar el Ayuntamiento, el Estado. Eso lo hacen desde hace mucho y no les supone demasiado esfuerzo. Su meta es terminar con la soberanía popular, con la democracia o democratización que, en palabras de J.G.M., «es un proceso de emancipación colectiva llevado a cabo mediante el autogobierno».

Para luchar contra la «privatización de la democracia» y por la democratización de mi pueblo, y de tantos otros pueblos, se «requiere tanto de confrontación política, como de estructuras políticas públicas así como de regímenes de producción, distribución y bienestar (…)».

En la construcción de esos regímenes de producción, distribución y bienestar están ciertas economías sociales, aquellas que son o quieren ser transformadoras.
Sin economías transformadoras no habrá democracia. Ni futuro disfrutable.

PD: Lean «Privatizar la democracia. Capitalismo global, política europea y Estado español», de Jule Goikoetxea Mentxaka. Icaria editorial.

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