En cada época hay negocios que caen y otros que suben.
En los pueblos andaluces (y claro, en otras muchas zonas) se asiste al aumento de sectores de economía «estética», con impulso de ciertos negocios como por ejemplo los vinculados al deporte (entrenadores personales, tiendas de bicicletas, gimnasios,…), la alimentación sana y servicios de dietistas o las nuevas barberías (ninguno de estos negocios alcanzan la estética del de la foto de Atín Aya. ¡Cuánta clase! ¡La llevan clara los hipster!).
La economía estética refleja muy bien la época en la que vivimos, donde la ética es una asignatura de segunda clase.
Una época de crisis, de decadencia, de ocaso difícilmente reparable con un arreglo de barba, disminución de michelín o cambio de dieta.
La estética nunca puede tapar a la ética. Al menos en la economía real.