Un juez del Tribunal Supremo condena la violencia.
Un cabo de la guardia civil condena la violencia.
Todo guardia municipal condena la violencia.
Un soldado español destinado en Afganistán condena la violencia.
Los antidisturbios, incluso, condenan la violencia.
Y el ministro de interior, y el gobernador civil, y…
¿Y qué?
Condenar no duele. No significada nada.
Velos para seguir ejerciendo su violencia.
Los condenados a la violencia que responden son obligados a condenarla. Condenados a la violencia, al cinismo, a la injusticia.