La democracia realmente existente es un juego con las cartas marcadas.
La Constitución es un cuento en el que el poder impone la moraleja: la Unidad de España. Lo demás, el derecho al trabajo, a la vivienda, nos son más que trolas que había que poner para darle el barniz que tapara el franquismo al que daba continuidad en lo esencial. (Ver lo que dijo Margallo pues algunas veces, pocas, los que mandan por los que realmente mandan son sinceros: https://www.elplural.com/…/margallo-dice-que-la-constitucio…)
Por su parte, el actual Jefe del Estado, elegido del mismo modo que el anterior y que el anterior, no está en un debate o cuestión de relevancia para el Estado. Y lo peor, o mejor, es que se le echa muy poco de menos.
En Andalucía se oye, ve, asume, lo que se emite desde Madrid. Actuamos mayoritariamente como castellanos alejados del centro y, por tanto, con menos posibilidades de captar los privilegios que succionan las oligarquías castellanas de otros lugares.
Hay excepciones a esto último. Entre ellas, la elite del PSOE-A que come de ser representante de los intereses del capital dominante en la península en Sevilla, y los comerciales de estos intereses con sede en un «centro regional» de la avenida de La Palmera o alrededores.
El futuro lo marcan los que hacen la política, desde las instituciones, desde las calles, desde sus trabajos, desde sus economías.
A la gente de Andalucía le hacen su política, le marcan el futuro.
La democracia realmente existente no tiene nada que ver con el poder del pueblo, sobre todo si este último no se considera como tal, no cree ni piensa en la soberanía popular, social y económica.
Demasiada gente actúa como súbdito, con ganas de serlo, con ganas de que la democracia realmente existente no tenga nada que ver con una democracia.
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