Veo a gentes en las calles; delante de los que ejercen la violencia del Estado; frente a los que nunca han condenado la violencia y han sacado de instituciones a los que supuestamente no la condenaban.
Veo enfado en muchas caras; protestas ante la manipulación informativa de toda la vida.
Veo miedo-impotencia-mala leche en las personas que ven que puede cambiar la situación que les ha convertido en minorías privilegiadas. Los «Ciudadanos» de derechas a los que «España» siempre les ha favorecido.
Veo ignorancia y gentes «apolíticas» a los que esta semana les interesa mucho la política. Muchas han trasladado el modo futbolero de debatir entre blanco o negro, Madrid o Barcelona, Betis o Sevilla, buenos o malos, al catalanes o «nosotros» (por cierto, viva el Betis aunque gane).
Pero, sobre todo, veo esperanza en mucha gente. Esperanza en cambiar cosas; esperanza en enfrentarse a contradicciones; esperanza en superar el miedo; esperanza en mejorar y hacer un mundo, su mundo, más justo y democrático.
Me inspira y me hace mirarme al espejo como andaluz que mira las esperanzas de otros sin apenas un destello de luz de las propias.
Triste un pueblo que no tiene esperanzas.
Macabro un pueblo que frena las esperanzas de otros.
Categorías