No puede haber democracia donde no hay demócratas, ni partidos políticos democráticos, ni empresas democráticas. Esa es una contracción: una democracia con escasa gente e instituciones demócratas. Otra, la mía, porque voy a hacer caso a una encuesta. El 40,8% no permitiría la manifestación de esta tarde en los alrededores del Congreso de Madrid. Si la encuesta acierta, existe y no niente, tela de cosas, este es un país de creyentes, si ocurre todo eso y cuatro de cada diez prohibiría la manifestación, pues indica que un derecho democrático fundamental no está muy bien visto. Franco vive.
En fin, entre contradicciones y sistema político autoritario transcurre nuestra vida. La dictadura sigue.
Y a esto se une la historia del pobre hombre que a partir del lunes va a coger su coche y recorrer hasta el último pueblo de España. Un político ambulante en busca de un partido democrático en el que no haya ni tejeros ni felipes. Más vale que se salga de España en su periplo porque en esta Monarquía, muy parlamentaria pero tan democrática como las otras, casi nada depende del poder del pueblo.
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