Los dueños del Estado tienen unos miedos distintos a los de la gente. El Estado impone su miedo y su seguridad. Miedo a ciudadanía organizada que muestra su enfado ante tanta estafa, robo, corrupción. Miedo a ciudadanía que atraviesa líneas rojas, como el respeto debido a la propiedad privada y/o a los teatros de representación del autoritarismo democrático vigente. Miedo, en suma, a la pérdida de sus derechos ilegítimos basados en el robo.
Ese miedo del Estado se traduce en un tipo de seguridad. Por eso la seguridad del Estado nos infunde miedo a la ciudadanía, porque los intereses del Estado capitalista van en contra de los intereses de la gente.
Tenemos miedo al desahucio de la casa o del empleo; a la precariedad laboral y vital; a la actuación de la policía o de la guardia civil en defensa del poderoso; al nuevo atraco «legalizado» por la Comisión Europea de las instituciones financieras que crean y aprovechan la actual crisis capitalista.
Ningún miedo verdadero lo va a solucionar el actual sistema político y económico. Más bien son sus causantes. Sin embargo, los poderes beneficiados por dicho sistema intentarán que asumamos sus miedos como los reales para, de ese modo, seguir ejerciendo la violencia contra la gente dispuesta a no tragar con la continuidad de tanto robo, atraco y pobreza inducida por la injusta riqueza.
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Miedos
Octubre 2016.