La lingüista Elena Álvarez Mellado ha escrito un artículo que me ha reconfortado. Y también enfadado. Eso sí, el enfado no viene por su contenido, sino porque me recuerda que con la gente de Andalucía se es injusta incluso cuando nos expresamos, cuando hablamos.
Dice Elena: «En España tenemos un problema con la diferencia lingüística. Toda forma de hablar que se aleje del acento que supuestamente se considera neutral (básicamente, el castellano de la zona central de la Península) nos hace arrugar la nariz. Pero en estas olimpiadas del desprecio lingüístico, la variedad andaluza ha salido particularmente malparada. En el imaginario colectivo sigue vigente la idea de que el acento andaluz es propio de personas incultas.
Aunque repetido hasta la saciedad, no es cierto que existan variedades de español que sean objetivamente mejores y peores. ¿Mejores para qué? ¿Según quién? ¿Cómo y quién determina esos supuestos estándares de pureza y perfección lingüística (que huelen más a xenofobia y clasismo que a fundamento lingüístico)?
Lo que los hablantes percibimos subjetivamente como acentos buenos y malos suele ser producto de la influencia cultural y del poder recalcitrante que dejaron ciertas regiones históricamente hegemónicas. El habla de Castilla se convirtió en la de prestigio porque era la forma de hablar propia del lugar de donde emanaba el poder. El acento de la clase dominante pasó a tener prestigio social y se convirtió a ojos del conjunto de los hablantes en deseable, mientras que las formas de hablar de las zonas alejadas de los centros de poder pasaron a ser consideradas provincianas y propias de gentes pobres e incultas.
Nos gusta hablar como habla la gente importante y burlarnos o criticar al que habla de forma diferente. Pero esta es una cuestión social; no hay nada inherentemente mejor o peor en ninguna de las variedades. Ningún lingüista serio defendería la existencia de variedades de español buenas y malas.
La televisión tiene un enorme poder en lo que a representación y normalización cultural se refiere. De la misma manera que esperamos que la televisión pública recoja los distintos intereses y sensibilidades de la población, sería muy deseable ver reflejado y celebrado todo el abanico de diversidad lingüística de la sociedad en que vivimos y abandonar de una vez el monocultivo del castellano central que copa nuestras pantallas.»
Hasta aquí el resumen del artículo. Quizás lo peor sea que debemos exigir esa diversidad lingüística incluso en los medios de comunicación andaluces, ya sean de ámbito autonómico o local. Es muy triste oír a un andaluz hablar como si fuera de Valladolid. Y que su público sea la gente de Andalucía.
Fuente: https://www.eldiario.es/zonacritica/hablaras-acento-andaluz-telediario_6_617048315.html