Hay que apoyar a un partido corrupto y generador de desigualdad y sufrimiento porque es la única forma de poner España en funcionamiento. Es decir, sin gobierno en España no trabaja nadie, la sociedad está paralizada, la comunidad no funciona sin mando. Lo vamos a oír muchas veces, lo cual indica que tendrá su impacto en la gente.
Por otro lado, se comienza a adherir a nuestras cabecitas la idea de dos tipos de partidos y organizaciones políticas: los unionistas y los separatistas. Los primeros quieren que todos los españoles sean iguales (de pobres); lo segundos son los emisarios del demonio en la Reserva Espiritual de Occidente. En realidad, creo que no hay mejor manera de impulsar el independentismo que asentar este unionismo centralista, madrileño-castellano, casposo, proIBEX y cuasi-falangista.
El Régimen de la Segunda Restauración Borbónica no está muerto, ni mucho menos (el gran Guillem Martínez dice que está zombi). Es algo tan beneficioso para las elites que habrá que unirse contra él, aunque sea para paralizarlo. Su funcionamiento va en contra nuestra, sus medidas son nuestros ajustes; su puesta en marcha nuestro precipicio.
Es necesaria la unión de los grupos que desde los diversos territorios creen en la democracia desde abajo, de las diversas fuerzas soberanistas de clase, de la gente que piensa que España si es algo no es más que un Estado plurinacional. Esa unión es imprescindible aunque solo sea para frenar la recentralizacion y los retrocesos democráticos que nos vienen encima. La justicia social y la democracia para nuestros respectivos pueblos la requiere.