Esta expresión de Jose Bergamín expresa muy bien lo que está pasando respecto a Otegui, y resume el imprescindible artículo de David Fernàndez titulado «A la turca». Resumo-Tuneo (traducir lo hace el google):
Cuando Garzón cerró Egin en 1998, Aznar dijo desde Turquía: «¿Creían que no nos atreveríamos a hacerlo?» Montesquieu entonces ya se cortaba las venas de la división de poderes. En 2009, 11 años de impunidad después, el cierre de Egin fue decretado ilícito por el Tribunal Supremo.
Cuando cerraron Egunkaria en 2003, Ángel Acebes, con la misma cara dura con que se sentaba en el consejo de administración de Bankia, soltó: «Es una operación en defensa de la cultura vasca «. En 2009, sin embargo, Egunkaria era categóricamente absuelto por la Audiencia Nacional. Después, en 2012, Estrasburgo condenaría España por no haber investigado nunca las torturas que sufrió Martxelo Otamendi a manos de la Guardia Civil.
Rodríguez Galindo fue condenado por el asesinato de Lasa y Zabala, enterrados en cal viva. Condenado a 75 años, sólo cumplió un 5%: 4 años y en casa. Silencio ensordecedor al púlpito, los que siempre abuchean por el cumplimiento íntegro de las condenas y el respeto -imprescindible- a la memoria de todas -todas- las víctimas, cerraron todas las bocas, miraron para otro lado.
Hecha la ley hecha la trampa, se pasan pero acaba colando.
Declaran la guerra a Otegi por intentar hacer las paces mientras amparan la tortura. Nada nuevo bajo un cielo de plomo y un País Vasco que ha dejado atrás décadas de sufrimientos irreparables, violencias múltiples y un mapa inacabado del dolor. 4.009 casos en el País Vasco, según un informe oficial reciente encargado por el gobierno vasco.
Para pretender inhabilitar Arnaldo Otegi (él sí ha cumplido íntegramente una condena injusta), esta vez el TC deberá superarse a sí mismo: tendrán hacerse el harakiri con su propia doctrina legal, que consolida que la pena accesoria de inhabilitación para el sufragio pasivo se extingue con la pena de prisión. Claro que, si son capaces de hacer una doctrina Botín para garantizar la impunidad de un banquero, son bien capaces de generar la doctrina Otegi para castigar un disidente empeñado en construir un futuro compartido, en paz y sin violencias ni imposiciones.
Ya hace tiempo que el Estado liquida por vía judicial lo que ya es incapaz de ganar por vías políticas y democráticas. Impone legalmente lo que es incapaz de impedir democráticamente, pervirtiendo la ley para negar soberanías. El Tribunal Constitucional lo preside un ex militante del PP que en 1977, reminiscencia aznarista, desgarraba Constituciones con furia juvenil falangista y hacía campaña por el no. Santa hemeroteca.
Esta semana, hipócritas paradojas hispánicas, mientras Rajoy llama al presidente colombiano para felicitarle por los acuerdos de paz que harán de la guerrilla un actor político, Mariano enviará tanques y señales de humo al TC para garantizar que un actor político que contribuyó decisivamente a la paz -Otegi- no pueda hacer política. En medio de este desorden, es bien tentador recurrir a la cruzada liberticida de Erdogan contra la izquierda turca y la resistencia kurda para calificarlo todo de «democracia a la turca». Pero no es preciso. Hace tres décadas que José Bergamín, otro escritor desterrado por los silencios de la Transición, remachó el clavo y lo categorizó como es: «Democracia a la española».