Mientras el capital se concentra, las personas que vivimos de nuestro trabajo nos dividimos. La clase obrera diversa convierte su diversidad en lucha entre iguales mientras el capital se acumula, acumula y acumula.
El fin último no suele ser la acumulación de capital, sino de poder. Esa enfermedad no sólo ataca a la burguesía, a la aristocracia, a la clase propietaria. Esa enfermedad anida incluso en el líder obrero más honesto.
El reto para luchar contra la dominación es, quizás, lograr la unión en la diversidad. La cooperación desde la autonomía. Huir del competir con el igual y buscar el ser competente para mejorar-nos.
Entender que la cometa vuela porque está atada, que la libertad o autonomía individual depende de lo comunitario y que desde lo comunitario se debe hacer frente la poder dominante.
El reto es la unión desde la diversidad y el reparto de autonomía y poder.
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