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Esparragueras (económicas)

Perspectivas económicas y la vacuna capitalista

“Resumen- tuneado” del artículo de Michael Roberts: “Covid 19: negras perspectivas económicas y la vacuna https://www.sinpermiso.info/textos/covid-19-negras-perspectivas-economicas-y-la-vacuna?fbclid=IwAR3oFVNcOXDZYarMeNxfuVHkMY-3sM7rJniawvr0J5tOy_MkqBn0a8TYAAE

En el hemisferio norte

A medida que el hemisferio norte entra en su invierno se está produciendo un aumento vertiginoso de las infecciones por COVID-19. La tasa de mortalidad por estas nuevas infecciones puede ser más baja que en la primera ola de marzo a abril pasado, pero las hospitalizaciones están alcanzando nuevos picos en Europa y EEUU. La situación sanitaria es grave, ya que la capacidad hospitalaria ya era baja en muchos países después de las privatizaciones, los recortes del gasto del sector público y la subcontratación de servicios de salud llevada a cabo por la mayoría de los gobiernos capitalistas avanzados durante los últimos 30 años antes de la pandemia. El indicador de número de camas de hospital por cada 1.000 habitantes explica en gran medida el tipo de «confinamientos» prolongados y severos de estos países en la primera ola. Los países con tasas de mortalidad relativamente bajas en la primera ola de COVID también fueron los que tenían mucha capacidad de camas de hospital: Japón, Corea y Alemania.

En esta nueva «ola invernal» está obligando a muchos gobiernos de Europa y en EEUU a nuevos confinamientos de diversa gravedad. Al mismo tiempo, la gente se queda en casa, no viaja, ni compra, y tele-trabaja, no va a cafés, restaurantes, etc. Esta combinación de confinamientos y de autoaislamiento ha frenado la recuperación de la actividad económica que se inició en el verano. La actividad económica, medida por las tendencias de movilidad y gasto, está retrocediendo en las principales economías del hemisferio norte. Es probable que la crisis del Covid empeore antes de mejorar. Las tasas diarias de infección, hospitalización y pruebas positivas apuntan en esa dirección. Las historias sobre la vacunación no proporcionarán ningún paliativo en los próximos seis meses.

Las esperanzas de una mayor recuperación económica en el último trimestre de este año y en 2021 se están desvaneciendo. La Comisión Europea ha reducido su pronóstico del PIB de la zona euro para 2021 a + 4,2% desde + 6,1%. Por lo tanto, no habrá recuperación en forma de V para Europa a medida que aumenta la ola pandémica. En un mensaje similar para EEUU, Oxford Economics reconoce que la «recuperación» se está estancando e, incluso con una vacuna, no hay perspectivas de que la economía estadounidense vuelva a la senda del PIB anterior al virus (débil como ya era) en un futuro previsible.

La situación dejará cicatrices permanentes en el «mercado laboral», es decir, en los medios de vida de las personas. La esperanza de un regreso al empleo de millones de personas ha comenzado a desvanecerse. El número de desempleados subestima el problema, ya que millones de personas han dejado de ofrecerse en el mercado laboral y pasan a no ser contabilizadas. A medida que pase el tiempo, las mejoras en el mercado laboral se harán más difíciles. 

Un factor que ha mantenido a algunos a flote durante los despidos ha sido el aumento relativo de los ingresos reales de los hogares en los dos años anteriores a la pandemia en 2020. También hubo un aumento en los niveles salariales a partir de los mínimos posteriores a la Gran Recesión, y en los dos años anteriores a la pandemia de 2020, que benefició más al cuartil peor pagado, aunque con aumentos salariales todavía muy por debajo del período anterior a la Gran Recesión. Pero la pandemia ha puesto fin a esa recuperación relativa de los ingresos reales, especialmente para los peor pagados. Es el empleo de bajos salarios en servicios e industrias clave el que está sufriendo el mayor impacto, ya que las personas con empleos como técnicos y profesionales mejor pagados pueden quedarse en casa y trabajar y han sufrido menos pérdidas de empleo.

Con la oferta de las economías retrocediendo a medida que nos adentramos en el invierno y en 2021, la demanda de productos básicos aún fuerte y algo de ‘demanda efectiva’, ya que algunas personas agotan sus ahorros y otras continúan trabajando, también hay muchas posibilidades de que los muy bajos niveles de inflación de 2020 vuelvan a subir en 2021.

Por lo tanto, en 2021 el crecimiento de los salarios se desacelerará, se mantendrá un alto desempleo y la inflación se recuperará. Es un triple golpe para el nivel de vida de la familia promedio en Europa y EEUU.

En las economías del sur global

Además, las llamadas ‘economías en desarrollo’ del llamado Sur Global se han visto aún más afectadas por la pandemia de COVID-19. Los países de América Latina lideran las tasas de mortalidad por COVID debido a sus sistemas de salud privatizados, y a que millones de personas con trabajo ocasional se han visto obligadas a ir a trabajar, si pueden, para sobrevivir. Solo una población relativamente más joven y más dispersa geográficamente (como en India, Sudáfrica, etc.) ha mantenido bajas las tasas de mortalidad.

No hay escapatoria económica. Las economías del sur global han sido aplastadas por la pandemia de COVID cuando el comercio internacional se congeló (-10%) y la actividad económica nacional colapsó. Por primera vez en los registros, las llamadas economías emergentes sumadas sufrirán una contracción del PIB real, y ese promedio incluye al gigante chino, cuyo éxito a la hora de lidiar con el COVID ha significado que China es uno de los pocos países que crecerá en 2020 (aunque solo sea aproximadamente un 1,5%). Las más afectadas han sido las economías capitalistas emergentes, supuestamente dinámicas, como India (-10%), Brasil (-6%), México (-9%), Sudáfrica (-9%).

Inevitablemente, esto está dando lugar a incumplimientos por parte de varios gobiernos nacionales de las deudas contraídas con los acreedores del sector privado. Y esto a pesar de las afirmaciones del FMI y el Banco Mundial de que salvarían a esos países de la carga de pagar el servicio de su deuda durante la pandemia. El desastre de deuda ya está aquí, no es una hipótesis.

Los tenedores de bonos del sector privado exigen sus pagos y hay poca ayuda de las agencias internacionales. “Es impensable que en una pandemia mundial, los países más pobres del mundo tengan que elegir entre hacer los pagos del servicio de la deuda o mantener sus economías a flote”, señala Gayle Smith, presidenta de One Campaign against Poverty. Es impensable, pero está sucediendo. Este desastre revertirá los pocos avances logrados en la reducción de la pobreza mundial, con cerca de 4 mil millones de personas viviendo con menos de 5 dólares al día (un umbral de pobreza más realista que el del Banco Mundial).

En este sentido, UNICEF calcula que aproximadamente 150 millones de niños más viven en pobreza multidimensional, sin acceso a servicios esenciales, debido a la pandemia del COVID-19. Alrededor del 45% carecían gravemente de al menos una de esas necesidades críticas antes de la pandemia del coronavirus. Según un  estudio que abarcó 118 países de ingresos bajos y medios realizado por la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg, podrían producirse 1,2 millones de muertes adicionales de menores de cinco años en solo seis meses. Hasta 132 millones de personas pueden pasar hambre en 2020, de los cuales 36 millones son niños. Y 370 millones de niños pueden perder las nutritivas comidas escolares. La pesadilla del capitalismo global que ya sufren miles de millones en los ‘países en desarrollo’ se intensificará en los próximos años.

Los desafíos y las cicatrices

En teoría, sobre la base del desarrollo de cinco a seis vacunas con éxito para mediados de 2021, la inmunidad colectiva en la mayoría de los países ricos y de ingresos medios podría lograrse mediante la producción de mil millones de dosis de cada vacuna anualmente. Esto podría ser posible en 12 o 18 meses. Todas las vacunas ‘pioneras’ se darán a conocer o se rechazarán en junio de 2021. Si tienen éxito, aumentar la producción a mil millones de unidades por vacuna podría llevar otros 6-12 meses.

Otros desafíos importantes son los siguientes: preservar la pureza y eficacia del producto al pasar del laboratorio a la producción en masa; la distribución y transporte de larga duración y congelación; la disposición de las personas a vacunarse; la eficacia de cada vacuna y, por supuesto, también está la cuestión de cuánto tiempo es eficaz. Las indicaciones actuales para la mayoría de las vacunas pioneras en desarrollo es que duren de uno a dos años. Y aquí está el gran problema. El COVID-19 surgió, como otros patógenos nuevos para los cuales los seres humanos no tenían inmunidad desde su transferencia de animales salvajes en partes remotas del mundo a animales que se ‘crían industrialmente’ y los mercados de alimentos para humanos. Todavía hay muchos otros patógenos por ahí, sin que se haga nada para detener el mecanismo de transferencia, porque no se está haciendo nada para frenar o detener las exploraciones de combustibles fósiles, la tala, la deforestación para plantaciones y ganado, todo en la búsqueda de más ganancias para la agricultura y las industrias de energía. Además, igualmente preocupante es que parece que estos virus pueden mutar a medida que los humanos infectan a los animales en un círculo vicioso, lo que llevaría a más infecciones en humanos contra las que las vacunas actuales no pueden ser efectivas.

Por lo tanto, a medida que nos acercamos a 2021, la tasa de infección pandémica no muestra signos de detenerse o incluso disminuir. Los hospitales del hemisferio norte están bajo presión y la actividad económica está retrocediendo. Los niveles de empleo siguen siendo bajos y los ingresos reales están destinados a caer, especialmente para la gente peor pagada a medida que desaparecen empleo y aumenta la inflación. Para miles de millones de personas en el «sur global» se hará realidad el espectro de la pobreza, la enfermedad y la explotación. Las cicatrices serán a largo plazo.

 La vacuna y el dinero público para las farmacéuticas

En el desarrollo de las vacunas para el Covid-19 cabe destacar que gran parte de las pruebas se están realizando en países pobres donde «la vida es barata». Además, gran parte de la ciencia original fue realizada por institutos financiados con fondos públicos, pero son los gobiernos los que pagarán millones por los precios exorbitantes que cobran las grandes farmacéuticas por las vacunas.

Antes de que la pandemia de COVID-19 se extendiera por el mundo, las grandes compañías farmacéuticas invertían poco en vacunas para enfermedades y virus globales. Simplemente no era rentable. Los medicamentos para el corazón, los tranquilizantes adictivos y los tratamientos para la impotencia masculina eran el grueso de sus ganancias, no el tratamiento de las infecciones hospitalarias, las nuevas enfermedades y los asesinos tropicales tradicionales. Una vacuna universal contra la gripe ha sido una posibilidad durante décadas, pero nunca se consideró lo suficientemente rentable como para ser una prioridad. Todos los años nos ponen vacunas que son solo un 50% eficientes.

Pero la pandemia de COVID-19 ha cambiado la actitud de las grandes farmacéuticas. Ahora se pueden ganar miles de millones vendiendo vacunas eficaces a los gobiernos y los sistemas sanitarios. Y en la mitad de tiempo ha surgido un lote de vacunas aparentemente efectivas con todas las perspectivas de que estén disponibles para las personas dentro de los próximos tres a seis meses, algo sin precedentes.

¿Cómo ha sido posible tan rápido? No fue gracias a que las grandes farmacéuticas lograran la solución mediante su investigación científica. Para crear las fórmulas de la vacuna dependen de algunos entregados científicos que trabajan en universidades e institutos gubernamentales. Y fue posible porque el gobierno chino proporcionó rápidamente las secuencias de ADN necesarias para analizar el virus. En resumen, fueron el dinero y los fondos públicos los que proporcionaron la solución médica.

Pero son las grandes farmacéuticas las que desarrollan la vacuna a partir del trabajo científico de los institutos públicos. Son ellas las que toman las decisiones. Las compañías farmacéuticas realizan los ensayos clínicos globales, luego producen y comercializan el resultado. Y venden las vacunas a los gobiernos con enormes ganancias. Así es como se hacían las cosas antes de la pandemia y también ahora. Todavía se sabe muy poco sobre los términos de los contratos de vacuna para el COVID-19 que los gobiernos de la UE han firmado con grupos farmacéuticos como AstraZeneca, Pfizer-BioNTech, Sanofi-GlaxoSmithKline y CureVac. Pero una vez que se elimine el secreto, lo que veremos es una privatización masiva de miles de millones de fondos gubernamentales.

Es probable que las vacunas contra el coronavirus valgan miles de millones para la industria farmacéutica si resultan seguras y eficaces. Se necesitarían hasta 14 mil millones de vacunas para inmunizar a todos en el mundo contra el COVID-19. Si, como anticipan muchos científicos, disminuye la inmunidad producida por la vacuna, se podrían vender miles de millones de dosis más como dosis de refuerzo en los próximos años. Y los laboratorios de tecnología y producción mantenidos con la ayuda de toda esta generosidad gubernamental podrían dar lugar a otras vacunas y medicamentos rentables.

Así que, aunque gran parte del trabajo pionero sobre las vacunas se ha llevado a cabo con dinero público, los fabricantes de medicamentos de propiedad privada obtendrán grandes ganancias, mientras que los gobiernos pagan por las vacunas que ayudaron a financiar.

La lección de la respuesta a la vacuna contra el coronavirus es que unos pocos miles de millones al año gastados en investigación básica adicional podrían evitar mil veces más pérdidas en muertes, enfermedades y destrucción económica.

¿Qué mejor lección podemos aprender de la experiencia de la vacuna para el COVID que las compañías farmacéuticas multinacionales deben ser de propiedad pública para que la investigación y el desarrollo puedan dirigirse a satisfacer las necesidades médicas y de salud de las personas y no los beneficios de estas compañías? Y además, las vacunas necesarias pueden llegar a miles de millones de personas en los países y sectores más pobres en lugar de solo a aquellos países y personas que pueden pagar los precios establecidos por estas empresas. “Esta es una vacuna del pueblo”, señaló Peter Maybarduk, director del programa de Acceso a los Medicamentos de Public Citizen, criticando a las empresas. “Los científicos federales ayudaron a inventarlo y los contribuyentes están financiando su desarrollo… Debería pertenecer a la humanidad».

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