Representantes de la política institucional denigran la ideología. «No es momento de ideologías, es momento para la reconstrucción de Andalucía», de Europa, o del turismo, dicen gente como Elías Bendodo, Nadia Calviño o el presidente de los empresarios turísticos de la costa de los cangrejos coloraos (y las chinas color oro).
Renegar de la ideología es renegar de las ideas (salvo de las propias), intentar bloquear las opiniones contrarias. Autoritarismo en estado puro. Puerta abierta a intereses espúreos sin frenos democráticos, es decir, sin la opinión e ideas de la gente.
Hay ideología. En todo. Aunque para algunas todo se limite al interés del dinero (esa es una idea aproximada a ser de derechas).
En economía, siguiendo al maestro José Luis Sampedro, pueden distinguirse dos extremos ideológicos (él hablaba de dos tipos de economistas): uno, el extremo de las medidas económicas que hacen más ricos a los ricos; otro, aquellas medidas y economistas que hacen menos pobres a los pobres.
La «reconstrucción» económica será ideológica. Lógicamente.
Los que reniegan de las ideologías tienen una única idea: poner en marcha el crecimiento económico, la acumulación de capital; hacer más ricos a los ricos.
Luchemos por poner en marcha otra ideología, la del reparto, la de las medidas que provoquen que los ricos (de dinero) dejen de expropiarse a manos llenas del fruto de la explotación de las vidas. Es la única manera de hacer menos pobres a los pobres (de dinero), y algo menos necios a los que todo lo confunden con el precio.
Y así, de este modo, intentar que esta sociedad rica en dinero deje de ser éticamente pobre, moralmente miserable.