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Por necesidad o convencimiento

¿Qué porcentaje de personas tienen un trabajo en situación de «informalidad» en economías como la andaluza? ¿Cuánta gente en Cádiz, los pueblos de la sierra sur de Sevilla o el norte de Granada trabajan por debajo del radar del Estado? Miles. Y en cada crisis capitalista aumenta. Las enormes tasas de desempleo sin protesta tienen explicación para quien quiera buscar más allá de los números oficiales.

En lugares como América del Sur las respuestas a la economía capitalista han seguido caminos que les han llevado en muchos casos a las “cooperativa de trabajo asociado”, las “cooperativas de productores” o a «recuperar fábricas» cerradas por los empresarios. O siguen el camino de las experiencias comunitarias en el que autogestionan sus necesidades intentando, en mayor o en menor medida, ser gestores, propietarios y beneficiarios de sus organizaciones productivas y, de este modo, poder mantener y enriquecer sus sus vidas.

En unos casos porque el mercado de trabajo deja fuera a cada vez más gente, quienes, añorando el trabajo asalariado, no tienen otro recurso que la autogestión para obtener el sustento. En otras ocasiones buscan la autogestión y la propiedad colectiva para participar colectiva y democráticamente de la gobernanza y de la gestión de la empresa que les provee de renta. De este modo, las personas afrontan su subsistencia dirigiendo y administrando su propio destino, y también el producto de su trabajo. De este modo renuncian, en palabras del abogado argentino Mario Schujman, «a la seguridad del sometimiento que se produce cuando lo vende a un patrono en el mercado laboral».

Pienso en un futuro donde abunden las prácticas socioeconómicas transformadoras alternativas a un mercado de trabajo que no demandará fuerza de trabajo suficiente para evitar enormes tasas de desempleo; alternativas a empresas capitalistas que no requerirán tantos recursos humanos a los que explotar. De ese modo se podrán impulsar instituciones estatales no financierizadas que puedan sostener derechos universales que proporcionen una salud y una vida digna.

Hoy, 15M de 2020, como hace 9 años, pienso que en Andalucía (y en todo la Humanidad) se debe mirar, por necesidad o por convencimiento, a la economía social autogestionaria con vocación subversiva.

 

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