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Belleza y bondad

Me parecen interesantes algunas ideas del artículo «2020: ética y estética de la crispación social», de Ignacio Muro. El autor nos indica el interés del debate entre ética y estética que se puso de moda a mediados del siglo pasado. Filósofos como Wittgenstein (“ética y estética son lo mismo”) alumbraron el hilo conductor de reflexiones, con Platón y Kant a la cabeza, que nos marcaba un ideal al desarrollo humano. Bondad y belleza se fundían: del “no hay belleza en la maldad” de Platón a “la belleza es un símbolo moral” de Kant, había un continuo de aspiraciones idealistas en el que convergían los ideales de justicia, bondad y belleza.

Desde hace décadas, y el socioliberalismo de partidos como el PSOE ha sido partícipe, ha sido necesario romper esa convergencia que se identifica con la defensa del progreso social. El autor no habla del socioliberalismo sino sólo de las «nuevas derechas». Estas han radicalizado ese discurso que potencia la desigualdad que ha sido impulsada por no pocos gobiernos de derechas y de «izquierdas» (socialistas españoles, franceses, etc.).
Ignacio Muro nos dice que las nuevas derechas atacan al “buenismo” de la izquierda, “su falta de realismo”, y se esconde un análisis terrible y un mensaje contundente: estamos en un momento en que solo podemos elegir entre lo malo y lo peor, un momento en el que es inevitable (conveniente también) asumir que hay que dejar morir a los niños en pateras porque su llegada trae cosas peores. De ahí, aunque no lo diga el autor, las políticas llevadas a cabo por Marlaska desde el ministerio del interior «de la nueva derecha progresista» del PSOE.

Cuanto más injusta es la situación propiciada por la actual Economía capitalista, más agresiva debe ser la justificación y más dura y brutal la respuesta. Para justificar el poder del dinero y los comportamientos avariciosos de los ricos se necesita alimentar la agresividad contra los pobres, la aporofobia, y también contra cualesquiera que ponga en primer término la justicia social. De este modo, el statu quo necesita rearmarse lejos de la moral. El integrísimo se hace necesario. La regresión histórica debe completarse. La justicia debe dejar paso a la caridad, los derechos a las dádivas. Ahí hará de vigilante implacable la señora Calviño, ministra «progre de la nueva derecha socialista» dedicada, en exclusiva, en Madrid, Bruselas y donde haga falta, que en todos sitios tiene buenos contactos, a trabajar para los ricos.

Nos dice Ignacio Muro: «En el tobogán de la crispación y en un contexto territorial pleno de dificultades, la izquierda española va a tener la oportunidad de dar un impulso moral, político y económico a nuestra sociedad.» No nos dice que dentro de la actual Economía capitalista ese impulso difícilmente pueda hacer compatible la belleza con la bondad. Eso sólo es posible fuera del marco socioeconómico que nos lleva al desastre y a la maldad, aunque con bellos y estéticos marcos visuales que no dejarán que veamos el continuo morir de gente en el Estrecho, los desahucios o el hambre niñas y niños en nuestras mismas calles.

No, no creo que sea posible hacer converger la belleza y la bondad sin poner en marcha la destrucción de la Economía capitalista.

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