En la década de 1960 un jornalero andaluz le dijo a Joan Martínez Alier, un por entonces joven investigador social que realizaba su tesis doctoral en la campiña de Córdoba: «Si pagan menos de las bases se puede ir al sindicato, pero no hay ningún sindicato que les obligue a sembrar.»
Hoy no hay sindicato que pueda hacer respetar las «bases»; hoy no hay personas que piensen en la legitimidad de la propiedad, en la obligación de sembrar. Quizás lo primero sea consecuencia de lo segundo.
La verdadera derrota es no pensar en lo necesario.
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